7 de julio, la prueba de las urnas

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Aquí el concepto referéndum no es exacto pero sirve para referirse al grado de aceptación al gobernador Gabino Cué que se desprenderá de las elecciones del 7 de julio. No obstante, que referéndum y plebiscito ya están en la Constitución de Oaxaca, sólo forman parte de la simulación política actual. En teoría el próximo año podría llevarse a cabo un referéndum al gobernador, pero las leyes reglamentarias para su puesta en marcha no se han legislado.

Parecen extraños ciertos comportamientos de la ciudadanía, de tal forma que uno vaticina una cosa y después nos ponemos a explicar porqué sucedió lo contrario. Algo así pasó en la elección de 1994 cuando el PRI con Ernesto Zedillo alcanzó el impresionante 49.69% del padrón, casi el 50 por ciento en una votación histórica del 70 por ciento del padrón nacional, en pleno auge del movimiento zapatista y movimientos de izquierda.
En Oaxaca en 2007, después de la revuelta el año anterior del Magisterio y la APPO, el PRI además de recuperar las más importantes municipalidades se alzó con el carro completo para el Congreso local, cuando un año antes perdió 9 de 11 diputaciones federales. El motín contra "El tirano" Ulises Ruiz Ortiz y los gritos de "Ya cayó, ya cayó" no hallaron correspondencia en las urnas, y no precisamente porque los ciudadanos lo aclamaran sino porque muy pocos quieren la violencia. Finalmente, en 2010 la derrota de Ulises y su delfín fue apabullante.
El mensaje rotundo de los ciudadano es, sin duda, no a la violencia; en el primer caso, el de 1994 fue un no a la guerra aparentemente iniciada en Chiapas con el EZLN que en realidad no estaba preparado para enfrentar al Estado Mexicano; y el segundo caso, el de Oaxaca, un notorio rechazo a la violencia urbana de 2006. Incluso el municipio de Oaxaca lo ganó el PRI. Lo que corroboró que la ciudad y mayoría de oaxaqueños eran (¿son?) antiappo. No obstante la notoriedad de los activistas por las manifestaciones y la comunicación que despliegan.
Actualmente no hay un hecho histórico similar que se cierna sobre las elecciones, pero sí un malestar social, una decepción popular respecto del gobierno de Gabino Cué que arribó al poder con la oferta de cambios y nada ha cambiado, incluso la promesa esencial de castigar a los funcionarios deshonestos del pasado quedó en el olvido. Y menos castigaran a los actuales.
Por eso aunque las votaciones de este 7 de julio serán, decíamos, de alguna manera una prueba de la ciudadanía hacia el gobierno, a éste parece no importarle demasiado cuando también tiene en juego nada menos que el control del Congreso local. Los candidatos se quejan de pocos apoyos, incluso un dirigente regional en reunión con el gobernador, nos dicen, le preguntó claramente si era o no su elección, si no lo era para saber a qué atenerse. Al menos así sucedía en principio.
Entre tantos asuntos destaca en este proceso la impreparación de la mayoría de los aspirantes, candidatos a ediles que no saben que es democracia y gobernabilidad, o a diputados que no conocen las leyes elementales. Es preciso que conozcan conceptos mínimos, esenciales pues de otra manera ¿Cómo van a gobernar? Pero esta insuficiencia se da desde el nivel más alto de gobierno hasta las agencias municipales, la decadencia económica y política de Oaxaca va de la mano de la impreparación de sus representantes. El meollo del asunto es que el subdesarrollo está en la mente. Por eso estamos como estamos.