Comercio en vía pública

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El asunto del comercio en vía pública de las ciudades importantes de la entidad tiene múltiples aristas. La ciudad de Oaxaca y otras ciudades afrontan este asunto, que en primera instancia se presenta como válvula de escape no sólo en tiempos de crisis, cuando se incrementa, sino como ocupación de quienes no tienen para realizar una inversión más grande e incluirse en la población económicamente activa (PIB). O entretenerse en alguna universidad con la esperanza de recuperar su inversión.

Pero esta actividad no deja de tener su parte positiva: 1) Es una fuente de empleo inmediata y con poca inversión; 2) Sirve para paliar los problemas económicos del desempleo o escaso crecimiento económico; 3) En algunos casos son importantes atractivos turísticos: neveros, artesanos, buñueleros, cocineras; 4) Según Gabriel Zaid estos empleos son preferibles a los de la burocracia pues no suponen gastos y sí algunos impuestos; 5) Puede ser origen para el crecimiento empresarial con una apropiada política de creación de empresarios, entre otros.

Cuando esta actividad se intensifica se torna un problema mayor. De un servicio que pueden dar a la sociedad, con notables aportaciones tanto a la economía como a la gastronomía, entre otras áreas (tortas “Lalita” y Clayudas de Libres, por ejemplo), se torna un severo dolor de cabeza por la maraña de intereses y poder que propician al manejar a grupos corporativos y recursos económicos.

Entre lo negativo de esta actividad: 1) Hace tortuoso el tránsito de personas y reduce los espacios de estacionamiento; 2) contaminación física, visual y malos olores; 3) Cientos de puestos generan peligros de todo tipo y sobre todos problemas de salud latentes; 4) Afectan a senescentes y personas con discapacidad; 5) Sirven a mercenarios de la política; 5) Expenden productos “piratas” (CDs) o francamente de contrabando; 6) Obstruyen a los comerciantes establecidos, entre muchos otros problemas.

Por mencionar solo tres ciudades grandes de la entidad que sufren el incremento del comercio ambulante: la capital del estado, Tuxtepec y Juchitán. Tuxtepec, a pesar de la fama juchiteca, se nota a simple vista la más sucia de todas, cerros de basura a todas horas del día se ven por la zona céntrica comercial. También Tuxtepec sufre el crecimiento sin freno del comercio en vía pública, precisamente lo que magnifica la proliferación de basura. Quizá sea Tuxtepec la ciudad más sucia de Oaxaca y donde la “piratería” sostiene un crecimiento exponencial.

Juchitán también se distingue por la generación de basura y puestos ambulantes. A las tradicionales vendedoras de las exquisitas garnachas de sus portales, se ha sumado un ejército de puestos de tacos de todo tipo, así como de vendedores de artículos “piratas”, discos y productos chinos baratos. De hecho un mercado paralelo funciona a las orillas del parque central, con puestos incluso tanto o más grandes que algunos comercios establecidos.

En la capital del estado, la problemática alcanza graves dimensiones. Pero si los vendedores ambulantes se han incrementado es porque las autoridades los han permitido y hasta prohijado en una evidente red de corrupción que viene de hace muchos años. Los aliados en las campañas políticas se tornan lastres cuando el candidato pasa a ser autoridad.

La necesidad de buscar ingresos se pervierte cuando dirigentes abusivos se adueñan de los espacios en contubernio con políticos y trafican con los lugares cual dueños de la vía pública. De esa manera, ¿cómo saber quiénes están en esa actividad por genuina sobrevivencia y quienes lucran con dos, tres y hasta decenas de puestos? Hay quienes incluso tienen estas concesiones y las rentan cual si fuera un bien privado.

En el caótico mercado de abastos de la ciudad de Oaxaca los dirigentes de estos vendedores ambulantes, fijos y semifijos, como les llaman, han creado verdaderas fortunas, emporios con caciques “sombrerudos” que como Marcos Villanueva amasó gran fortuna y era célebre por sus fiestas amenizadas con grupos musicales afamados por la televisión.

Ahora el cacique de la temporada, Roberto Mendoza, clama justicia y pide “sensibilidad” al presidente municipal José Antonio Hernández Fraguas, en la revisión que el Ayuntamiento realiza actualmente de los vendedores que han invadido el centro de la ciudad.

Dura tarea tiene a cuestas el ayuntamiento actual, pues si Marcelo Ebrard pudo retirar a los ambulantes del centro de la ciudad de México, es porque, como Manuel Bartlett en Puebla, eran la máxima autoridad, los gobernantes. Tanto el jefe delegacional de la Benito Juárez como el presidente municipal de Puebla solos no habrían conseguido librar su zona histórica de ese azote. Eso hace falta en Oaxaca. Pero acá el ayuntamiento libra el fuego amigo que sus dirigentes priistas a diario le abren al prohijar más y más puestos ambulantes, entre otros objetivos para debilitar políticamente al presidente frente a la ciudadanía. Cuando Ebrard Casaubón realizó esa limpia fue cuando más empezó a sonar su nombre como precandidato a la presidencia de la república, su actitud sugirió firmeza y carácter.

La sola campaña informativa de los daños que propicia la proliferación exagerada de puestos en vía pública es ya un avance para hacer conciencia en quienes quieran dedicarse a esa misma actividad y quienes los apoyan comprándoles, así como el retiro de decenas de quienes no contaban con permiso. Eso ya es ganancia. Para quitar a todos habrá que esperar que todos los órdenes de gobierno trabajen en sintonía y no, paradógicamente, uno menoscabe a otro. Quizá algún día. www.revistaenmarcha.com.mx y blaslc@yahoo.com.mx