Los caminos de la sucesión

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A Macario Matus, quien hará falta cuando

se trate de hablar con la verdad.

Después de los resultados electorales recientes el contexto político volvió a ser el de los años ‘90. El PRI primera fuerza, PAN segunda y PRD tercera fuerza  en Oaxaca. Aunque el triunfo del PRI se presenta como sensacional, sólo es algo así como retorno a la “normalidad”, la recuperación plena de su voto duro. En las estadísticas, no hay incremento en la votación de los partidos.

Se entiende que festejen la recuperación de diputaciones perdidas por las condiciones excepcionales del 2006, cuando el PRI sólo ganó dos de las 11 diputaciones federales. Por ello, los resultados actuales no sorprendieron ni a los partidos perdedores. En sus análisis y proyecciones los partidos nunca incluyeron los resultados del 2006.

Las elecciones a la mitad del sexenio de un presidente de la república, siempre son menos atendidas por los votantes, pero son útiles para sopesar las tendencias con que arranca el proceso estatal del próximo año en Oaxaca. Esos procesos locales, de diputados, cabildos municipales y gobernador son diferentes al primero, hay un poco más  de interés.

Con esta base electoral se puede otear la disposición de los partidos, sobre todo de los ímpetus del partido en el poder, sus estrategias, la llamada “maquinaria aceitada” del binomio arrasador PRI-gobierno (Datos duros del nuevo “piso” electoral publica la revista EN MARCHA en su número de actual circulación).

Si hubiera una oposición real todo esto estaría en análisis para aprovechar las ventajas de ser oposición y estar fuera del gobierno, capitalizar los yerros, los abusos, y el desgaste de ejercer el poder. Por lo pronto, sólo se dan fintas de unificación de los partidos por personajes ya conocidos por subordinados: Lenin López  Nelio del PRD y Carlos Moreno Alcántara del PAN. Como otras veces, quizá sean los mismos que trabajen en contra de esa unidad cuando “la maquinaria” actúe sobre ellos.

Contrario al lema “las alianzas no suman sino multiplican”, en el 2004 unidos PRD, PAN y Convergencia en la alianza “Todos somos Oaxaca”, sólo sumaron sus respectivos votos sin atraer otros sufragios, sin multiplicar. La votación total fue apenas del 50 por ciento. El costo de persistir en experiencias sin éxito puede ser alto pero ¿de dónde coger un candidato que ofreciera algo similar al “efecto peje” de hace 3 años en Oaxaca? Muy difícil pues personajes así no se crean fácilmente, sin contar con la abulia de una sociedad inmadura. Lo claro es que separada la oposición no tiene posibilidad alguna de ganar. Y no sólo el más, sino el único posicionado de la oposición es el senador Gabino Cue.

Al interior del PRI gobierno en la entidad, la selección de su candidato a gobernador parece más complejo. De “la burbuja”  que fuera grupo compacto del gobernador por apenas dos años, hasta el 2006, destacan Jorge Franco Vargas y Adolfo Toledo Infanzón, con la incorporación reciente y ruidosa de Eviel Pérez Magaña, quien como virtual coordinador de los diputados priistas federales recorre el estado. Aunque parece más bien un eficiente distractor, el activismo de Eviel ha desconcertado.

La ventaja de que el ejecutivo estatal delegue parte de sus actividades en quien fuera su primer secretario de gobierno y hoy presidente del PRI, Jorge Franco Vargas, le permite concentrarse en la sucesión. A diferencia de lo que sucedía al final del sexenio de José Murat, cuando Ulises Ruiz se perfilaba seguro, por su cercanía a Roberto Madrazo y la necesidad de Murat de asegurarse una posición con quienes dominaban entonces el PRI nacional. El juego que al final hicieran como aspirantes Annuar Maffud y Bolaños Cacho sólo les permitió asegurar sus posiciones en la administración siguiente. No hay que perder de vista que algunos aspirantes buscan al menos asegurar posiciones para ellos y sus grupos. La puja también es por espacios de poder.

