Sucesión 2010 La guerra que viene

ganar-ruleta“No nos une el amor, sino el espanto”, una frase de Borges sintetiza el llamado de políticos y partidos para convocar a una alianza opositora al PRI para enfrentar los comicios del año próximo, en que se disputan la gubernatura, el Congreso local y las presidencias municipales.
Todo ello ante el formidable fortalecimiento electoral del PRI que arrasó de todas todas en las recientes elecciones intermedias, con la caída de la oposición, la que ni juntando sus resultados electorales igualaría hoy la votación priista.
También se analizan aquí algunos escenarios de los prospectos priistas a la sucesión gubernamental, Adolfo Toledo, Jorge Franco, Hernández Fraguas, Eviel Pérez, José Antonio Estefan… Y con la oposición la solitaria figura del único posicionado: Gabino Cue.
Entre las muchas consecuencias políticas que traen los resultados electorales, es la redefinición de los escenarios en Oaxaca para la sucesión gubernamental del 2010. Para el PRI porque, en la correlación interna de fuerzas, el carro completo fortalece algunas posiciones en detrimento de otras. Para los partidos opositores, porque, igual que sucediera en 2003, tras el proceso electoral federal, inmediatamente han denunciado que en Oaxaca se realizó una elección de Estado y han convocado a una alianza opositora, como la única vía de ganar al hegemónico partido y organizar un gobierno de transición.
Todo indica que merced a la correlación de fuerzas dibujada por los comicios del 5 de julio, paradójicamente la decisión en el PRI será eminentemente local: es decir, el proceso sucesorio estará definida por las estrategias de los actores políticos que pretenden la candidatura, los grupos de interés locales, y jugando con más libertad que nunca, el gobernador del estado marcará la pauta.
Por el contrario, la posición de los partidos opositores dependerá en gran medida de los acuerdos y lineamientos de sus dirigencias nacionales. La dinámica de lo que suceda en el país, será decisivo para el rumbo que para el 2010 tomen PAN, PRD, PC y PT,
Son estos escenarios y posibilidades las que revisamos a continuación.
I. El PRI: continuismo hacia atrás
El PRI, el gran triunfador en los comicios de 2007 y 2009, en donde obtuvo carro completo y recuperó presidencias municipales, está lejos de seguir el consejo de Sun Tzu: “cuando se ha conseguido la victoria, no vuelvo a emplear la misma táctica otra vez, sino que, respondiendo a las circunstancias varío mis métodos hasta el infinito”. Aquí por el contrario se empecinan en seguir una estrategia que poco tiene que ver con el hábil ejercicio de la política y, en cambio, se lleva al extremo la falta de ética.
Con las viejas reglas no escritas del sistema político mexicano, se está jugando la definición del candidato del PRI a suceder a Ulises Ruiz Ortiz (URO). Aunque, aparentemente son media docena los aspirantes, las posibilidades reales se reducen a un par.
¿Delfinato?
Tras el arrollador triunfo priista, “haiga sido como haiga sido” (Calderón dixit), sin duda, las posibilidades de que el gobernador imponga como su sucesor a su delfín, el cuestionado Jorge Franco Vargas, se fortalece. Hasta antes del 5 de julio, en los corrillos de la real politik se señalaban los riesgos de una decisión de esa naturaleza: el veto del gobierno federal, la animadversión en distintos sectores de la población hacia su candidatura, la posibilidad de reactivación del movimiento social y un activismo del magisterio en contra, una creciente corriente interna adversa que podría fracturar al partido.
Después de los comicios federales, esas variables han cambiado. Siendo el principal derrotado, el presidente Felipe Calderón, poco podrá hacer para vetar a ningún candidato, máxime que URO es de los artífices de los triunfos priistas y que éstos defenderán sus intereses ante cualquier intento de intromisión del gobierno federal.
La escasa popularidad del dirigente estatal del PRI sería el factor de mayor riesgo pues puede unir a todos en su contra y, en sentido contrario, generar el impulso que requeriría un candidato opositor para ganar los comicios. Sin embargo, en la valoración interna no se ve esta posibilidad, la soberbia hace pensar que el antídoto para contrarrestar ese riesgo, se encuentra en la bien aceitada maquinaria priista y la estructura gubernamental (que para el caso es la misma), además de los millonarios recursos públicos que se destinarán a la compra y coacción del voto, así como a la compra y coptación de dirigentes seudo opositores.
