En el sexenio del “cambio” la peor corrupción municipal

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En este sexenio del “cambio” se dan los peores casos de corrupción y desorden municipal. Nadie pone coto al desenfreno de los presidentes municipales, es más, hasta reciben el apoyo del poder ejecutivo del estado. Van tres muestras de ese apoyo: 

 

1) iniciaba este sexenio cuando en una de sus audiencias públicas el gobernador llegó a Pochutla. Estaba junto al presidente municipal priista de ahí, Enrique Enzaldo cuando llegó una mujer hasta ellos y le dijo: gobernador el presidente no quiere otorgarme el derecho de audiencia. Gabino no contestó, entonces el edil respondió: “Y ni te lo voy a otorgar”. La exhibición de poder tribal en la cara del gobernador fue suficiente para la atribulada ciudadana.

 

2) Enviados del gobierno del estado revisaban cuentas del presidente de Tuxtepec, José Manuel Barrera Mojica, y al ser muy cuestionado, cuentan los presentes, Barrera soltó fastidiado: “Es cierto que estamos mal, pero Gabino está igual”. Ese ex ayuntamiento llegó al saqueo del erario con los partidos de la alianza aún gobernante.

 

3) Nada diferencia a un grupo delincuencial violento de una autoridad fuera del Estado de derecho. En Santa Lucía del Camino eso sucede, tal parece que el ayuntamiento hubiera sido electo para atracar a la población. El presidente, Galdino Huerta, ha batido record en cuanto a permisos de giros negros. Clausura empresas, aumenta de manera exorbitante los impuestos, apoya lo delictivo y castiga lo productivo. Encarcela a sus paisanos críticos, y ahora hasta con la policía estatal con lo cual el gobierno del estado apoya su violencia. Por ello, Santa Lucía del Camino ha sido nominado el peor ayuntamiento del año.

 

Pobreza, flagelo principal de los negros de Oaxaca

 

El problema esencial de los negros de Oaxaca es que son pobres, que viven en áreas rurales depauperadas. Aquí lo rural casi es sinónimo de miseria. En eso se parecen a los indígenas. Por ello, quizá, el recelo de indigenistas oficiales, pues como ente colectivo, los negros disputarían la bolsa de programas de gobierno que hoy es exclusiva de indígenas.

 

Avanzan, por fin lograron que el INEGI los censara. Son 1.4 millones de afromexicanos. Aunque Sergio Peñaloza, líder negro, dijo: “no refleja verdaderamente cuántos somos, porque muchos prefieren no asumir esa identidad debido a la discriminación histórica que hemos padecido”.

 

Así es, muchos negros no quisieran serlo, pero otros que se aceptan como tales no conocen o no están familiarizados con el nuevo y hasta elegante concepto de afrodescendientes. El término tiene precisión, es vital el crecimiento teórico sobre el tema, pero sin perder objetividad. Las herramientas teóricas deben servir para ayudar a modificar una realidad adversa, no para el desarrollo de una élite académica separada de su objeto inicial de estudio.

 

Así sucede con los indigenistas profesionales con sus teorías que llevan a más teoría, y hasta la sola diversión intelectual. Académicos que teorizan desde sus torres de cristal del CIESAS de la ciudad de México y otros cenáculos. Ese podrá ser uno de los riesgos como otros que adelantaron los dirigentes negros aquí entrevistados.

 

Entre los riesgos de sus búsquedas está adoptar acríticamente elementos del rezagado sistema colonial de usos y costumbres. Como dice la leyenda, voltear hacia atrás puede convertirnos en estatuas de piedra.