Cada quien su 10 de mayo

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Cuauhtémoc Blas

Hay quienes con sobrada razón arguyen que el 10 de mayo fue un día creado para ampliar el comercio y vender, vender. Pues sí, como casi todas las grandes cosas, muchas guerras se han hecho para apropiarse de zonas comerciales. Incluso historiadores sostienen que la Guerra de Troya no tuvo como motivación principal la romántica hazaña de ir Menelao por Helena, sino al conquistar Troya abrirse camino para la dominación del comercio en vastos territorios. El verdadero poderío es controlar el comercio, vender más, tener la balanza comercial a favor.

 

Que el diario Excélsior inició la tradición de festejar a las madres el 10 de mayo, hace mucho, cuando la televisión aún no se imponía con su enajenación parece la prehistoria, pero hoy es algo por demás incluido en la cultura e idiosincrasia de los mexicanos. Sobre todo porque nuestros profesores de primaria y secundaria de Oaxaca nos enseñaron a celebrar ese día con bailables y “poesías” como “La chacha Micaila”, “Por qué me quité del vicio” o el castrante y luciferino “Mamá soy paquito”… qué profes. (Mención aparte merece el excepcional maestro de español de secundaria quien nos puso en contacto con la gran poesía, Bonfilio Ayuso Ruiz, inolvidable).

 

Decir que este día es sólo para la explotación comercial no es decir mentira, pero es también un lugar común pues los grandes días de México y quizá de todas partes tienen esa connotación de la época y de todas las épocas que es el comercio. El 16 de septiembre quizá se gaste más dinero en las fiestas.

 

La mujer y luego madre tiene una importancia natural en la conservación de todas las especies. Ella es quien se encarga de perpetuar las especies asegurándose de hallar el ejemplar masculino idóneo para proveer a su prole, para alimentarlos, para que sobrevivan. En los tiempos recientes esto va cambiando por la cada vez mayor independencia y capacidad de las mujeres para sostener incluso solas a su prole, pero, claro, nunca habrá algo mejor que la conjunción de ambos géneros en la construcción de los hijos. (Habrá que ver si salen al menos igual los hijos de parejas del mismo sexo, habrá qué ver, parece muy remoto).

 

Cada quien festeja su 10 de mayo de acuerdo a su visión del mundo, con sus ideas o intereses. A la patria se le llama madre, pero también a la violencia como la “madre revolución” de los jilgueros de la larga dictadura cubana. Como lamentablemente la izquierda socialista se ha desdibujado ahora ser revolucionario es ser indigenista exaltador de paraísos que no existieron, y hay quienes exaltan a la madre guerrillera zapatista, a la revolucionaria; también a la feminista de avanzada. Por supuesto, son elogios merecidos y reconocimientos justos.

 

Habrá loas también a las madres indígenas triquis que viven bajo el Palacio de Gobierno de Oaxaca, aunque una de ellas haya propinado una golpiza tal a su hijo hace unos días que ocupó espacio en los medios de comunicación. Lo cual tampoco es para quemarla con leña verde, sino para ocuparse de este fenómeno, de la pobreza económica que trae aparejada pobreza espiritual.

 

Hace poco un excelente promotor de la lectura hablaba de lo relativo que es eso de “No tengo tiempo para leer”, lo cual sin duda aplica en muchos de nosotros, pero no en todos. La lectura, la recreación requiere tiempos y destrezas que quienes están en la lucha diaria, trabajando para sobrevivir no tienen. Si la preocupación permanente es cómo y qué dar de comer a su prole, no hay espacio para actividades que requieren tranquilidad, relajamiento como la lectura. Es la aplicación radical de “la letra no entra cuando se tiene hambre”.

 

Pero también decía ese promotor de lectura que quien no lee no participa, se queda fuera de todo, no sabe qué tiene derechos, su vida se empobrece. Así, ¿qué oportunidad tendrá esa madre triqui para aprender a educar de buena manera a sus hijos? Con nuestros bajísimos promedios de escolaridad de cuarto o quinto año no podemos esperar excelente metodología para la crianza de niños.

 

No es ella quien debería estar en el banquillo de los acusados, sino todos los que no hemos sido capaces de cambiar a una entidad plagada de injusticias e inequidades. Porque como dijo George Foster hay grupos poblacionales tan sumidos en pobrezas y desesperanzas que nunca podrán ellos solos salir de ese estado, necesitan ayuda de fuera. Y este gobierno “del cambio” de Oaxaca en quien tenían esperanzas, en vez de ayudarlos les manda policías y violencia como de nuevo sucedió en el reciente infructuoso desalojo de esta semana de esos triquis de palacio de gobierno, “La casa del pueblo”.

 

Sirve el día hasta para señalar que este día no debe esconder las grandes inequidades que sufren las mujeres en una sociedad de predominante cultura machista, a la que, por cierto, la mayoría de ellas contribuyen a sostener al educar bajo esos cánones a sus hijas e hijos, desprovistas, como hemos dicho, de educación de calidad o de educación a secas.

 

Sirve también el día de hoy 10 de mayo para ver a conocidos, amigos, parientes que mientras exaltan o recuerdan en el Facebook a la madre ni siquiera este día del año acuden a verla, no la atienden, no existe para ellos; pero copian y pagan excelsos pensamientos alusivos al “gran día” esperando decenas de “me gusta”. Y hasta ahí proyectan su egoísmo “Mi mamá es una hermosa mujer que tuvo hijos bien chulísimos”, ajá. Quizá algunos sufrieron las carencias que mencionamos de las madres de tercer o cuarto año de primaria, que tal vez se equivocaron pensando que hacían sinceramente lo mejor para sus hijos, cercadas por todo tipo de limitaciones y escasez. Pero como concluye Thomas Mann en su Doctor Faustus: En este mundo lo que hace falta es comprensión.

 

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