Ignorancia y pobreza, enemigas de la democracia

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La ignorancia y la pobreza son enemigas de la democracia y propicias para el autoritarismo y la corrupción. Por este binomio, políticos de la más baja calidad sientan sus reales en municipios pobres. El rezago educativo, la pobreza extrema, el analfabetismo y el monolingüismo, propician la llegada de personas sin escrúpulos a saquear el erario municipal, a enriquecerse a costa de los más desprotegidos.

Tal es el caso de Carlos Rasgado Toledo, administrador municipal de Candelaria Loxicha, uno de los más marginados de México, quien ni siquiera fue electo, sino designado por el ejecutivo estatal desde el trienio anterior. Ya instalado como administrador desde 2005, maniobró para que no hubiera elecciones municipales en el 2007 y proseguir como administrador, con la complicidad de sus encumbrados padrinos políticos.
Pero que sean o no electos no hace diferencia, ediles de otros municipios que sí fueron electos, se solazan desviando recursos públicos, convirtiéndose en tres años en nuevos ricos. Y todavía más, como una plaga se reproducen e invaden todo el aparato público. En otro municipio de muy alta marginación de esa misma microrregión, San Agustín Loxicha, el presidente, Jesús Martínez Mendoza, es acusado de millonarios desvíos del erario (ver En Marcha número 119, octubre de 2009).
¿Qué hace posible este saqueo e impunidad? Por una parte los problemas mencionados: pobreza, rezagos, ausencia de instituciones, carencia de Estado de Derecho, etcétera. Por otra, la falta de una ciudadanía activa, consciente, informada, preocupada por el quehacer público. Ciudadanos que defiendan sus derechos y exijan a gobiernos y representantes populares cumplan con sus obligaciones.

La fuerza del voto
El voto y su ejercicio es una eficaz arma en la lucha contra esos excesos del poder. Desafortunadamente, en los últimos años la ciudadanía ha decidido no usarla. Por ignorancia, desencanto, abulia o apatía, la mayoría no participa en las elecciones, la ven como una actividad intrascendente, sin efectos para su vida privada o familiar.
Minimizan una acción vital para la democracia: decidir quiénes nos habrán de gobernar; quiénes habrán de hacer las leyes que rigen nuestra vida; quiénes atenderán nuestras necesidades de servicio público, de infraestructura, programas de atención, políticas públicas en materia educativa, social, económica, cultural, deportiva, entre otras.
Las consecuencias de no participar en la vida política de nuestras sociedades son más graves de lo que creemos. Los loxichas nos pueden dar cuenta de ello con exactitud. Pero por supuesto que no es privativo de ahí, apenas es una acentuada reproducción micro de lo que sucede en municipios más grandes, en la entidad y el país. De ahí lo trascendente de hacer uso del sufragio en las elecciones, como puerta para cerrar el paso a estos mercenarios de la política, al menos.