Municipios, hartos de sus presidentes voraces

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Oaxaca es, sin duda, ínsula de rezagos. Municipios, casi ínsulas, gobernados no por un Ayuntamiento sino por un solo hombre, omnipotente, el señor presidente municipal.

 

No tiene mucho problema el primer concejal en tomar todo el poder del Ayuntamiento. En principio, los otros concejales o regidores son de su equipo de campaña, o si son de la oposición que ingresan de manera proporcional a los votos que obtuvieron, plurinominales, los corteja hasta francamente comprarlos. Y quienes no caen, pues se quedan rumiando su minoría, los echan a un lado, casi prescinden de ellos.
Sólo necesita el presidente municipal tener de su lado al Síndico Hacendario, al regidor de Hacienda y al tesorero. Los dos primeros vienen con él desde la integración de la planilla cuando candidatos, y el tesorero es nombrado por el Cabildo a propuesta del mismo presidente. Así que no necesita mucho para tener el control del dinero que es prácticamente todo el control.
El poder del señor presidente municipal es pleno, cuando el poder lo obnubila hace y deshace a su entera voluntad, y mientras logra estar bien con el gobernador del estado nadie lo llama a cuentas. Así menudeen las quejas y protestas de los ciudadanos, así sea de lo más evidente su enriquecimiento inexplicable, nadie lo molesta.
Ni la Auditoría Superior del Estado (antes Contaduría Mayor de Glosa) ni la misma Cámara de Diputados puede juzgarlo y menos castigarlo si el señor presidente cuenta con el favor del gobernador. Prueban lo anterior la relación de presidentes municipales que presentamos en este número de En Marcha, quienes compiten en ejercer de manera atrabiliaria el poder municipal.
Todos acusados por sus gobernados de enriquecimiento, de represores, de arbitrarios. La población se encuentra inerme en manos de estos pequeños tiranos locales.
Faltarían muchos otros como Alejandro Díaz, de Santa Lucía del Camino; Argeo Aquino de Xoxocotlán; José Luis Albores de Matías Romero; Rolando López de Tlacolula; Diego Santos Díaz de Tehuantepec; Héctor Becerril de Salina de Cruz; Agustín Sosa de Huautla de Jiménez; Leonardo Silva Palacios de San Pedro Jicayán; Delia Méndez Ramos de la Villa de Etla; Martha Manzanares de Huajuapan…
Lo anterior no es exclusivo de un partido, incluye a todos: en Tuxtepec el PRI, el Tlacolula el PAN, en Jacatepec el PRD, en Juchitán el PT-Cocei. Incluso de usos y costumbres como San Agustín Loxicha.
Hasta los administradores municipales, enviados a resolver la ingobernabilidad en municipios se dedican impedir la solución de los conflictos para seguir en el poder local y en el manejo del erario. Es el caso de Candelaria Loxicha donde el cuestionado Carlos Rasgado lleva casi dos trienios de administrador. 
Contra todo eso votó el pueblo de Oaxaca, que no se les olvide a los beneficiarios del voto de castigo. Los ciudadanos de los municipios están totalmente hartos de ser humillados por los poderosos locales y sus familias; hartos de verlos llegar al poder sin fortuna y salir excesivamente enriquecidos; hartos de contemplar impotentes cómo se adueñan de infinidad de propiedades; hartos de verlos pasar en una y otra camioneta Suburban, Durango, Ram o Lobo 4x4 y pasear del brazo de jóvenes mujeres.
Contra eso y mucho más votó Oaxaca. Ahora quienes ofrecieron el cambio deben cumplir puntualmente.