Magisterio y gobierno condenan a Oaxaca a mayor rezago

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Cuauhtémoc Blas

 

Poco a poco los fuertes defensores de la “lucha” magisterial de la Sección 22 con su CNTE han ido entendiendo que eso no es más que una puja por conservar intereses de poder sectarios y pecuniarios. Entre quienes destaca Denise Desser, quien ha dicho:

 

"Si la respuesta del Estado, como la de ustedes (maestros), sigue siendo por un lado la imposición y por otro lado la confrontación sin tregua, vamos a condenar a México a ser un país cada vez más rezagado, cada vez más rebasado, cada vez más pobre".

 

Sin embargo, aún quedan muchos que los defienden. Quién sabe si de manera sincera, de manera interesada al ser parte de los beneficiaros de ella, o por no retractarse de su anterior posición.

 

Fundamentalismo criminal

 

Quienes los defienden a ultranza y de manera anacrónica se inscriben dentro del fundamentalismo de movimientos injustificables como Sendero Luminoso del Perú que llegaba a matar a humildes campesinos que no les entregaban sus granos y alimentos, bajo la peregrina seudo justificación de que al no apoyar a esa guerrilla esos campesinos estaban en contra de la revolución y hasta deberían morir. Y morían, y los mataban.

 

Largo sería relatar sobre este movimiento sectario que masacraba a quienes constituían la justificación de su lucha, los pobres. Evidentemente sólo era una coartada, matar a quienes se dice defender es hasta patológico. Lo mismo pasa hoy con el magisterio de la S 22 y su CNTE: dañar a millones de niños pobres que necesitan de la educación para salir de pobres es su más grande contrasentido.

 

Movimiento sin humanismo

 

Un movimiento de reivindicación social que no contemple como su esencia el humanismo, es cualquier otra cosa, menos revolucionario. Es cuasi fascista como Sendero Luminoso y lo que impulsa hoy el magisterio en Oaxaca. La dictadura de la violencia y la ignorancia. La que condena a la pobreza a 910 mil niños, quienes no tendrán nunca ya las habilidades y destrezas para competir en un mercado de trabajo que exige hoy capacidades productivas.

 

Qué les importa a los profes que hoy secuestran a Oaxaca y condenan sobre todo a los pobres a mayor indigencia, meseros, artesanos, pequeños comerciantes. Entre ellos hallamos a Alma Delia, viajera comerciante, como miles de viajeras del istmo, dañadas irreversiblemente por la anarquía magisterial.

 

Cinco semanas —nos dijo Alma Delia— no pudieron viajar a ganarse la vida de San Blas Atempa, Tehuantepec, Juchitán, Unión Hidalgo, Xadani y otras poblaciones, a Puebla, México,

 

Coatzacoalcos, Minatitlán, Villahermosa, Huatulco, Puerto Escondido, Oaxaca, Tlacolula, Ciudad de México y el Estado de México, Guadalajara, Monterrey y muchos lugares más.

 

La impotencia es grande. Y para ellas, para esas pequeñas empresarias no habrá programas de apoyo económico que si tendrán para repartirse los empresarios amigos del régimen, aquellos con capacidad de interlocución política. Para ellas no habrá programa de rescate económico, sólo mayores deudas, retrasos y pobreza. En una charla-entrevista, la viajera nos aclaró mucho del daño de los peores enemigos del pueblo hoy: gobierno y magisterio.

 

Alma Delia, viajera, 5 semanas sin ingresos

 

— ¿Por qué no habías venido, paisana, he necesitado tu crema agria?

— Esos hijos de la chingada no dejaban pasar, los profesores. Cinco semanas no pude venir manito.

— ¿Y qué hacías? ¿Cómo te ganabas la vida?

— Hacía tamalitos, pero como no había dinero nadie compraba. Nosotros lo comíamos.

— ¿Cómo cuántas más salen a vender a otros lugares?

— ¡Ay!, pues muchas, muchísimas, a Puebla, México, Coatzacoalcos, Minatitlán, Villahermosa, Huatulco, Puerto Escondido, aquí Oaxaca, Tlacolula, muchísimos lugares. Nosotras las viajeras compramos todo el totopo, queso, camarón, tamales, curado (conservas), pan que nos venden los otros paisanos allá. Toda esa gente también se quedó sin vender, ¡así los cerros de totopo, manito!, y de queso y camarón y de todo. Triste vieras.

— ¿Qué opinas de los maestros que no te dejan pasar?

— A esos qué les importa la gente pobre, igual al gobierno que no hace nada, ellos como tienen seguro su dinero, pero la gente que tiene que viajar para vender, no, no es justo. ¿Qué se creen, pues?

 

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