Alianza en crisis, abre paso al PRI

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Cuauhtémoc Blas

 

En la entrega anterior hicimos la aclaración que aunque el PRI se apresta a recuperar el poder ejecutivo de Oaxaca, eso tampoco es un hecho, claro está. No obstante, hasta ahora la alianza de partidos, que en números duros lo superaría en votos, no se ha dado. Y aunque la posibilidad de alianza PRD-PAN se diera faltarían los votos de MORENA para acercarse al triunfo. Ese casi 14 por ciento de votos obtenidos por el partido de López Obrador en Oaxaca, resta la posibilidad de éxito de la llamada alianza “agua y aceite”.

 

Sólo como ejercicio en números, tenemos de la elección federal de este 2015 en la entidad al PRI con el 30.02 por ciento del total de votos. Su aliado el partido Verde con 4.24 por ciento, y otro posible aliado el PANAL con 3.53 por ciento. Juntos tendrían 37.79 por ciento de votos.

 

El PRD obtuvo 21.21 por ciento de la votación; el PAN 10.17; Movimiento Ciudadano 2.86 por ciento y PT 2.68 por ciento. Lo que arroja un total de 36.92. Aunque podría descender a 34.24 por ciento si como otras veces el PT va en alianza con el PRI, como hace 12 años cuando apoyó la candidatura priista de Ulises Ruiz Ortiz, habida cuenta hoy de la inexistencia de un candidato fuerte y echado para delante como hace seis años lo era Gabino Cué Monteagudo.

 

Coyuntura del PRI

 

La coyuntura actual apunta a favorecer al PRI, pues la negativa de Andrés Manuel López Obrador de sumarse a la alianza PRD-PAN quizá le reste más votos a dicha alianza, por la fuerte presencia de ese personaje político, López Obrador, y el crecimiento natural de ese partido. Salomón Jara, el gallo de Obrador, es candidato débil, cuestionado y hasta rechazado está lejos de ganar la elección, pero sí de restar a la coalición o al PRD.

 

Empezó a sonar la posibilidad de que el senador Benjamín Robles Montoya, desdeñado extrañamente por su partido el PRD, sea el abanderado del PAN a la gubernatura de Oaxaca, merced a su alto posicionamiento en las encuestas.

 

Robles-Cué, distanciados

 

Este personaje es quien lleva más tiempo de recorrer el estado con miras a la sucesión de Gabino Cué. Lo ha hecho, empero, sin el apoyo del gobernador Cué de quien fuera eminencia gris en sus exitosas campañas, y durante los primeros años de su gobierno.

 

Distanciados, Robles ahora no sólo no cuenta con ese apoyo sino hasta tiene en contra la voluntad de Gabino de quien se dice ha pedido a la jerarquía nacional del PRD que vaya cualquiera de candidato menos Robles Montoya.

 

El auto nombrado “Tigre Robles” se ha ido a la yugular del gobierno de Cué, acusándolo de corrupción y malos manejos. Primero acusó al personero de Gabino, a Jorge Castillo, como el principal corrupto y corruptor del gobierno del “cambio”. Después tachó al gobierno de Cué de traidor.

 

Ha ido lejos en esto Robles Montoya, pues no sólo realiza denuncias en los medios de comunicación, sino que interpuso una demanda ante la PGR en contra de castillo por presuntos actos de corrupción. Luego contra Alberto Vargas Varela, Secretario de Administración, por lo mismo. Totalmente encarrerado, Robles hasta ha pedido la renuncia del gobernador Gabino Cué, por no poner orden en el gobierno.

 

Las encuestas no bastan

 

Sin el carisma, ni arraste, ni apoyos de partidos y grupos regionales que hace seis años tenía Gabino Cué, a pesar de puntear en las encuestas el Tigre Robles sólo con el PAN o algún otro partido menor, o como independiente —lo que es más seguro— sus posibilidades de éxito se avizoran cuesta arriba. Empero, restaría de manera importante votos al abanderado perredista. Sobre todo si ese abanderado es el rezagado José Antonio Estefan Garfias.

 

No es éste el mejor momento de la llamada izquierda en Oaxaca y sus alianzas. Los problemas con el PAN son fuertes, en tanto el PRD merced a su mayor porcentaje de votos reclama las principales plazas como el municipio de Oaxaca de Juárez, que ha sido bastión tradicional de Acción Nacional, por ejemplo.

 

Para asegurar la derrota del PRI otra vez en Oaxaca, necesitarían de un trabajo de conciliación mayor, en donde los aliados de antaño retornaran al redil oposicionista —incluyendo, de manera destacada, a MORENA—, y así ofrecer de nuevo un frente común para alzarse con la victoria nuevamente. Panorama que se ve difícil hasta ahora.

 

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