Frankenstein indomable

Imprimir

Medios de comunicación, artículos y columnas de todas partes atribuyen la responsabilidad del actual conflicto exclusivamente a la gremial Sección 22 del SNTE, adherido a la CNTE, organismo disidente al interior del Sindicato nacional.

 

López Obrador quien ha buscado acaudillarlo, es acusado de igual manera de tener esa responsabilidad. Es evidente el oportunismo del líder de Morena, pero él no revivió el conflicto. Aunque claro, se monta en él y lo promueve en su agitación permanente rumbo a 2018.

 

También se culpa a la guerrilla, el “coco” que asoma siempre en las gestas de la 22. Grupos que, como las organizaciones sociales, también se han nutrido del magisterio. Inspirados en sus símiles de Guerrero de los años 70´s y en los de Centro América. Los normalistas de Oaxaca llegan a tener cierta instrucción al respecto. El manual del guerrillero urbano aún circula en estos lares.

 

Hay buenos que creen en la novedad del “gran movimiento”, pero no es nada nuevo, tiene casi cuatro décadas ya. El Estado en su conjunto abandonó a Oaxaca, sobre todo en materia educativa. No por nada estamos a la cola de los indicadores de calidad educativa, del promedio de escolaridad nacional, de competitividad y productividad.

 

Hoy el gobierno federal más por retomar el control de la administración total del sistema educativo que por realizar una reforma educativa real, enfrenta a los maestros de Oaxaca y de otros estados donde existe la CNTE.

 

Hace falta poner orden en lo administrativo, como inicio de una reforma amplia, sobre todo en esta entidad donde el tráfico y venta de plazas, horas, adscripciones era casi a la luz pública por parte del sindicato-patrón S 22, pero falta lo esencial, la reforma académica. Los maestros genuinos, que no compraron ni heredaron plaza, ante una auténtica reforma educativa, sin duda brindarían apoyo y legitimidad a la misma.

 

La S 22 tiene, es innegable, gran parte de la responsabilidad del conflicto y de la caída no sólo educativa sino económica de Oaxaca, por su agitación y violencia permanente, por no educar para la paz sino al contrario, pero ¿quién lo permitió durante décadas? ¿Quién convalidó y le dio impunidad tanto tiempo? Es más, ¿quién entregó el IEEPO en 1992 a la S 22? El gobierno.

 

¿De qué otra manera las camarillas que comandan la S 22 llegaron a tener el control del 84 por ciento de la estructura del IEEPO? Con la anuencia u omisión del gobierno. Y ahora que quiere recuperar la llamada rectoría del Estado, no tiene ese gobierno federal, con su ayudante el estatal, la capacidad para hacerlo.

 

Damos un par de datos de su ineficiencia: la ocupación del IEEPO sin tocar la estructura de control institucional de la S 22 en el sistema educativo en las regiones y la paulatina detención de dirigentes y ex funcionarios que la gremial tenía en los cargos institucionales. Fue una sucesión de golpes que a la larga la hicieron fuerte de nuevo.

 

Lo que no destruye fortalece, sostiene Maquiavelo. Y en esa dinámica detienen a los dos dirigentes de la S 22, Villalobos y Ginés, cuando el magisterio se encontraba movilizado. Entonces, ¿quién revivió de nuevo al movimiento? Pues el gobierno, el mismo que creó a su Frankenstein S 22 al que ahora no sabe someter.

 

El Estado y los gobiernos tienen la obligación de garantizar la educación de los mexicanos, de garantizar el Estado de derecho, deben cumplir el contrato social, para eso se les entregó el poder y el erario. Es trabajo de los funcionarios, a ver cómo le hacen. Si no pueden, habrán reprobado esta evaluación, y para ellos no hay cursos de regularización.