.- Oaxaca, enroques y cambios; el negocio de Comunicación Social

Imprimir

Cuauhtémoc Blas

 

En el rejuego actual de los cambios en el gabinete de Oaxaca, tres personajes vinculados a Ulises Ruiz Ortiz, Eviel Pérez, Antonio Amaro y Héctor Pablo Ramírez, fueron puestos esta semana en el escaparate de la corrupción. Los dos primeros acusados de desvíos en SEDESOL, y el tercero en LICONSA, en el sexenio anterior.

 

Una hornada de políticos de Oaxaca llegó a esas dependencias, entre ellos en LICONSA Martín Mathus Alonso y Alejandro Leyva, como tesorero y manejador de imagen respectivamente, hoy en finanzas de Salud de Oaxaca el primero y el otro director de CORTV. Para que se vea como premian a estas personas, hoy candidatos al presidio.

 

Esto se da en el marco de los cacareados cambios en el gabinete, donde anuncian a otro ¿ex ulisista? para la Secretaría General de gobierno, Francisco García, de quien no se espera mucho, pero se inscribe en la dinámica rumbo a la sucesión de gobernador. Con la táctica de cooptar a los de grupos priistas enemigos para el proyecto de la familia Murat de seguir gobernando Oaxaca. Pero si de éste no se espera mucho, de otros nada se espera.

 

Es el caso del titular de COPLADE, el invisible Javier Lazcano Vargas, joven mexiquense que iría a SINFRA, donde ya opera con su gente en reuniones del área, pero sin experiencia en el ramo y sin conocer los problemas y grupos regionales. Así, no se entiende bien la lógica de los cambios, ¿para preparar la sucesión o para poner a los amigos donde hay? Ninguno de los dos casos es aceptable. Debería ser para que trabajaran por Oaxaca, pero eso, está visto, no es la idea.

 

Renuncian a Alfonso Martínez de Comunicación Social

 

Nunca ha sido esa idea, sino maniobrar en provecho personal y de grupo, en ese orden. Es lo que deja claro quien fuera coordinador de Comunicación Social del gobierno de Oaxaca, Alfonso Martínez, miembro de gobernante grupo mexiquense en Oaxaca, quien manejó a capricho esa dependencia. Incrementó de manera exorbitante el presupuesto de esa simple coordinación, sin que se viera a dónde iban esos recursos.

 

Pero no nos llamemos a engaño, si Martínez hizo y deshizo fue porque el gobernador se lo permitió. Nada de que traicionó a nadie. Diletante desconocido de los medios de la Ciudad de México, Martínez renuncia según él para incorporarse a grandiosos proyectos nacionales. Ajá, diría el tehuano, “como si sirvieras”. Tiene ahora, eso sí, negocios personales que administrar, y quizá los nuevos de la familia en el poder que extiende sus giros a todas las áreas. Se impone una auditoría a esa coordinación, manejó más de 200 millones al año, más que el Hospital del Niño que recibe menos de 40 millones.

 

La última mala broma del personajillo fue dejar en su lugar a Gisela Ramírez Hurtado, moderna malinche oaxaqueña, en quien desde siempre delegó la chamba mientras él estaba generalmente fuera de su oficina de Palacio de gobierno y de Oaxaca. Tiene méritos ella, sabe “chayotear” a chicos y grandes, a corresponsales de derecha e izquierda, auténticos decanos, mismos que tienen 30 años de proveer a sus medios, como el de Milenio y el de la revista Proceso en Oaxaca, por ejemplo. Duchos en el arte de “pegar” poquito. Seguramente no tardan algunos periodistas en publicar desplegados de apoyo a la señora, como lo hicieron hace un par de años cuando su benefactora era directora de Comunicación Social del Congreso de Oaxaca. Tema interesante el de esta mafia que merece un trabajo especial.

 

“Mexico libre”, moralmente imposible

 

Felipe Calderón, ex presidente de infausta memoria, pasa por momentos muy difíciles. Contrario a otros ex presidentes, que al culminar su sexenio sobrellevaban su conducta de la manera más discreta, Felipe hace todo lo posible por permanecer en el escaparate.

 

Tuitea, declara, se mueve, y por si fuera poco está en pos de registrar un partido político, cuyo nombre mismo es un agravio a los mexicanos avispados, “México Libre”, insultante ironía pues lo que hizo Calderón y sus asociados cuando dizque gobernó fue hacer al país esclavo de la delincuencia y de la corrupción.

 

México esclavo debería llamarser la propuesta del ex panista esclavo de los tragos, según se desprende de varios testimonios, entre ellos uno sólido que dejara Julio Scherer en su libro “Calderón de cuerpo entero”. Scherer entrevista, entre otros, a Manuel Espino, quien fuera presidente del PAN cuando Calderón fue candidato a presidente. Espino da ahí testimonio del alcoholismo de Calderón, al narrar los problemas que por eso se dio con Elba Esther Gordillo y sus huestes. Una reunión nacional de dirigentes del SNTE para negociar al apoyo a Calderón que estuvo a punto de no realizarse por el estado inconveniente del entonces candidato.

 

Parafraseando a un grande, diríamos que el registro de “Mexico libre” es moralmente imposible, menos cuando la reputación de sus dueños está por los suelos, con un daño enorme e irreparable a la nación, además de estar Calderón cerca del presidio. Eso le advirtió un ciudadano al expresidente quien lo encaró diciéndole que ojalá lo metan a la cárcel, “que le vaya bien en la cárcel”, le dijo y “gracias por la corrupción”.

 

www.revistaenmarcha.com.mx, lc.blas@gmail.com y @blaslc