Los resultados de los procesos electorales de 2007 y 2008, le han permitido crear una estructura en toda la entidad, con incondicionales y aliados; además, ya mediante los amplios recursos económicos de que hace uso o bien por la mano dura de la que hace gala, copta o dobla a adversarios, presidentes municipales, dirigentes opositores, tránsfugas priistas, para que entren a su redil.
De la oposición del movimiento social, éste se encuentra desarticulado y, si no hay una situación de gravedad extrema que lo reanime, poca importancia tendrá para el proceso electoral del año próximo. Del magisterio ya se les conoce la medida y difícilmente el gobierno repetirá la estulticia del 2006, más bien estarán prestos a satisfacer los avorazados intereses de la sección 22, para que, como todos los años, éste llame a su voto de castigo y se retiren sin mayores problemas. En la práctica, este discurso es uno de los muchos artilugios que han llevado al PRI ha sostenerse en la entidad.
¿Rebelión interna?
En los escenarios del priismo, todo indica que sólo las aspiraciones del senador Adolfo Toledo Infanzón podrían descarrilar las intenciones de la imposición. El istmeño se ha preparado durante tres sexenios para este momento, en los que ha montado una sólida estructura estatal, particularmente robustecida durante su paso por la Secretaría de Desarrollo Rural (en ese entonces SEDAF) y el COPLADE, posiciones desde las cuales creó ese equipo y lo colocó en la estructura gubernamental y partidaria, en todo el territorio estatal, sino que también estableció relaciones con grupos opositores, organizaciones sociales y diversos actores políticos regionales y locales.
Por otra parte ha estado lejos de enfrentarse abiertamente con los equipos de los gobernadores con quienes ha trabajado: Diódoro Carrasco, José Murat y Ulises Ruiz. Por eso también puede capitalizar los excesos en que ha incurrido la burbuja gobernante, por más que ha formado parte de ella, una buena parte de la militancia que desaprueba la faz autoritaria del régimen, podría identificarse con él.
Además, su posición es inmejorable (para él), pues siendo senador evitó de alguna forma la confrontación abierta contra los actores políticos en 2006, si bien en la burbuja priista éste es uno de sus pecados; del mismo modo que puede presentar una imagen alejada de la actual administración gubernamental, para no asumir los costos de sus yerros. Algo que será de gran utilidad, máxime si su adversario es un candidato surgido de una alianza opositora.
En contra obraría el hecho de haber perdido los comicios en el 2006, pues es senador plurinominal, dado que en la contienda de mayoría perdió ante las fórmulas de la Coalición por el Bien de Todos, encabezadas por Gabino Cué y Salomón Jara.
También en su pasivo se encuentra su conocida disciplina ante los designios del gran elector; acatar sin cortapisas la imposición de un Delfinado: moverse sólo en los límites de lo permitido por las reglas no escritas del juego sucesorio, no romper con el PRI ni valorar siquiera la posibilidad de disputar por otra vía (como un partido de oposición) la gubernatura del estado. Esto representaría, quedarse a medias, justo en lo que parecería la más importante oportunidad en su carrera política, y con difíciles oportunidades de que pudiera repetirse.
Media docena de aspirantes
De los otros personajes que han manifestado en público o en privado sus aspiraciones a suceder a URO, parecen tener pocas probabilidades: José Antonio Estefan Garfias, José Antonio Hernández Fraguas, Eviel Pérez Magaña, Héctor Pablo Ramírez Puga, Manuel García Corpus, más los que se acumulen, son los personajes necesarios para contar con una pasarela más amplía; pero sus posibilidades dependen de su capacidad de forjarse condiciones y contar con un capital político que les permita reclamar un cambio en las reglas; sin embargo, difícilmente se atreverán a indisciplinarse o a exigir una consulta a las bases (la que, además, estaría controlada por el CDE del PRI, que a su vez está bajo el control de Franco).
Claro, en la tradicional forma priista de muestrear a los posibles candidatos y ampliar el abanico de posibilidades, se puede fortalecer alguna candidatura que el gran elector tenga siempre a la mano, por sí fallan las condiciones para nombrar al favorito, así como para negociar con los intereses que se mueven en torno al proceso sucesorio.
