.- Feminismo y neoliberalismo

Imprimir

Cuauhtémoc Blas

 

El movimiento feminista, como el ecologista, el gay y otros se inscriben en las llamadas minorías políticas, pero con notoria presencia en la sociedad. Considerarlas, y darles espacio público ha sido distintivo de las democracias modernas. Estos grupos no siempre arriban al poder, pero ayudan a inducir decisiones o políticas públicas.

 

Quién sabe si sea adecuado que lleguen al poder, pues generalmente lo hacen los más atrevidos como el Partido Verde Ecologista con el señuelo de la defensa de los ecosistemas, y hoy vemos lo que es: patrimonio de familias y mirreyes, es decir hijos de políticos que heredan partidos y cargos. Antiguos ninis de lujo hoy son prominentes dirigentes de ese partido satélite.

 

Las cuotas a mujeres

 

El otorgamiento obligatorio de la mitad de diputaciones y cargos a las mujeres, tampoco ha servido para mejorar la situación de la mayoría de ellas. Se ha creado una élite que incluso ha devenido en las “eternas plurinominales”, en el caso de las diputaciones. Mientras tanto, no solo continúan sino se incrementan los feminicidios y la impunidad que los promueve. Así, de poco sirve el cúmulo de mujeres en el poder.

 

Estamos en una coyuntura difícil para el genuino movimiento feminista. Coyuntura inscrita en el marco de los innegables cambios, si bien aún incipientes, que plantea la política de la llamada Cuarta Transformación (4T) del presidente Andrés Manuel López Obrador. La principal de ellas: detener la gran corrupción y venta de los bienes del país.

 

En el actual proceso electoral que el próximo julio ratificará o no el apoyo mayoritario al presidente, todo se torna más álgido. Las fuerzas políticas, sobre todo las de oposición sacada del poder público y reducida a minoría, con sus aliados los grandes empresarios súper enriquecidos a costa de los negocios con el dinero público, se unen abiertamente en pos de recuperar sus privilegios.

 

Los infiltrados en el feminismo

 

No es nuevo que grupos de choque de esos grupos de intereses infiltren y usen cualquier movimiento que cuestione a sus enemigos. En eso están partidos políticos que no sólo han sido desatentos con las demandas feministas, sino abiertamente enemigas de las mismas, como el PAN con la demanda de aborto. Comunicadores y grandes medios hoy se tornan adalides del feminismo. Vemos por primera vez en ellos grandes titulares y primeras planas.

 

Sin embargo, el genuino movimiento feminista no es responsable que esos grupos se “cuelguen” de sus demandas, que las infiltren y manden a realizar acciones violentas. El movimiento se ha vuelto un amasijo donde se juzga por igual a los infiltrados que a las mujeres con todo el derecho de mostrar su legítimo coraje por la violencia que sufren, por la impunidad que padecen.

 

Es más fácil para quien no ha sufrido violencia con su gente cercana, condenar la furia de las mujeres, condenar que pinten y destruyan, pero quien ha vivido la destrucción de sus vidas o la de sus familiares, quienes han sido burladas por la impunidad del llamado “pacto patriarcal” y ven a sus agresores en libertad, no sólo querrán hacer esas acciones, sino que el mismo mundo estalle. No es el reclamo de un auto que les robaron o un empleo que les quitaron, son vidas que han sido violentadas o casi destruidas. No se aplaude la violencia y el vandalismo, se debería inhibirlas con la aplicación plena de la justicia.

 

Privilegian lucha contra el neoliberalismo

 

La periodista y escritora Sabina Berman recomendaba al presidente “ceder lingüísticamente” y declarar: “Soy feminista”. Y es que ellas no son sus adversarias, de hecho, siempre se ha tenido la percepción que el movimiento feminista está inscrito en la izquierda, como también se ha caracterizado al movimiento obradorista. La escritora declaró que hay aquí un malentendido que está escalando, pero que no se trata de un movimiento pequeñoburgués, sino ya está en todos los ámbitos, las clases medias, intelectuales e indígenas.

 

No obstante, ese evidente yerro actual, que debería corregirse, no elimina el gran trabajo por rescatar los bienes nacionales entregados mediante la gran corrupción de los gobiernos pasados del PRIAN: la entrega del 60 por ciento del oro mexicano a empresas extranjeras; los 14 mil millones de pesos casi obsequiados cada año a la empresa Odebrech, el desmantelamiento de PEMEX y CFE que enriqueció a empresas privadas, venta de playas e islas, la Estafa Maestra, la fraudulenta construcción de refinerías, la compra de la industria chatarra de Agro Nitrogenados a AHMSA aun multimillonario sobre precio, donde 60 por ciento de sus fierros no sirven…

 

Son los saldos del dañino neoliberalismo depredador. Por eso, como dice Edgardo Buscaglia, incluso en el ámbito global hay que apoyar a quienes planteen un daño menor.

www.revistaenmarcha.com.mx, lc.blas@gmail.com y @blaslc