Guelaguetza “incluyente”, sacrifica la calidad
Difícil debe ser armonizar la “política pública” de diseñar la Guelaguetza de los Lunes del Cerro con lo más representativo del folclor y, al mismo tiempo, ser muy incluyente. Este concepto no puede aludir más que a incluir al mayor número de delegaciones en la Rotonda de la Azucena.
Difícil armonizar calidad con cantidad, antes bien resultan contrarias. Confirma lo anterior la dinámica con que desde hace unos 20 años se realiza el programa de la Guelaguetza. Eso la ha llevado a ser monótona, cansada, aburrida. Y lo anterior lo sostienen folcloristas y conocedores, con años de participar en la celebración más importante de Oaxaca.
Luego de décadas de presentar una Guelaguetza respetando más o menos el diseño clásico original, los poderosos locales no resistieron la tentación de incluirle sus caprichos. Así, Ildefonso Zorrilla Cuevas metió la delegación de su natal Juquila, como después José Murat lo hiciera con su pueblo Ixtepec. El secretario de Turismo de Gabino Cué, dueño de hoteles en Huatulco, José Zorrilla de San Martín, impuso a ese municipio.
Tales ocurrencias alteran la programación, restan calidad y prolongan la duración de la fiesta, sin aportar algo encomiable a la misma. El primero, Juquila, llegó con sones de la Costa, cuando ese municipio es más bien serrano; el segundo con los mismos sones istmeños; y Huatulco prácticamente… con muy poco.