“Viernes negro” juchiteco

Por un momento la gente del Istmo festejó el arribo de la policía, por fin el gobierno de Gabino Cué se atrevía a poner orden en la ilegal dinámica de las invasiones. Pero no, este gobierno sólo llegó a rescatar el terreno de la familia de Héctor y Gloria Sánchez López en Juchitán, que había invadido una advenediza del negocio, que no es de la COCEI ni del PRI, aunque tampoco es mejor, Rosa María Sánchez, ex esposa de Mariano Santana, su mentor.

De pronto surgió una anormalidad, una auténtica novedad, algo fuera de lo común, y es que insólitamente el gobierno del estado tan omiso y débil en tantas situaciones, decidió enviar a 300 policías contra juchitecos especializados en invadir terrenos. Décadas de impunidad, de adueñarse de lo ajeno, de delinquir con la protección de los gobiernos municipal, estatal y federal parecieron interrumpirse ese día.
Sin embargo, este aparente acto de autoridad del nuevo titular de la Secretaría General de Gobierno, Alfonso Gómez Sandoval, fue un total fracaso. De suyo fue una decisión incoherente destinada a no tener éxito, pues esa autoridad lanzó a su fuerza policial sólo contra uno de los grupos invasores, contra aquél que no es de la COCEI ni del PRI, sin molestar a los dos grupos mencionados que tienen invadidos diversos  terrenos, estatales, federales y particulares.
Por un momento la gente del Istmo festejó, por fin el gobierno de Gabino Cué se atrevía a poner orden en una dinámica ilegal que ha implantado el caos en la localidad y la región durante décadas. Pero no, este gobierno sólo llegó al auxilio de la familias de Héctor y Gloria Sánchez López, a rescatar el terreno de éstos que había invadido una advenediza en el negocio de las invasiones, que no es de la COCEI ni del PRI, aunque tampoco es mejor, Rosa María Sánchez López con su novel Organización Ciudadana por la Liberación del Istmo (OCLI).

“Viernes negro” juchiteco
“Viernes negro” le llamaron en Juchitán a ese viernes 3 de mayo cuando gran número de policías llegaron de la costa, valles, norte de Istmo hasta esa ciudad y se enfrentaron infructuosamente cuerpo a cuerpo con los invasores. Pero sólo contra los de la fracción que no goza de la protección del gobierno.
Más tarde la población se enteró de esta incongruente manera de aplicar la justicia, pues la policía no llegó como la mayoría de juchitecos esperaba, a desalojar a todos los invasores quienes ante la tradicional impunidad de que gozan han intensificado sus ilegales incursiones en terrenos ajenos.
Esta dinámica perniciosa se ha dado desde hace décadas a ciencia y paciencia de todo tipo de autoridades. Juchitán no sólo es el centro donde se delinque impunemente, sino además foco de irradiación de mal ejemplo para otros pueblos que ante la impunidad que ahí observan retoman esas prácticas.
En Tehuantepec sobre la misma carretera Transístmica, donde en Juchitán arrecian las invasiones este año, también los tehuanos han invadido las tierras donde el ex presidente municipal Martín Vásquez Villanueva dejó un elefante blanco que engañó sería la Central Camionera.

Invasiones “plurales”
Si bien las invasiones de tierra las inició la COCEI a finales de los años 70 del siglo pasado, que así nació, hoy también el PRI y la misma autoridad municipal de Juchitán participa de manera plural en esta ilícita actividad que se ha vuelto de locura. Caótico e insoportable para los istmeños y para quienes tienen que andar esas carreteras a menudo bloqueadas.
La actividad ilegal de los líderes las secundan sus seguidores algunos de quienes aun teniendo casas y propiedades se apropian de las ajenas para después venderlas e ir hacia otras invasiones y seguir vendiendo. Ya son conocidos por esta práctica.
Fue Heladio Ramírez López quien dejó habilitada esta hidra de mil cabezas que ahora es la COCEI, dividida en tantos grupos que ya hasta se atacan entre ellos; esta es una organización nacida al calor de las pugnas inter priistas dentro de la estrategia general del ex gobernador mencionado para llegar al poder ejecutivo del gobierno del Oaxaca.