Hoy aún no se dan señales más seguras de quien será el sucesor. Circula de manera profusa la estrecha cercanía de Franco Vargas con el gobernador, sin embargo en el terreno real Franco no ha sido todo lo beneficiado por ello: no pudo llegar a dirigir el Congreso local ni colocar al líder formal del mismo, pues de ahí ubicaron al anodino Herminio Cuevas.

Carmelina Cruz Silva, supuestamente enviada a perder por el distrito de Etla para asegurar la llegada de Franco al Congreso, aun abandonada por su partido (sólo Toledo infanzón la acompañaba) ganó con cinco mil votos sobre un ex priista, candidato improvisado del PAN, José García Aguilar, quien recientemente regresó al PRI. Ahora, se esperaba que  Franco fuera el coordinador de los diputados federales pero de nuevo perfilan a otro, a Eviel. No obstante, el presidente del PRI sostiene la estructura del partido y de buena parte del poder ejecutivo. Su déficit fuerte es su impopularidad, pero tampoco hay que olvidar que riesgo y peligro han sido sello de este sexenio.

Dicen que si Heladio Ramírez hubiera podido poner sucesor más a su gusto habría designado al profesor Sergio Vera Cervantes, su amigo cercano. Pero quien estaba mejor ubicado con sus relaciones y perspectivas para la política nacional hegemónica en esa época salinista era Diódoro Carrasco. Quizá en similar condición se encuentre el hoy senador Adolfo Toledo, quien se mueve mejor que otros en el ámbito nacional, por su misma posición en el Senado. Éste es otro de los prospectos ulisistas habilitado también como delfín desde el principio cuando fue enviado como senador, cargo natural de un aspirante a gobernador hasta ahora.

Diódoro también afrontó las circunstancias de su sucesión al imponérsele la voluntad de poder de José Murat sobre su delfín Estefan Garfias. El chantaje que Murat habría hecho a Ernesto Zedillo para forzar la decisión a su favor con aquello de contender con el PRD como a la sazón hiciera Ricardo Monreal en Zacatecas, a la distancia no parece haber sido lo decisivo, pues si al ex presidente no le importó perder la presidencia menos perder una entidad. Algo más debió ser y quizá algún día se descifre el enigma.

Ahora, quien se ha dejado ver con los opositores es José Antonio Estefan Garfias, circuló un boletín de prensa donde aparece con el gobernador perredista de Guerrero, Zeferino Torreblanca. Hace su juego, todos juegan con lo que tienen. Al contrario, después de que circulara la versión de ser cortejado por el PRD, José Antonio Hernández Fraguas, otro de los aspirantes con presencia por su carrera y posición como presidente de la capital, declaró que no dejaría el PRI para contender con otro partido. Éste se mueve con habilidad aunque limitado por su ámbito municipal en espera que las circunstancias le sean propicias.

Claro, hoy el contexto político es muy diferente, sin la vieja práctica del régimen priista con su tlatoani Presidente, por quien pasaba la última decisión de nombrar gobernador. Empero, por más que seamos una ínsula en muchos aspectos no puede dejar de considerarse el ámbito nacional y las necesidades actuales del PRI en pos de la recuperación de la presidencia de la república.

Todo sin dejar de considerar las aspiraciones de Ulises Ruiz de seguir ubicado en la política nacional. Murat —quien de haber decidido solo quizá habría dejado a Bulmaro Rito—, apenas logró una diputación federal y fue casi reducido al ostracismo, no logró ninguna presencia en el Congreso, quiso formar una corriente priista pero nadie le hizo caso. Ulises, tiene ante sí un panorama mejor que el de su predecesor, de ahí la reiterada versión de que no habrá de arriesgar al operar su sucesión. Y en esto no hay tradición de consideraciones fraternales. Pero todo es casi cien por ciento políticas de élite, donde la sociedad es convidado de piedra.

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