Periodismo, y lo peor de 2009

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Durante los días 27 y 28 de noviembre pasado un nutrido grupo de periodistas nos reunimos en las bahías de Huatulco para tratar el tema “Tendencias actuales del periodismo”. Pero también para hablar en una mesa especial sobre “Política, sucesión y periodismo. Oaxaca 2010”.

Una actividad plural fue ésta; plural sin el prurito de que estuvieran todos, más bien con la decantación de una actividad que a lo largo de tres años realizamos en la entidad desde 2007: las reuniones de comunicadores. Fue una agradable sorpresa que, a pesar de no brindar transporte ni hospedaje gratis, el encuentro haya rebasado las expectativas de asistencia.

Actividad que se ha decantado, decimos, porque ahora no sólo acudieron los realmente interesados en el periodismo, trabajo esencial para cualquier sociedad, pues sin prensa libre no hay democracia (¿se aplica esto a la muy atrasada Oaxaca?), sino que dejaron de acudir los periodistas gregarios manipuladores de siempre, que dejan solos y hasta sin empleo a sus pupilos cuando ya no le son útiles. Pero se dicen y hasta los reconocen como de vanguardia.

Uno de los objetivos de los organizadores de estos encuentros, nuestra revista En Marcha y La Voz de la Noticia del Pacífico Sur, es la capacitación y actualización de los comunicadores, no sólo para ser más independientes, sino para ofrecer información de mayor calidad a su sociedad. Sólo una sociedad educada y bien informada puede merecer una democracia plena, consolidada. De otra forma, la ignorancia y falta de ciudadanía seguirá hundiendo a Oaxaca en los decadentes estadios a que se precipita, con un desastre educativo que desde hace 30 años empeora cada año, y con la Universidad pública local, la UABJO, corrompida hasta el tuétano, otro terrible lastre.

Por eso, porque con la omisión de nuestras instituciones educativas tenemos un pueblo mal educado, con poca conciencia cívica despierta, es que defraudadores políticos —como el edil de Tehuantepec, nuestro peor presidente de este 2009—, logran llegar a posiciones donde realizan actos de rapiña y degradación.

Con la aureola de ser de un supuesto partido de oposición, ofrecen alternativas de reivindicación y hasta de redención que, a la postre, se corrobora, sólo fueron señuelos de defraudadores profesionales que desde antes delinquían en menor medida, pero que destacan como tales cuando lo hacen en la enorme proporción, como la que el presidente municipal de Tehuantepec, Diego Santos Díaz, acomete por estos días. Santos Díaz ganó la presidencia municipal con el opositor partido político Convergencia y hoy milita en el PRI.
Pero éste sólo es el peor, por desgracia abundan los ediles de igual calidad como José Manuel Ricárdez de Pochutla; Argeo Aquino de Xoxocotlán; de los que también nos ocupamos en este número, pero hay otro como Jesús Martínez de San Agustín Loxicha; Mariano Santana de Juchitán; Agustín Sosa de Huautla; Gustavo Pacheco de Tuxtepec; José Luis Albores de Matías Romero. Son tantos que quízá deberíamos nombrar el peor Ayuntamiento cada mes.

Los teóricos de la educación dividen a ésta en educación formal y educación informal. El periodismo, como parte de los servicios de educación informal —la formal es la escolarizada—, tiene el compromiso de ser mejor, de tratar de paliar, al menos, la devastación educativa del estado. Un viaje a contracorriente, pero, como dice Viviane Forrester: “Sólo sé que plantear las cuestiones esenciales significa, por lo menos, no vivir como idiotas”.