Se fue José Emilio Pacheco

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José Emilio Pacheco, nació en la ciudad de México el 30 de junio de 1939 y murió recientemente el 26 de enero de 2014. Uno de los últimos más grandes de las letras mexicanas. Poeta, ensayista, traductor, novelista y cuentista. “Se fue muy tranquilo, se fue en paz; murió en la raya como él hubiera querido”, expresó su hija Laura Emilia, después de culminar su columna Inventario que inició en Excélsior y prosiguió en Proceso durante 20 años, siempre con Julio Scherer de director. Deja un gran vacío para las letras. En su funeral Enrique Krauze fue exacto: “Porque ahora, frente a su muerte sorpresiva, los temas poéticos de José Emilio -la pesadumbre, la melancolía, la desesperanza, el desconsuelo, el paso implacable del tiempo- adquieren una nueva dimensión. Adquieren la dimensión de una profecía cumplida”.


Horas Altas

 

 

En esta hora fluvial
hoy no es ayer
y aún parece muy lejos la mañana
Hay un azoro múltiple
extrañeza
de estar aquí de ser
en un ahora tan feroz
que ni siquiera tiene fecha
¿Son las últimas horas de este ayer
o el instante en que se abre
otra mañana?
Se me ha perdido el mundo
y no sé cuándo
comienza el tiempo
de empezar de nuevo
Vamos a ciegas en la oscuridad
Caminamos a oscuras
en el fuego

 

No me preguntes 
cómo pasa el tiempo

En el polvo del mundo se pierden ya mis huellas:
Me alejo sin cesar.
No me preguntes cómo pasa el tiempo.
LI KIU LING

A nuestra antigua casa llega el invierno
Y cruzan por el aire las bandadas que emigran.
Luego renacerá la primavera,
revivirán las flores que sembraste.
Pero nosotros
ya nunca más veremos
ese dulce paraje que fue nuestro

 


Preguntas sobre los cerdos
A imprecaciones de los mismos

¿Existe otro animal que nos dé tanto?
Gaspar Melchor de Jovellanos Jove

¿Porqué sus nombres son injurias?
puerco marrano cerdo cochino chancho.
Viven de la inmundicia, comen, tragan
(porque serán comidos y tragados)

De hinojos y de bruces roe el desprecio
por su aspecto risible, su lujuria,
sus temores de obsceno propietario.
Nadie llora al morir más lastimero
interminablemente repitiendo:
y pensar que para esto me cebaron
Qué marranos que cerdos que cochinos.


José Emilio Pacheco.