Poder y contrapoder en Oaxaca Segunda parte

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En todo México pero más acusadamente en Oaxaca los índices de lectores son muy bajos, junto con los altos índices de analfabetismo y de analfabetas potenciales, de aquellos que aprendieron a leer pero no ejercitan esa práctica. Para no entrar en números basta decir que juntos periódicos y revistas no superamos los 50 mil ejemplares en un universo de 3.5 millones de oaxaqueños. En el país la proporción es similar. En Brasil un solo periódico tiene un tiraje de un millón de ejemplares, el O Globo. No es gratuito que Brasil sea una de las mejores economías y democracia con mayor calidad en América del sur.


Como no es gratuito que Oaxaca sea el estado más pobre del país, con una democracia muy débil, una casi ausencia de sociedad y una población reactiva, sin cultura política, muy poco participativa. Población que cada dos o tres décadas estalla en protestas y motines, a veces derriba a gobernadores pero eso nada cambia la situación política pues quienes llegan al poder no modifican sus prácticas autoritarias.convocatorio_2o_encuentro_de_periodistas


Esa falta casi absoluta de cultura cívica es lo que hace de Oaxaca un estado donde los elementos de la democracia están desdibujados. Aquí aún predomina la antigua dinámica electoral con el acarreo, las despensas y la compra del voto. La calidad de la democracia en el corredor priista del sureste es mínima: Veracruz, Oaxaca, Tabasco...


Pero democracia no sólo es ir a votar y esperar los resultados, sino mucho más, sobre todo el acceso a los satisfactores mínimos de vida,  a la educación y a la cultura. Y aquí está el quid del asunto, la educación…


La formación de ciudadanía no es posible sin una educación de calidad, que pueda fomentar la cultura política, con ciudadanos conocedores de sus derechos y obligaciones, participativos y cuidadosos de la transparencia en el ejercicio de los recursos públicos y en la toma de las grandes decisiones. Después de tres décadas de desastre educativo en Oaxaca, nuestro sistema educativo no sólo no contribuye a la creación de cultura política sino la inhibe, la detiene. Marchar y cerrar carreteras no es cultura política, pues esta última supone la participación consciente en los grandes asuntos de la sociedad.


Así, no es posible crear buenos ciudadanos, sin embargo queremos buenos gobernantes, lo exigimos cuando no tenemos buenos ciudadanos, ¿de dónde, pues, van a salir esos buenos gobernantes?, pues los gobernantes no se dan en el aire, sino salen precisamente de las filas de la sociedad.


El rezago educativo de Oaxaca afecta por partida doble, impide la formación de una cultura cívica elemental y acentúa el atraso secular en materia de civilización. En Oaxaca y sus regiones no sólo la calidad de la democracia no avanza sino que al parecer vamos para atrás. Junto con el reforzamiento de un gobierno estatal autoritario, desprendido del antiguo control del gobierno federal de la época posrevolucionaria, vemos también el reforzamiento de caciques municipales que hacen y deshacen en sus comarcas, lo que algunos autores han llamados “nuestros pequeños tiranos”. Y, por si fuera poco, encima de estos caciquismos municipales hay quienes buscan ser coordinadores regionales de los tiranos municipales, jefes de los caciques municipales, con intereses que, incluso, a veces se contraponen al interés del PRI y gobierno estatal.


Entonces la prensa como contrapoder tiene muchos temas de que ocuparse en Oaxaca, como los referidos hasta aquí. Pero una tarea histórica y singular es la que se avecina con las elecciones locales del año próximo. Desde ahora los medios de comunicación despliegan un papel importante en la designación de los futuros protagonistas, de los precandidatos.

Desde la propaganda de los seis supuestos aspirantes priistas a la candidatura del partido en el poder, hasta las discusiones de los de oposición por el mismo motivo. Estamos viendo y contribuyendo a la construcción de candidaturas que próximamente serán la oferta ante el pueblo de Oaxaca.


Entre las singularidades del proceso electoral que ya inició y habrá de culminar el 5 de julio del año próximo, está la reedición priista de un aparente proceso democrático donde el gran dedo elector del gobernador designó a seis supuestos aspirantes a la candidatura del PRI al gobierno del estado, pero que quienes seguimos de cerca los procesos políticos de Oaxaca sabemos que sólo dos de ellos tienen la venia de ese gran elector: Jorge Franco Vargas y Eviel Pérez Magaña. Sin embargo, esta novedosa modalidad simuladora ha despertado inconformidades en el seno de ese mismo partido, de miembros prominentes, como el magistrado Raúl Bolaños Cacho, quien abiertamente mostró la rebeldía de los priistas por dicha simulación y rechazan las posibles candidaturas de los vinculados con la creación del gran conflicto sociopolítico del 2006, que son, precisamente, los dos personajes mencionados.


La posible alianza opositora espera, empero, la designación de uno de esos dos personajes, evidentemente los más débiles de la oferta priista para avanzar con su más posicionado abanderado que es el actual senador Gabino Cué Monteagudo, quien ha dado ya más de dos vueltas al estado reforzando su imagen y presencia en pos de nueva cuenta de la candidatura de la alianza PAN-PRD principalmente, aunque también se espera que se le unan PT, Convergencia y PANAL.


De manera que estamos a las puertas de un proceso histórico singular, donde los oaxaqueños tendremos que elegir, cercados por las viejas prácticas del clientelismo político, el reparto de despensa y compra de votos, al nuevo gobernador del estado. Cercados, acotados por una democracia incipiente, que al parecer en vez de ir para adelante retrocede y, perdón por ser pesimista, sólo augura mayores rezagos y problemas a los años venideros de Oaxaca.


En este proceso de selección de candidatos los ciudadanos tenemos poco que aportar, pues las élites políticas son quienes deciden en sus cerrados círculos las escasas ofertas que tendremos enfrente. Sin embargo, sólo la participación de los ciudadanos masivamente en las urnas o, paradógicamente y cómo mínima posibilidad, una “buena” (muy entre comillas) designación del candidato del PRI podría detener un poco el decadente destino de Oaxaca.

 

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