Pleito por el control del servicio educativo

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En lo dicho, no se le veía porvenir al Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación de Oaxaca (MDTEO) de la Sección 22 con su dinámica tradicional. Con su soberbia y tozudez, con su confianza en sus métodos, con sus 35 años infalibles en sus exigencias, no les quedaba otra que caminar rumbo al despeñadero.

 

¿Hacia dónde más se dirige un movimiento que ha conseguido todo? Con 120 días más de salario; 20 o 30 por ciento de días de trabajo que no acuden a dar clases sin sufrir descuentos; un completo abandono de su misión educativa con el millón de infantes.

 

No es atrevido decir que cuanto ganaban era a costa de la sociedad, desde las obstrucciones a las actividades productivas, hasta el incremento de la deuda pública estatal para hacer frente a los pagos pactados en la entidad con la gremial, 7 mil millones de pesos.

 

Nada a cambio ofrecían en sus largos pliegos petitorios anuales, en la doble negociación establecida desde 1992, no ofrecen superar rezagos educativos, nada que justifique los 120 días adicionales a los 200 días de trabajo obligado, con el pago de los 365 días del año, por supuesto.

 

Los maestros de Oaxaca cobran en total 485 días al año, nada mal. ¿Quién podría estar en contra de sus buenos ingresos si a cambio ofrecieran buen servicio? Qué ganas de tener buenos maestros y apoyarlos con entusiasmo, pero Oaxaca está en el sótano de calidad educativa desde hace décadas. Así no se puede.

 

La disposición federal de afrontar ahora sí a la Sección de Oaxaca se dio después de tantas fintas y negociaciones. Un par de años de round de sombra entre gobierno federal y CNTE, agrupación disidente del SNTE, cuya columna vertebral que la nutre es la S 22. La gremial oaxaqueña no varió su postura, negociaba cual si lo hiciera con su subordinado gobernador de Oaxaca. Tomaba acuerdo que luego no atendía “por ser rebasados por la base”; los líderes tomaban recursos pero no cumplían, como en Oaxaca.

 

De manera que cuando la mano izquierda de la Secretaría de Gobernación, Luis Miranda, los dejó la estrategia del gobierno federal ya era otra. No lo entendió la 22, empeñada en su postura irreductible: echar abajo la reforma educativa en el país.

 

Nunca se percataron que si bien habían sometido 23 años a los gobiernos de Oaxaca —desde 1992, que Heladio Ramírez los hizo sindicato-patrón—, no era lo mismo enfrentar la fuerza del gobierno federal con todo su aparato de Estado. Desatendieron el Arte de la Guerra: “Si no sabes ser un buen débil, perecerás”. Siempre se sintieron los más fuertes, les faltó autocrítica, sencillez, asesoría, inteligencia, tener los pies en la tierra.

 

Para su buena suerte, la S 22 tiene enfrente a gobiernos erráticos y debilitados, así, con toda su crisis sindical, mucho podrán rescatar si atinan a recomponerse. No para bien de la calidad educativa de Oaxaca por cierto, eso no está contemplado ni por ellos ni por los gobiernos estatal y federal. El pleito es por el poder, por el dinero, por el control del servicio educativo.

 

Esta batalla se da en vísperas del proceso electoral estatal. Gabino Cué agotó su ciclo con más pena que gloria. No obstante, su grupo de poder se apresta a dejar sucesor, aunque el viejo PRI también maniobra con un joven prospecto. La elección de 2015, cual ensayo para 2016, no deja buenas cuentas a la alianza gobernante, el PRI ganó 7 de las 11 diputaciones de mayoría. Junto con sus aliados logró una mayoría porcentual, aunque débil. Sin embargo, espera el gran servicio del partido MORENA que reste votos a la otra alianza.