Oaxaca, puras tragedias

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Un estallido total de la Refinería de Salina Cruz, dicen de manera coloquial los viejos petroleros, pondría el muelle de ese puerto en la ciudad de Juchitán. Si ahora que sólo hubo fuego en la zona de los 500 mil barriles el daño a los escosistemas es grande, de haber alcanzado las áreas de Alquilación o la Catalítica, que operan con ácido fluorhídrico, los daños habrían sido fatales.

 

La liberación en la atmósfera de una tonelada de ese ácido –dicen los especialistas- acaba con la vida en un radio de ocho kilómetros. La vieja y obsoleta Refinería parece no tener otro destino que zozobrar, sin mantenimiento, sin inversiones. Lo anterior es potenciado por la corrupción de los funcionarios de PEMEX en el manejo amañado de licitaciones de obras que, por esto, finalmente no se realizan, o no adecuadamente.

 

No es la primera vez que Salina Cruz sufre un problema como éste, explosiones e incendios en la Refinería han alarmado antes a la población. Sin embargo, una vez concluidos pasan al olvido y todo sigue igual.

 

En la reciente conflagración petrolera, la más fuerte de las que se han dado, de nuevo salieron a reducir las debilidades y carencias de los involucrados, además de PEMEX. La falta de una institución de bomberos adecuada al peligro de esa industria; la inopia de la autoridad municipal que carece de un mínimo plan de protección civil; la incapacidad de la Unidad Estatal de Protección Civil en la región.

 

Urge trabajar en serio, pues si una planta de ese tipo bien atendida es un peligro latente, la de Salina Cruz, vieja, sin mantenimiento y más allá de su periodo de vida útil es una auténtica bomba de tiempo. Al tiempo.

 

Maximalistas Vs. Guelaguetza

 

Los maximalistas gustan de descalificar, con la visión que tienen a la mano, lo que no les gusta. Acaban pronto y declaran, por ejemplo, que la fiesta de la Guelaguetza no es la más grande de Oaxaca. Que hay muchas fiestas. Sólo por el tamaño de la fiesta en ese lapso del Primer Lunes y la llamada Octava del Cerro, el público que acude, la fiesta del mezcal, la exposición de artesanías, los conciertos, bailes, es la más grande.

 

Dicen también que carece de originalidad y no representa la cultura de la entidad. La conquista con su masacre de pueblos indios acabó con las culturas precolombinas, no quedó ni religión, ni sus viejas autoridades, ni su cultura autóctona, sólo quedó a veces lo intangible, la lengua. De manera que todo lo que hay ahora fue innovación, tradiciones recreadas, sólo que gustamos de decir que lo original y valedero son las innovaciones viejas, y las nuevas no valen (Savater, dixit).

 

Por ejemplo “Los cuerudos” con chaparreras que se presentan en la Guelaguetza y que se tienen como propio de los pueblos desde hace mucho, ¿son originales? No, son evidentemente acarreadores del ganado que introdujeron los españoles. La llamada Danza de los Diablos, que ejecutan pueblos de la Mixteca y de la Costa, son reproducción cabal de la lucha entre moros y cristianos.

 

Además, algo que sin duda va a sostener a la Guelaguetza, sea como sea, es la oportunidad que ofrece a miles de oaxaqueños para obtener ingresos por su trabajo de taxistas, meseros, por sus creaciones artesanales, por la venta de sus mezcales, por los guías de turistas, por artistas plásticos... Lo que hay que hacer es redimir a la Guelaguetza, devolverle la calidad con que nació.