Votar o no votar ¿Quién da más?

Rumbo a las diputaciones federales 2015

Es común escuchar en todas partes, principalmente en la clase más jodida, cuando la charla lleva al tema electoral: “¡Pues vamos a ver quién da más y por ese votamos!”. En verdad es terrible reconocer como se ha denigrado nuestra sociedad, a que grado de perversión y descomposición social ha llegado nuestra realidad, y lo que es peor sin posibilidades de superarlo.

 

Abdías Vázquez Avelino

 

Huatulco.- Ante un escenario nada halagüeño, algunos candidatos ya hacen campaña para ocupar una curul en la LXIII legislatura federal, luego de las elecciones que se llevarán a cabo el 7 de junio de 2015.

 

Por conocer el juego de intereses que prevalece en la política, muchos ciudadanos medianamente informados desde cómo se originan las candidaturas, las elecciones para diputados locales o federales, es irrelevante o, peor aún, sirven sólo para posicionar a los partidos políticos que ya de suyo tienen un bien ganado desprestigio.

 

La gran mayoría, reconoce a los diputados como vulgares levantadedos al servicio de quien les dio la oportunidad de ganar bien por tres años sin hacer nada, ya sea el partido político o el gran decisor gobernante en turno. Y en esas circunstancias ¿En quién confiar? ¿Cómo superar la desconfianza y el desinterés?

 

Nada más desafortunado para la democracia mexicana, considerando los grandes recursos que se destinan para la realización de estos comicios, pero se justifica plenamente la desconfianza o desinterés de los votantes, cuando la huella que ha dejado la gran mayoría de quienes han llegado a ocupar un escaño en el congreso, local o federal, es pésima, terriblemente desagradable.

 

Y es que, para desgracia de la política en México, los excesos del poder omnímodo, la arrogancia, la prepotencia y el valemadrismo que ejercen nuestros representantes populares, les han distanciado ostensiblemente de quienes un día confiaron en ellos al emitir el voto.

 

En otro tiempo o en otras circunstancias, nos sentiríamos orgullosos de sufragar por nuestro candidato y de cumplir con ese derecho ciudadano, mientras que hoy, pesa más la certeza de que la mayoría de esos representantes populares, jamás harían nada por el pueblo que les dio el voto de confianza.

 

Peor aún, cuando la gran mayoría de los políticos han envilecido y prostituido esa actividad, ya que a sabiendas de la enorme desigualdad, de la gran necesidad que tiene en angustia permanente al pueblo, prácticamente los han orillado a hacer a un lado la dignidad malvendiendo el voto.

 

Ya es común escuchar en todas partes, principalmente en la clase más jodida, cuando la charla lleva al tema electoral: “¡Pues vamos a ver quién da más y por ése votamos!”. En verdad es terrible reconocer como se ha denigrado nuestra sociedad, a que grado de perversión y descomposición social ha llegado nuestra realidad y lo que es peor, sin posibilidades de superarlo.

 

Así, así es como estamos. Unos, los dueños de las franquicias partidistas y sus candidatos compran votos y, enfrente la clase jodida, necesitada y convenenciera, usa la credencial en ese juego perverso, para tener dinero o beneficio de corto plazo. A nadie o quizá muy pocos, interesa que sus diputados legislen en favor del pueblo.