PEMEX, mortal

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A principios de la década de los 90 del siglo pasado Petróleos Mexicanos (PEMEX) lanzó al desempleo a cinco mil trabajadores; la suspensión de sus trabajos en lo que sería la segunda etapa de la Refinería “Antonio Dovalí Jaime” significó un duro golpe a la economía del Istmo de Tehuantepec.
Nunca más hablaría Pemex de segunda etapa. Hoy sólo hablan de reconfiguración, de tecnificar procesos y no de contratar sino disminuir el número de trabajadores.
Recibida con alegría por el número de empleos bien remunerados que presumía, la refinería en Salina Cruz, aunque propició una demanda más solvente y un mercado más amplio, no benefició  principalmente a los istmeños; los mejores puestos en la factoría, y los mejores cargos en la burocracia fueron para gente venida de Tampico, emporio del entonces poderoso cacique “La Quina”, de Veracruz y de otras entidades. El ex líder de la sección 38, de la gran corrupción de los años 70 y 80 por antonomasia, Alfredo López Ramos, es veracruzano.
Cientos de negocios cerraron sus puertas ante el despido masivo. El Salina Cruz de hoy, es apenas una hipótesis de lo que se proyectó a la llegada de Pemex.
Pemex, la empresa más rica pero menos productiva del país, símbolo de la gran corrupción nacional, la que por la intensa venta de plazas que hace el sindicato con la complicidad de la empresa cuenta con más empleados que las empresas petroleras más grandes del mundo, tiene en jaque a los salinacrucenses.
Cercada por su geografía, por un costado el mar, por otro lado cerros, y con dos salidas saturadas de autos que avanzan a vuelta de rueda, ese municipio se encuentra casi encerrado, y de darse una conflagración, la gente tardaría mucho en poder salir  y ponerse a salvo. Hace un par de décadas la revista Proceso se ocupó de este asunto y ponía al Pemex de Salina Cruz como una bomba de tiempo.
La negligencia de los directivos de la paraestatal, acentúa los peligros que una empresa de éstas conlleva; apenas al iniciar este 2010 ya se suscitaron un incendio y una explosión. Todo esto con la complicidad de los Ayuntamientos —como el actual de Héctor Becerril—, que, a cambio de recibir decenas de millones que la empresa les entrega sin fiscalizar, consienten los daños contra la municipalidad.
La contaminación diaria, la lluvia ácida que derrama sobre la ciudad, sus desechos que tira al mar y que daña la vida de las especies marinas y la economía de los pescadores, el uso de casi toda el agua que se genera en las presas de la región y que son distraídas de la actividad agrícola, todo hace muy gravosa la permanencia de Pemex en el Istmo de Tehuantepec. Pero lo alarmante, es lo que se esboza en estas páginas: la posibilidad de una explosión mayor que destruya la vida en un área de 8 kilómetros. Ojalá nunca suceda.

Pumarejo también contamina
No sólo Salina Cruz sufre, Huatulco, el paraíso de la Costa de Oaxaca, es agredido desde hace lustros por seudoecologistas como Agustín Pumarejo, quien ataca por varias partes, primero se metió con un área reclamada como parte del área natural protegida, Punta Maguey,  ahora deforesta en la zona de Santa Cruz para construir casas de lujo, “El Secreto”.

Elecciones 2010
Mientras tanto, toda la atención se centra en el proceso electoral para designar al nuevo gobernador de Oaxaca, así como a diputados y presidentes municipales. Tratamos acá este tema obligado y delicado, que, sin embargo, no recibe el mejor tratamiento por parte de quienes deben ofrecer las mejores ofertas políticas a la ciudadanía. Quizá de nuevo los electores tengamos que elegir entre propuestas mínimas.