Etelbertico no pudo ser maquinista

POR BRUNO MORENO


Hace años, antes de que Ernesto Zedillo vendiera a los gringos los Ferrocarriles Nacionales, el anhelo de los chamacos de Matías Mugrero era ser garrotero o maquinista de trenes. Fue el caso de Etelbertico, quien se inscribió en el Centro de Capacitación ferroviario para aplicar como maquinista. 

 

Sólo para romper el hielo, el instructor, paisano de gran humor, le preguntó:

 

— ¿Qué velocidad debes imprimir a la máquina cuando viene de bajada?

— Unos cien kilómetros por hora, respondió.

—¿Quée?, ¿estás loco?, estalló el instructor.

—¿Unos 20 kilómetros por hora?, le bajó prudente ante la reacción.

—¡Chamaco zonzo, debes ir frenando, acaso quieres matar a todos los pasajeros!

 

Como reprobara el examen, mejor salió a estudiar medicina. No curó a nadie, pero llegó a presidente municipal, donde se vacunó para siempre contra la pobreza.

 

Sin embargo, por las noches tranquilas, con lunas de octubre, aún sale a caminar por el patio de la Estación, acariciando a las viejas máquinas de los trenes que nunca pudo conducir.

 

Y todavía se pregunta, ¿por qué razón el freno hace que la máquina vaya más rápido en bajada?