Por eso se explica la creciente exposición del diputado federal electo Eviel Pérez Magaña, quien ha sido designado coordinador de la bancada oaxaqueña en la próxima legislatura federal, y que realiza giras por toda la entidad. En los rituales priistas, estos guiños, deferencias, detalles incluso de la vida privada, son señales que se envían, lo mismo para desestimar a algunos, como para encumbrar a otros. Pero, salvo que alguno se decidiera a  romper con su partido, lo que es poco probable, apuestan más bien a que las confrontaciones entre los candidatos con posibilidades reales, tensen a tal grado sus el proceso que se requiera a un tercero en discordia,
II. Alianza opositora: “no los une el amor sino el espanto”
Recién se conocían los resultados de los comicios del 5 de julio, cuando ya el senador Gabino Cué, llamaba a una alianza opositora con miras a las elecciones a gobernador de 2010, como única posibilidad de enfrentar al aparato estatal volcado a favor del PRI. Pronto respondía Ugartechea del PAN señalando que cualquier alianza, tendría que ser promovida y construida desde la sociedad civil; días más tarde, el panismo otorgaba un voto de confianza a su dirigencia para entablar el diálogo con los otros partidos de oposición al PRI, para evaluar las posibilidades de la alianza; en el PRD, Lenin López Nelio, formalmente secretario general del comité estatal, también se ha pronunciado a favor de construirla.
Por supuesto, el punto de unión, es derrotar al autoritarismo priista del actual grupo en el poder. Y en ese sentido tiene razón, tal vez la alianza sea la única posibilidad de obtener un triunfo en los comicios del 2010; pero no basta, si no se cumplen ciertas condiciones y se propician las coyunturas necesarias para ello. Veamos los escenarios que pueden presentarse.
Enemigos en lo federal,
¿aliados en lo estatal?
La aparente buena disposición de los partidos políticos en el ámbito local, puede chocar con la confrontación que tienen en el federal; por eso las posibilidades de la alianza opositora estarán condicionadas por los acuerdos o desencuentros que se vayan tejiendo en la política nacional.
La cuestión de mayor relevancia es la relación entre el partido del presidente (PAN), con los partidos de Andrés Manuel López Obrador (PC-PT y una fracción de PRD). Un escenario complicado es que por un lado tengan una confrontación permanente, cargada de descalificaciones mutuas; y, por otro, coincidan en una candidatura de unidad en Oaxaca. Situación que, por supuesto, tampoco es imposible, ya en 2004 hubo un ejercicio similar, si bien entonces no existía un enfrentamiento al nivel que ahora protagonizan el autodenominado “presidente legítimo”, con Felipe Calderón y el PAN.
Ese constituirá uno de los principales obstáculos a vencer. En parte, esta situación empezará a definirse en el relevo en la dirigencia nacional del PAN; César Nava, el seguro sucesor del beligerante Germán Martínez, señala su disposición a “hablar con todos”. De la tónica que imprima a su gestión, así como de quien se perfile como candidato, podrá definirse el futuro de Oaxaca, al menos de los contendientes en los comicios 2010.
También falta por vencer las reticencias de AMLO; ¿alguien se lo imagina compartiendo un mitin con César Nava? De la valoración que haga el excandidato presidencial, también depende en mucho la definición de la alianza.
Similar situación se prevé en el PRD, pero más bien por las resistencias locales que seguramente se opondrán a cualquier posibilidad de ganarle al PRI.
¿De seudo opositores,
a demócratas?
Otro obstáculo es, paradójicamente, la posición de las dirigencias estatales de los partidos políticos de oposición. Casi todos responden a los intereses del PRI.
O en el PRD local, a quien de las tribus y familias que regentean ese partido se imagina impulsando un gobierno de transición: ¿los Serrano Toledo?, ¿los Carmona Laredo, siendo que la hija de Raymundo es ahora ¡diputada federal!?, ¿los Vásquez Luis?, ¿los Ramírez?, ¿los López Nelio Santiago?, etcétera, etcétera.
Y en el PAN: ¿a Carlos Moreno Alcántara, conocido por su complacencia con el gobierno en turno?, ¿a Guillermo Zavaleta, que tan buenos servicios presta al ulisismo?, ¿a los diputados locales que sesión tras sesión rinden pleitesía al gobierno en turno?
