El peor edil y los que vienen

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Terminaron tres años de gobiernos municipales. Inician otros ayuntamientos, órganos de gobierno de las municipalidades, no con muchas esperanzas. Si en la mayoría de los municipios los tres años pasados fueron tiempo perdido, sin remontar en lo mínimo sus problemas principales, en el presente tampoco se ve la posibilidad de que siquiera empiecen a ser resueltos.

En general los ayuntamientos 2010-2013 no sólo nada resolvieron sino echaron atrás las ruedas de la historia. A pesar de que cada vez contaron con más recursos cada año hicieron menos, pues de que tuvieron más dinero fue evidente que lo tuvieron, baste mencionar sólo el aumento arbitrario de sus ingresos propios con el alza hasta en mil por ciento en el predial que fue el caso de Oaxaca de Juárez.

Como escribimos a finales del año pasado, ¿dónde están los ahorros que obtuvo el ayuntamiento de Oaxaca con el despido de 300 empleados de confianza? Así como los recursos por esos ingresos propios. Del problema más grande y grave de Oaxaca, la construcción de un nuevo centro de acopio de basura ante el desastroso y rebasado tiradero actual, que también señalamos en estas páginas, nada se hizo en lo absoluto. El caótico tiradero de Zaachila, desde hace una década obsoleto, sigue contaminado y al borde del colapso. 

Es históricamente dura la experiencia que Oaxaca acaba de sufrir con Luis Julián Ugartechea Begué. Otro que llegó al poder con el señuelo del “cambio”, y resultó peor que aquellos que criticó desde 2006. Por eso es doble o triple el daño a la sociedad: 1) Por el atraso a que llevó al municipio; 2) por haber engañado y defraudado a la ciudadanía y, sobre todo, 3) Por enterrar la credibilidad en que algo puede cambiar, por liquidar la esperanza. Por eso con mucho a él le corresponde ser designado el peor presidente municipal de 2013. Como en el 2012 lo fue José Julio Antonio Aquino de Xoxocotlán y en 2011 Gerardo García Henestroza de Salina Cruz.

El mapa municipal, no obstante cambios en detalles ofrece muy poco nuevo. Es un panorama hasta patético, como se esboza en este número, pues exhibe a pueblos sin memoria histórica, donde el pasado se reinstala con ediles que ya han gobernado dos y hasta tres veces, y han gobernado muy mal, con escándalos de corrupción y nepotismo: Pochutla, Matías Romero y Huajuapan.

Panorama gris en Salina Cruz, donde el tribunal electoral torció la voluntad ciudadana para imponer a quien fue derrotada en las urnas. Queda así un pueblo burlado y dolido que en cualquier coyuntura podría explotar, más cuando “El Flaco” Sandoval, secretario de gobierno autorizó cual si fueran tomates media docena de anticonstitucionales regidurás extras a ese ayuntamiento espurio. En Xoxocotlán se instala la frivolidad como gobierno, con un locutor.

En Huatulco de nuevo Jorge Sánchez le hizo mala faena a su municipio. Hace tres años él fue quien dejó a un mal presidente; y ahora repitió su omisión. Su soberbia y la de su neófito equipo cercano fue la causa. Hasta su padrino Murat cayó en lo mismo. Semanas antes de las elecciones creían tener ya el triunfo en la bolsa pero los profesionales del marketing que manejaban la campaña de Darío Pacheco maniobraron con eficacia. Con encuestas en la mano sabían que tenían que inhibir 2 mil votos a favor de Sánchez, e impidieron que esa cantidad de votos llegara a las urnas. La derrota es huérfana, “haiga sido como haiga sido”, diría un clásico.