Nuevo cronista de Oaxaca

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Bueno Sánchez, hombre de negocios chuecos, no de letras


Cuauhtémoc Blas

 

Si Oaxaca fuera realmente una Ciudad con alto grado de cultura, su gente se hubiera ocupado más de ciertos procesos o acontecimientos que pueden ser importantes para ese desarrollo. Pero tanto aquello de “reserva espiritual” como de “capital cultural” sólo son eslogan.

 

Si hubiera una sociedad atenta no sería tan fácil imponer en cargos de relevancia a quien el poderoso en turno quisiera. Así pasó con la designación de un endeble personaje como Secretario de cultura de Oaxaca, el jarochito Aguilar Orihuela; y ahora sucedió lo mismo con la imposición de otro no menos endeble como Cronista de la Ciudad de Oaxaca.

 

Estamos en los extremos casi en todas las áreas de la vida pública estatal. No otra cosa sugiere la entronización como cronista de un “grillo” más de la aldeana política oaxaqueña; pegado al erario como funcionario del gobierno del estado o como contratista favorecido con su empresa ayer y hoy, Construcciones Villa de Antequera, S.A. de C.V. (COVACO).

 

Ayuntamiento arbitrario

 

Con la misma decisión arbitraria que dejó de lado en vida al único gran Cronista de Oaxaca Don Everardo Ramírez Bohórquez, el muy cuestionado Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, que usufructúa intensamente Javier Villacaña, unge cronista a quien sólo fue por otro “hueso” más, Bueno Sánchez.

 

Supuestamente para esta elección se abrió un proceso de participación, con los requisitos obligatorios de ser nacido en la Ciudad de Oaxaca y vivir allí, además de su “trayectoria y reconocimiento popular, así como su desarrollo en diferentes áreas y el conocimiento de la cultura e historia de nuestra ciudad”, rezaba el boletín del Ayuntamiento de Oaxaca. Ahí mismo se explicaban otras exigencias del” Reglamento de la Crónica para el Desarrollo de la Crónica del Municipio de Oaxaca de Juárez” (sic).

 

“El Cronista de la Ciudad debe ser un personaje conocedor y fedatario del acontecer local, quien debe preservar y fomentar la identidad de los pobladores con su Municipio y estado, quien difunda las tradiciones y costumbres de su comunidad y supervise el archivo de los documentos históricos municipales, cronista, que en forma oral o escrita narre los hechos ocurridos en la ciudad y en el Municipio y transmita a los habitantes de los misma sus conocimientos, para dejar constancia a las generaciones presentes y futuras de este acontecer.

 

Entre los propuestos estuvieron el ingeniero y constructor Jorge Bueno Sánchez, el notario público, Jorge Martínez Gracida y Bibriesca, el maestro Gerardo Castellanos Bolaños y el maestro Carlos Spíndola Pérez Guerrero. La elección, como se vio, no fue la mejor. El favoritismo hacia el ungido fue una burla a las propuestas. Veamos.

 

Bueno pero para la lana

 

Consentido en el sexenio de Ulises Ruiz, este personaje se mueve en los suyo, con su empresa constructora, beneficiado el sexenio anterior y en éste. Lo suyo es el “bisne” no la cultura. Pero como el poco letrado presidente municipal y sedicente licenciado Javier Villacaña Jiménez (amante de los bodrios monumentales) no cuida ni siquiera las formas, toma decisiones sin siquiera un poco de tacto.

 

Había mejores entre los propuestos, y ni se diga entre otros no propuestos, pero fue el “cabildeo” y la imposición lo que ganó. La designación por “dedazo” del menos meritorio para el cargo de cronista quedará como otro testimonio de su desastroso gobierno municipal, donde la corrupción abarcó hasta la crónica de la Ciudad.