Si algo ha sido exitoso en el trabajo del PRI en Oaxaca y explica en mucho sus triunfos, es la puesta en práctica la máxima: “en política, todo lo que se compra con dinero es barato”. Y, lo mismo con prebendas, tráfico de influencias, recursos, el caso es que los seudo opositores, no hacen sino obedecer consignas. Fueron los perredistas y panistas los que se opusieron en 2004 a una alianza opositora y no fue sino hasta que las dirigencias nacionales se los ordenaron, que tuvieron que plegarse. Fueron ellos mismos los que en el conflicto de 2006, fueron sostén del Legislativo y operaron en contra del movimiento social. Ellos mismos los que avalan lo mismo cuentas públicas, que atropellos legislativos.
Han constituido un dique ya no digamos para la transición en Oaxaca, sino para siquiera intentar hacer un mínimo contrapeso al Ejecutivo y al PRI. Las repentinas posiciones contestatarias de personajes como Lenin López Nelio, obedecen más a pleitos por prebendas o a los excesos autoritarios del dirigente priista, antes su aliado, que a una genuina voluntad demócrata.
Seguramente, cuando los tiempos así lo requieran o su patrón se los instruya, esos opositores de membrete, volverán a torpedear cualquier intento de alianza. Mientras hacen cómo que trabajan por ella, pero los tiempos corren y no se ven esfuerzos serios por construirla. Y, si se da, como hace seis años, trabajarán por sus cotos de poder, pos las candidaturas que pepenen, difícilmente se comprometerán por un trabajo serio.
La posibilidad es que las dirigencias nacionales la arropen, como en 2004, y en el ámbito estatal, algunos personajes más independientes del PRI-gobierno, como Ugartechea en el PAN o los exdiputados perredistas Othón Cuevas, Carlos Martínez, entre otros, pueden ser el puntal desde donde transformar el partido para generar el ambiente necesario para ir a una alianza. Convergencia, posiblemente el más interesado en concretar la alianza, carece de la estructura y el peso necesarios para tal empresa, pero irónicamente su construcción de acuerdos en el ámbito federal, es la que genera mayores posibilidades de realizarla.
Agenda conjunta, lo posible
Si, venciendo todas las resistencias e intereses, se concreta la alianza opositora, ésta carecería de sentido si no va acompañada de una agenda que permita la transformación de las estructuras y las prácticas que tienen a Oaxaca en el atraso político, económico y social.
De no ser así, un eventual triunfo opositor no es garantía de tránsito alguno hacia la democracia, ni siquiera de poner coto a las corruptelas y vicios gubernamentales. El mejor ejemplo de ello lo tenemos en el ámbito federal; la alternancia en el 2000 no fue sino una reedición de los viejos y anquilosados vicios del sistema político mexicano, que ahora no han hecho sino pluralizarse y tornarse en carta de presentación de los gobiernos de todos los colores partidarios. Y en Oaxaca, un ejemplo lo constituye en la movilización de 2006, que careció de un proyecto político claro, uno de los factores que incidieron en su posterior desarticulación.
La construcción de una agenda común no es tarea fácil. Se requiere de una amplia participación de la sociedad civil, de todos los signos ideológicos. La agenda debe estar lejos de una posición contestaria, en cambio, debe atender los problemas torales de Oaxaca. Se requiere también la participación de expertos que puedan concretar la agenda y no sea un catálogo de buenas intenciones. Habrán de evitarse posiciones extremistas, tanto de partidos como de los representantes de la sociedad. Temas que polaricen las posiciones o que sean evidentemente contrarias—el aborto, por ejemplo—, tendrán que posponerse a la correlación de fuerzas y al debate posterior.
Una tarea que se antoja complicada, máxime que predominan los protagonismos y las posiciones intransigentes. Pero, si no se logran conciliar esos intereses y posiciones, de poco servirá un acuerdo entre partidos que conduzca a una alternancia, sin cambios en la práctica política.
El candidato y la participación ciudadana
Un tema que polarizará las discusiones será el de quién encabece la eventual alianza opositora: el candidato. Y ya se apuntan tirios y troyanos, hasta personajes como Carlos Altamirano, manifiestan su interés en ser abanderados. Como siempre, se preocupan por recoger frutos de un árbol que aún no han sembrado. “El mejor posicionado”, dicen otros y esgrimen encuestas para demostrar que son los más conocidos, los más viables para encabezar una alianza, como el caso del senador Gabino Cué.
Cierto, el candidato es importante, pero antes deben evaluarse los datos duros. En 2004 los sufragios obtenidos por la coalición Todos Somos Oaxaca (PAN-PRD-PC), con Gabino Cué como candidato, no resultó sino la suma del voto duro de esos partidos. La participación en ese año, fue del 50 por ciento, es decir, no concitó mayor expectativa más que en quienes acuden en ese tipo de comicios a votar.
