Humor oaxaqueño

Por BRUNO MORENO


No hay descanso

 

Un joven gobernador tomó un descanso nada menos que en las paradisíacas playas de Tuyehulaco. Luego de sus ejercicios matinales, de correr 50 kilómetros y levantar 400 kilogramos de pesas, tomó un frugal desayuno junto a su esposa. Después se reunió con sus “apestosos favoritos” de la región, como llamaba a los presidentes municipales de su partido. Dio un gran discurso, a decir de sus subordinados.

Fue a comer con el chef más capacitado de la comarca, quien le preparó la clásica sopa de mariscos a la parabrisas.

Firmó autógrafos y generoso se tomó selfies hasta con los meseros. Finalmente se tendió satisfecho en un fino camastro sobre la arena.

Un despistado, nunca faltan, al pasar por ahí le preguntó:

—¿Qué hace ahí tan solo, señor gobernador?

—Aquí nomás, robándole unos rayos al sol.

—Caray señor, ¿qué usted nunca se cansa?


Que Airee su billete

 

André Nosdestrosa quedó con fama de tacaño; gracias a su notoriedad en los ámbitos político y cultural siempre le pagaban todo. Al final de sus días le dio por el negocio de la mercadotecnia. Telmex lo empleó en una publicidad de la Guelaguetza. Aparecía su foto con la leyenda: “La milenaria Guelaguetza”. Quizá la paga fue mucha para tal exageración, pues ese espectáculo aún hoy no cumple un siglo. Quien casi cumplía un siglo era él. Por eso alguien escribió: “Es más viejo Nosdestrosa que la Guelaguetza”.

Cuentan que cuando el teniente coronel Pequeño Xadani se jubiló, y lo ascendieron a general, como se acostumbra en el Ejército, ascenderlos gratis un grado cuando se retiran, hubo una comilona de paisanos en un restaurante de la Ciudad de México. A la hora de pagar cada uno sacó su billetera para hacer la vaquita. Nosdestrosa hizo el intento, como siempre, pero el festejado lo atajó:

—No, cómo crees hermano, tú eres nuestro célebre invitado.

—Déjalo que siquiera airee su billete, lleva meses sin usar su cartera, gritó un eufórico desde el fondo de la gran mesa.