Índice flamígero contra juicios orales

Imprimir
Es difícil señalar un sólo culpable del linchamiento al joven asaltante en Salina Cruz. Sin duda los culpables directos fueron los salvajes taxistas asesinos que realizaron en el muchacho exactamente lo que no desean para ellos.
Enorme contrasentido, matar en protesta contra aquellos que los asaltan y los matan. Su mensaje podría ser: “Porque los delincuentes nos hacen daño ahora nosotros haremos daño a los delincuentes, les haremos lo que nos hacen”, con lo cual se vuelven igual de delincuentes.
Pero hay más culpables: el gobierno municipal con su policía en cuyas narices se perpetró el linchamiento. Los asesinos taxistas pasearon al joven delincuente por el palacete municipal de Salina Cruz sin que por lo menos hubieran intentado disuadir a la turba excitada, ya no digamos detener su locura.
También la policía estatal que dejó a los taxistas llegar hasta el final de su terrible acción, enfrente de ellos, se prendió fuego al muchacho y de no haber sido alertados por un periodista de que no dejaran que el cuerpo se consumiera no habrían ido por una cubeta de agua con la cual apagaron el fuego de la tea humana que toda la policía ayudó a incendiar por omisión e irresponsabilidad. Incluso, en la narración del periodista se lee que un comandante los alertó a que lo quemaran pronto o llegarían los marinos o el ejército a quitárselos.
La primera declaración de los taxistas asesinos que lincharon al joven fue que lo hicieron porque en por lo menos dos ocasiones anteriores cuando de igual forma detuvieron a dos delincuentes que entregaron a los administradores de justicia éstos quedaron en libertad después de efímeros juicios orales.
Cuántas muertes, cuántas violaciones, cuántos agravios tiene que sufrir el pueblo para que  los beneficiarios de esa otra mala “buena idea moderna” que son los juicios orales acepten que no sirven en Oaxaca. No sirven, entre muchas otras razones, porque se instauraron sin que nada tengan que ver con la cultura local, sin que se preparara a jueces y abogados. Por si fuera poco, son los mismos corruptos jueces del ministerio público que continúan en sus turbios negocios ahora  al frente de los juicios orales.
Ninguna escuela formadora de abogados ha experimentado una reforma curricular profunda acorde a los cambios que en igual magnitud se han dado de facto en el régimen de justicia en el Istmo de Tehuantepec. Eso ilustra bien como al Tribunal de Justicia del Estado nada le importa en realidad una buena dinámica en la administración de la justicia. Creen que no hace falta toda una formación escolarizada y que con sólo unos cuantos cursitos que ellos mismo se imparten entre si es suficiente para capacitar a los abogados, jueces y magistrados.
Los responsables de los juicios orales, entonces, son también culpables de este linchamiento, pues de tener una buena administración de justicia los taxistas no habrían tenido la preocupación de entregar al delincuente y en pocos días verlo libre gracias a la celeridad de los juicios orales para ponerlos en libertad.
Finalmente la irresponsabilidad de los padres del joven que con facilidad lo abandonaron sin preocuparse por él y ante el hecho consumado de verlo en la vagancia, las drogas y la delincuencia optaron cómodamente por dejarlo totalmente solo. En suma, la responsabilidad es de toda una sociedad en descomposición y un Estado de derecho resquebrajado, roto, entregado a los dictados de la delincuencia organizada.