Los cuervos estatales

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Hay quienes con el argumento de la soberanía del estado rechazan las nuevas disposiciones que el centro federal está tomando o retomando. Destacan dos de singular importancia: el control de la administración del servicio educativo y el de los asuntos electorales.

Empero, esos asuntos delicados en manos de los gobiernos de los estados, como en Oaxaca, se han pervertido evidentemente.

 

Centralización electoral

 

De ahí que no se haya dado una notable oposición desde las entidades por defender sus instituciones “democráticas”.

Los institutos electorales estatales han sido borrados desde el centro federal con la creación del Instituto Nacional de Elecciones (INE) que suple al IFE y que nombrará ahora a las autoridades electorales locales.

De dónde habría fuerza moral para defender sus endebles instituciones los estados cuando después de casi 20 años de ensayar la ciudadanización de esos órganos es claro que los gobernadores nunca soltaron el control del mismo, aunque permitiendo que los partidos se repartieran los puestos y cargos a placer. Así como el manejo irregular de sus millonarios recursos. Es verdad que en

Oaxaca el jefe del poder ejecutivo actual no ejerció su control sobre el instituto electoral, pero más por su talante de no controlar nada de los grandes asuntos estatales que por voluntad democrática. Cuando el instituto necesitó de su autoridad fue omiso siempre.

 

Centralización educativa

 

En la cuestión educativa desde la creación del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, nació mal, Heladio Ramírez más que negociar la supuesta descentralización entregó la administración a la Sección 22, con lo que le dio una fuerza colosal con el control de los 60 mil docentes de entonces, al ser sindicato y patrón.

Quien no se ajustara a los dictados de los dirigentes sufría y sufre represalias, hasta ser despedido. Así, cómo no iba a adquirir tal poderío esa sección, con ese control casi absoluto. Es más importante la participación sindical que la preparación de los maestros. No tener  actividad sindical puede ser letal para un docente, no tendría incremento de horas y por ende de salario si trabaja en una escuela secundaria, o no tener acceso a préstamos, permutas y demás prestaciones.

 

Sólo quitarle al sindicato el carácter de patrón, separarlo de la administración del servicio educativo sería de gran beneficio para la sociedad oaxaqueña, pues el vicio de ser sindicato y patrón, juez y parte, ha fomentado distorsiones graves: que los maestros se preocupen más por quedar bien con la gremial que con la calidad de la educación y su trabajo docente, que no sólo pasa a segundo término sino ha sido francamente dejado de lado durante 34 años, con el enorme daño que eso implica. Además, de la venta de plazas a cualquiera, la herencia de las mismas al menos listo de la familia que no tiene trabajo y el tráfico de las mismas con sus seguidores, cómplices y hasta a cambio de favores sexuales. La descomposición es aguda, los entre 10 y 20 mil plazas en manos de aviadores, comisionados y no identificados en Oaxaca es de escándalo. Así como la decadencia plena de las escuelas Normales, cuna de la anarquía y el caos en la entidad.

 

En este punto no sólo no hay argumentos para oponerse desde Oaxaca a la re centralización de la educación, sino es necesaria y urgente. Punto inicial para arrancar la recuperación del servicio educativo de la corrupción sindical y sus cómplices gubernamentales y salir del caos en que lo tiene el sometimiento más agudo y grosero que nunca hoy del gobierno del estado a ese cuervo que creó y crió durante tres décadas.