Un paraíso terrible

Imprimir

Frente a los escándalos de corrupción, de faltantes de recursos en el gobierno estatal pasado en su conjunto, que sólo la Auditoría Superior de la Federación anuncia son de 8 mil millones de pesos; otra cantidad similar en la Secretaría de Salud; en la Secretaría de Seguridad Pública; en SINFRA, CAO, etc., las instituciones encargadas de auditoría y vigilancia palidecen, exhiben su ineficacia.

 

En los municipios el panorama es igual, es evidente el desvío de recursos, ante el franco abandono de la gobernabilidad del estado, los presidente municipales se convirtieron en auténticos pequeños tiranos. De algunos nos pudimos ocupar en las páginas de En Marcha en estos seis años.

 

Oaxaca, Salina Cruz y otros de los peores

 

El municipio de Oaxaca fue dos veces El Peor Ayuntamiento del Año. Con Luis Ugartechea, que llegó a presidente con la burbuja del cambio y la Coalición “Todos Somos Oaxaca”, terminó bajo escándalos de corrupción, venta de la vía pública y falta de pago a sus proveedores. Éste de Javier Villacaña, priista, termina peor aún, con la mayor deuda pública, opacidad, obras “infladas” en sus costos y la agresión más grande al Centro Histórico. En 500 por ciento calculan los comerciantes establecidos el incremento del comercio en vía pública.

 

En Salina Cruz los gobiernos de Gerardo García Henestroza, panista de la Coalición aquella, y el priista de Rosa Nidia Villalobos, sólo pasaron de largo. Los grandes problemas de puerto persisten: drenaje colapsado, carencia de agua potable, delincuencia exagerada, obras mal hechas e infladas en sus costos. El primero con el pretexto de usar todo el erario para construir un malecón, hasta dejó de invertir en servicios públicos.

 

Lo mismo sucedió en Santa Lucía del Camino, Pochutla, Santa Cruz Xoxocotlán, Matías Romero, Huajuapan de León. En este último Luis de Guadalupe consolidó un férreo y corrupto cacicazgo panista. Por citar a los municipios grandes, pero los pequeños no corrieron mejor suerte. Sin dejar de mencionar las grandes excepciones donde se construyó más infraestructura municipal.

 

ASEO, IAPO, infructuosos

 

Con todo esto, digan si no el gasto en las instituciones de vigilancia es infructuoso, desde la invisible Contraloría del gobierno del estado, hasta las dotadas de autonomía para cuidar los recursos públicos y abatir la corrupción: La Auditoría Superior del Estado de Oaxaca (ASEO) y el Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales de Oaxaca (IAPO).

 

No hay el trabajo que la ley estableció para justificar la creación de la ASEO: “revisión y fiscalización de la Cuenta Pública de los poderes del Estado, Municipios, entes públicos y autónomos que ejerzan recursos públicos y en general, cualquier entidad, persona física o moral, pública o privada que haya recaudado, administrado, manejado o ejercido recursos públicos”.

 

Congreso, garantizó el paraíso

 

El Congreso del estado, que debiera ser principal contrapeso del poder ejecutivo, que limitara sus excesos, fue subordinado y cómplice del gobernante. Todos los diputados y sus partidos de las anteriores legislaturas aceptaron la exagerada deuda pública que se llevaron Gabino Cué, Jorge Castillo y otros.

 

Y para diseñar a la perfección el nuevo Oaxaca paraíso de la corrupción, la LXII Legislatura realizó hace un par de meses una “reforma” a la constitución local, dizque anticorrupción pero en realidad la promueve y garantiza impunidad. Un trabajo publicado en el número 200 de EnMarcha revela bien esa disposición, contraria a la Constitución Federal: “Inconstitucionales reformas anticorrupción, brindarían impunidad a gobierno saliente” http://revistaenmarcha.com.mx/miscelanea/analisis/2082-2016-12-05-22-30-17.html.