De veras, de veras...

Al notar que los dolores que lo aquejaban en el estómago no cedían, un diputado panista decidió visitar a un médico. El galeno le detecta una úlcera y le indica que, aunque está grave, su mal tiene remedio:
—Lo que usted necesita es recibir la leche de una mujer que esté amamantando.
—Pero, ¿dónde voy a conseguir una? —indica asombrado el político.
—Esa es su bronca, ¡soy su médico no su padrote!— le responde el facultativo.
El diputado sale del consultorio muy preocupado; de pronto, recuerda que una vecina de una de sus propiedades en San Felipe tiene un bebé recién nacido.
Para su buena suerte el esposo de la hermosa dama es agente viajero. El diputado espera el momento oportuno y observa cuando el marido se despide de la curvilínea mujer. Esa misma noche toca a la puerta de la bella. La dama lo recibe amablemente en ropa de dormir.
El político le explica la situación y la hermosa mujer, muy comprensiva lo sienta en la sala, se descubre los pechos (talla 38, copa “C”) e invita al sujeto para que se despache a su gusto.
El diputado se pega a los rotundos senos y succiona ansiosamente. Durante unos minutos permanece como becerrito recién nacido. Con tal actividad, la joven, comienza a excitarse, por lo que, con la voz entrecortada le sugiere al hombre.
—Oiga... diputado... ¿no se le antoja algo, además de la leche?
—Ay, va decir que soy encajoso, pero... ¿no tendrá por ahí unas galletitas?