 

Contexto de la imposición

 

Desviaciones que no han terminado aún, faltan cuatro meses, pero empezó con la compra de camionetas blindadas para Villacaña y su familia a precios exorbitantes y, por supuesto, afectando el erario, e inició su conclusión al detener el 31 de julio toda inversión en servicios municipales de Oaxaca de Juárez. Baches sin arreglar, semáforos inservibles, represión a la prensa (con su policía municipal), etc.

 

Ese contexto explica tal decisión que ensombrece más el panorama de Oaxaca. Un cabildo obsecuente, manejado a placer por quien lo preside, impone lo que sea. Bueno Sánchez, dedicado a sus negocios-concesiones sólo empezó a escribir intensamente en los medios a la muerte del cronista anterior. Nada de valía, sólo su tristeza por la desaparición de su amigo y golpes de pecho por la situación actual de Oaxaca. Suficiente para que Villacaña y los otros lo impusieran. Insuficiente, en realidad, pues ni siquiera esa colección de alabanzas que publicó en “El inmenso Juárez” es una investigación o que aporte algo.

 

Testimonio histórico, un Cronista no es un subordinado

 

En uno de los testimonios de la serie Indelebles que publica con gran mérito la Casa de la Cultura de Oaxaca, podemos leer la calidad de un real Cronista de la Ciudad. Muy lejos del cortesano que se inclina para obtener no solo favores del poderoso, sino cargos y distinciones.

 

Siendo secretario del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, Don Everardo Ramírez Bohórquez (a la postre Cronista de la Ciudad de Oaxaca), llegó a dicho Instituto en su campaña rumbo a la presidencia el General Manuel Ávila Camacho. El candidato al ver la estatua del General Porfirio Díaz en las instalaciones del Instituto estalló molesto. Así lo relata Arcelia Yañiz en ese libro de Indelebles:

 

“Ante la sorpresa de la comitiva y de los miembros directivos del plantel, y dispuesto frente a esta última ala, el General Ávila Camacho exclamó: ´Cómo es posible que en este recinto del saber se tenga la imagen del dictador, que por cierto dada su poquísima escolaridad, no es digno de estar frente al más grande de los oaxaqueños y de los mexicanos´. El atrevimiento fue tal en la tierra de Juárez y de Díaz, que motivó a don Everardo para manifestar respetuosa, pero enérgicamente:

 

“Señor General, don Porfirio Díaz no era precisamente un ignorante de poca escolaridad, aquí fue bibliotecario y también impartió como adjunto la cátedra de Derecho Natural; como también en esta gloriosa institución concluyó la carrera de Jurisprudencia, con las más altas calificaciones, faltándole únicamente su examen recepcional, en virtud de que a finales de 1854 tuvo que huir de la ciudad, cuando durante el amañado plebiscito que promovió Antonio López de Santa Anna, y que se realizó en todas las ciudades del país, y cuya finalidad era manifestar en un libro la anuencia ciudadana a la siguiente pregunta:

 

“¿Debe continuar el actual Presidente de la República en el poder supremo con las mismas amplias facultades de que está investido?´; y en otro libro: ´En caso de que no deba seguir ejerciendo las mismas amplias facultades, ¿A quién debe entregar inmediatamente el mando?

 

“Contraviniendo las consignas oficiales, que parcializaban totalmente en favor de Antonio López de Santa Anna, Don Porfirio se dirigió al segundo libro, que como es de suponer, aún permanecía en blanco y en éste estampó su firma y su nombre, además del nombre del caudillo de la revolución liberal, don Juan Álvarez; por lo que desde ese día, convirtiéndose en un perseguido político, inició su gloriosa carrera de las armas al lado de los liberales´. Don Everardo, recto y sincero como era, y con cierta sonrisa socarrona, me expresó: ´¡Vaya apuros que sufrió el señor candidato!´” http://www.casadelacultura.oaxaca.gob.mx//04/Indelebles12.)

 

Otros hasta son capaces de responder a las clásicas preguntas del poderoso: ¿Qué hora es? Las que usted diga Señor presidente municipal.