Heladio Ramírez y sus hidras
Fue enorme el esfuerzo hacia el poder de Heladio, hizo todas las maniobras que le fue necesario, habilitó a su compadre Héctor Sánchez en Juchitán; trajo del norte a Margarito Montes Parra, el llamado “Atila de la Cuenca del Papaloapan” quien asoló la región contra los ricos terratenientes de allí enriqueciéndose él tanto o más que aquellos.
Pero los enemigos de Heladio fueron disminuidos, demostrando de pasó el político mixteco capacidad de interlocución y control de los grupos opositores; así junto con el apoyo del centro de México, sobre todo de Salinas de Gortari que traía la misión de abrir los mercados cerrados como Oaxaca al dominio del mercado globalizado y neoliberal, logró abrirse camino entre los poderosos tradicionales instaurando la aciaga noche oscura que aún nos asuela. Él fue también quien entregó la estructura del IEEPO a la Sección 22 y la dejó muy fortalecida.
Obviamente, no es este personaje el que trajo todos los males, pero sí el que los sintetizó e hizo convergir en su época. El caldo de cultivo de la pobreza y la marginación ya estaban, sólo hacían falta los Polos de Gyves, Nelios, Sánchez, Montes Parra, Beto Pazos, entre tantos que los encabezaran e hicieran rentable para ellos. Tantas invasiones de tierras y delitos similares nunca habrían sido posibles sin la entusiasta colaboración del gobierno. Eso es más que evidente.
Nunca hubo en Juchitán un movimiento de izquierda sino de sucesivos caciques pueblerinos simplemente anti-priistas que pudieron vender una imagen revolucionaria a intelectuales y aficionados de izquierda del centro del país ávidos de ver en cualquier motín, incluso retardatario, un movimiento revolucionario o de transformación social, quienes necesitan de esos insumos para sus teorías que venden en las aulas y en las presentaciones de publicaciones debidamente subsidiadas por instituciones del Estado.
Hoy los dirigentes mediatizadores ya no son útiles, sin embargo el actual gobierno, el más medroso y débil de la historia de Oaxaca no sabe cómo combatirlos, para variar también les tiene pavor como al magisterio. En vez de cortar la raíz de esas invasiones en los dirigentes manda a su pobre policía a pelear cuerpo a cuerpo con la masa, con la carne de cañón y contra uno sólo de los grupos y el más débil lo que acentuó en la población la de por si cada vez más acelerada desaprobación hacia el otrora “gobierno del cambio”.

Pequeños propietarios se arman
Entretanto, el peligro de violencia armada se cierne en Juchitán pues buen número de pequeños propietarios se han unido y armado para defender sus propiedades contra la acentuada ola de invasores. Ante la abierta, agraviante y eterna impunidad piensan que no les queda otra, so pena de perder sus esfuerzos, y no sólo de ellos sino de generaciones pues una pequeña fortuna no se hace en diez años como ciertos empresarios-políticos como los Gurrión o los ya mencionados mercenarios de seudo izquierda enriquecidos en corto tiempo.
Hoy el caos se ha instalado de manera permanente en Juchitán, casi toda una semana las carreteras fueron bloqueadas ante la desesperación ciudadana. En una revisión de la historia de la invasiones realizado por la periodista Guadalupe Ríos y publicado en el número anterior de la Revista En Marcha, asienta que en lo que va de la administración municipal priista de Daniel Gurrión Matías, miembro del Grupo Corporativo Gurrión, hay más de 30 invasiones a predios de propiedad comunal, privada, derechos de vía de carretera federal y Ferrocarriles, canales de riego, propiedades municipales, institucionales y del propio gobierno estatal.

Movimiento que nace torcido
Es algo ingenuo sostener que los movimientos sociales oaxaqueños de los años 70 y 80 del siglo pasado nacieron revolucionarios y genuinos. Por el contrario, sostenemos que desde su gestación éstos venían ya con la huella del caciquismo y la corrupción, por ejemplo con el estudiante de medicina fracasado Leopoldo de Gyves de la Cruz, quien halló mejor empresa en la política y aún adeuda 30 millones de pesos que no pudo comprobar de su última administración municipal en Juchitán; o el gris sociólogo pero habilidoso político y manipulador de campesinos, Daniel López Nelio; así como el ingeniero Héctor Sánchez López, frío y eficaz negociador y hábil vendedor del movimiento (recordar su abrazo a Salinas de Gortari aquel 1988 en el Palacio Municipal de Juchitán) y quien durante los mejores tiempos de la Cocei se colocara como líder indiscutible, por arriba de los otros fundadores, ex senador y ex candidato a gobernador.
Los viejos discursos revolucionarios coceistas después de cumplir su función para acceder al poder y el dinero quedaron en el olvido, en vez de emancipación social este movimiento pronto degeneró en corrupción y ruptura del Estado de derecho, ingobernabilidad y descomposición social. La presión y el chantaje han sido sus mejores armas, la invasión de tierras para ganar adeptos y hacer negocios y el bloqueo de carreteras para negociar dineros de programas que los líderes administran.
Continúan con esa dinámica pero hoy con este gobierno tienen además de cargos públicos estatales, mayor influencia e impunidad. Por eso no es gratuito que actualmente realicen más invasiones que nunca e instauren un auténtico y desesperante caos donde su poder es notorio y más fuerte al tener el apoyo y la complicidad de un gobierno del estado del que son parte y que sin rubor alguno mandó a su policía en apoyo de uno de sus aliados. El mensaje es funesto.