Así, si existe una alianza de todos los partidos opositores y la participación ciudadana es igual al promedio de elecciones a gobernador (el 50 por ciento), el juego estará en la cancha priista. Un eventual triunfo opositor en esas condiciones sería por un margen tan escaso, que la “ingeniería electoral” del tricolor la subsanaría sin mayor problema: con una caída del sistema, en casillas zapato en donde no se presenten representantes opositores o en el traslado de los paquetes. Además no hay que olvidar que el árbitro de la contienda (el IEE), juega del lado del PRI. Se requiere entonces una participación superior al 55 por ciento, para contrarrestar; y apenas. Sólo más del 60 por ciento de electores en las urnas, nulifican cualquier operación mapacheril que se intente hacer.
Entonces, se requiere un candidato que motive a la población. Hasta ahora no hay ninguno. Y no se construye de un día para otro. Incluso figuras como AMLO, no despertaron mayor entusiasmo en las elecciones federales recientes. Por tanto, efectivamente habrá de buscarse entre el mejor posicionado, que todo indica que hasta ahora es Gabino Cué, pero también el que más consensos genere entre las fuerzas políticas participantes y la sociedad civil acompañante; y que sea capaz de capitalizar los excesos del régimen para generar una alternativa de cambio. Pero, el verdadero reto es mover las inercias para que la gente salga a votar.
En ese sentido, las posibilidades podrán ir de la mano de los candidatos y las campañas por las diputaciones y, sobre todo, por las presidencias municipales.
Las municipales,                                        posibilidad de capitalizar
La nueva legislación electoral, establece que en 2010 se realizarán, al mismo tiempo, comicios para gobernador, diputados locales y presidencias municipales. El hecho de que concurran tres procesos electorales abre posibilidades para todos los partidos para buscar una mayor participación ciudadana. Recordemos que las contiendas que mayor pasión y compromiso despiertan son las elecciones de los ayuntamientos.
De hecho, los primeros y más importantes triunfos opositores lo han sido en los comicios municipales; ahí arrebataron desde 1995 las principales ciudades de la entidad… hasta el 2007, en que el PRI inicia su recuperación, arrebatando a la oposición un importante número de esos municipios.
Así, la disputa por la gubernatura en el 2010 podría definirse en gran medida en los comicios municipales, dado que aún cuando pueda presentarse un voto diferenciado, es mayor la inercia de votar por un solo partido en los tres procesos que concurren.
Por supuesto, esta es una oportunidad y un reto para todos. Si el PRI repite la estrategia de 2007, dividiendo el voto opositor y empleando toda la estructura y recursos gubernamentales y partidarios, o bien inhibe lo suficiente la participación ciudadana, podrá repetir sus triunfos. Finalmente serán sólo 152 los municipios, pero son los de mayor peso poblacional, los que concentran más de las dos terceras partes de los electores.
Por el lado de la posible alianza, la definición de los candidatos será fundamental, pero entraña gran complejidad. Si bien es cierto que, haciendo un rápido balance, normalmente son dos partidos los que se disputa las presidencia: en  algunos PRI vs PAN, en otros PRI vs PRD o PC. Así las cosas, habrían de hacerse a un lado los intereses de facciones, tribus y organizaciones sociales para definir las candidaturas. En mucho ahí se juegan más que los ayuntamientos, sino la definición misma de la gubernatura y la integración del Congreso local.
Un futuro gris para Oaxaca
“El comienzo de toda guerra puede descubrirse, no en el primer acto de hostilidad, sino en los consejos y los preparativos que la anteceden”, señala el poeta John Milton. Así, en Oaxaca las hostilidades por la sucesión gubernamental hace rato que iniciaron. Y es que no es poco lo que está en juego. En el 2010 no es sólo el continuismo o no del grupo en el poder lo que está en juego, sino la posibilidad de exacerbación del rostro autoritario del régimen, o en sentido contrario de una mayor apertura que permita detener la grave crisis que hace tiempo vive la entidad.
La disputa es en el interior y por fuera de los partidos políticos. Lo mismo en el PRI que en los partidos de oposición se enfrentan fuerzas que son sostén de una u otra posición.  
Más allá de los arreglos o entuertos de la clase política, la definición del rumbo debería ser asumida por la ciudadanía. Porque es la sociedad oaxaqueña la principal damnificada de esta guerra.
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