Oaxaca: la economía en la sucesión de 2016

Cuauhtémoc Blas

 

En la historia de Oaxaca hay una constante en cuanto a la lucha por el poder estatal. La que se da entre los grupos de poder local contra las disposiciones del Centro federal. Aunque, como en todo el país, en los mejores tiempos del PRI el presidente de la república designaba al candidato y luego gobernador del estado, no dejaban de presentarse inconformidades.

 

Hasta hace unas tres décadas y media, los grupos de poder locales no se quejaban del abandono del centro federal, pues gracias a ello ejercían el control de la economía y el poder político de Oaxaca. Lo que se dio hasta el gobierno de Pedro Vásquez Colmenares, cuando ese control y poder salió de las manos de esos grupos locales tradicionales.

 

En la historia de Oaxaca hay una constante en cuanto a la lucha por el poder estatal. La que se da entre los grupos de poder local contra las disposiciones del centro federal. Aunque, como en todo el país, en los mejores tiempos del PRI el presidente de la república designaba al candidato y luego gobernador del estado, no dejaban de presentarse inconformidades.

 

Caída de dos gobernadores

 

Muestra del poder local fueron las caídas de los gobernadores enviados por sendos presidentes de la república, Edmundo Sánchez Cano, 1947, y la de Manuel Mayoral Heredia, 1952, propiciadas por los ricos comerciantes locales con apoyo de sus parientes miembros del Instituto de Ciencias y Artes, gente de los mercados y población persuadida de la defensa de los intereses locales.

 

Esos intereses locales no era otros que los intereses de esa casta local que no veía con buenos ojos la característica principal de esos gobiernos: iniciar la modernización de Oaxaca. Independientemente de discutir en qué consistía dicha modernización, lo central es que apuntaba a remover la placidez de esos grupos.

 

La bandera principal contra ambos gobernantes fue el rechazo al aumento de impuestos que proponían, los ricos locales de ninguna manera estaban dispuestos a pagar más impuestos y mucho menos para modernizar Oaxaca, pues, precisamente, su bienestar se basaba en todo lo contrario. Seguir igual era su divisa.

 

Esos gobernadores fueron sustituidos por dos miembros de las élites locales: Eduardo Vasconcelos, sustituyó al primero; y Manuel Cabrera Carrasquedo al segundo. Así, fueron detenidos los proyectos de modernización y de infraestructura productiva que planteaban.

 

Cae Zárate Aquino

 

Sin embargo, los tiempos fueron cambiando, y en 1977 el centro federal inicia una más decidida intervención en el Oaxaca bucólico y prescindible de entonces. Por primera vez un representante de la clase alta oaxaqueña fue derrocado. Aunque hubo gran movilización de grupos emergentes locales (COCEO, COCEI…), distintos a los de antaño, Manuel Zárate Aquino cayó sobre todo por su confrontación con el gobierno federal, léase el poderoso secretario de gobernación Jesús Reyes Heroles.

 

Después del interinato del general Jiménez Ruiz, y luego del gobierno de Pedro Vásquez Colmenares, trunco en su último año, de nuevo el centro federal mostró su determinación de poner a quien ejecutara en la entidad sus políticas de gobierno, subordinadas al capital internacional, a las políticas del neoliberalismo que busca penetrar hasta los lugares más apartados.

 

Heladio, abre el mercado

 

Heladio Ramírez traía tareas precisas que se contraponían a las hasta entonces bien defendidas estrategias locales de inamovilidad. Cual auténtico virrey, con fuerte apoyo del centro Ramírez López cumplió las encomiendas: abrir la cerrada economía local al mercado mundial, y apaciguar al movimiento social.

 

En lo primero, se trataba de introducir los grandes supermercados transnacionales, lo que se inició desde entonces. Plaza del Valle se construyó en esos años; en lo segundo, pactó y financió a los grupos regionales, que en buena parte él había creado. Su herencia dañina.

 

A Diódoro Carrasco Altamirano lo dejó el poder del centro para seguir la tarea de Heladio. Con él inicia la llegada de las grandes empresa eólicas al Istmo de Tehuantepec. Los grupos locales de antaño fueron quedando de lado hasta perder su estructura compacta.

 

Murat y URO, la descomposición

 

La irrupción de José Murat en el gobierno de Oaxaca rompió esta línea de la política central y sumió a la entidad en un caos administrativo y político que siguió con su heredero Ulises Ruiz Ortiz. Y más aún con el interregno panista. Oaxaca quedó a la deriva, con un grupo político separado de la díada saber y poder. El fondo de la caída fue el terrible 2006.

 

En la actual disputa por la sucesión de gobernador están emisarios directos de esos dos gobiernos, de Murat y Ulises. Sintomático de lo descrito es que ambos no tienen idea de lo que Oaxaca necesita para tratar de incluirla, de la menos peor manera en el avance de la economía global. Sólo dicen vaguedades, frases trilladas: “Estoy listo para gobernar Oaxaca” o “Sacaré a Oaxaca de su rezago y marginación”.

 

El factor economía

 

Quizá de nuevo el factor economía sea decisivo en la designación de quien pueda ser el próximo gobernador de la entidad. Los grandes capitales internacionales que se aprestan a llegar a Oaxaca en la zona del Istmo, Salina Cruz, Juchitán y otros municipios circundantes, así como a otras regiones con riqueza minera, tienen sus exigencias.

 

Hablamos acá del PRI, en tanto se apresta a retomar el gobierno de Oaxaca, después de un sexenio de gobierno de coalición de partidos opositores que no respondió ni de lejos a las grandes expectativas y esperanzas de sus electores.

 

Alianza agua y aceite

 

Aunque tampoco es un hecho, claro está, que el PRI recupere el poder estatal. No obstante, hasta ahora la alianza de partidos, que en números duros lo superaría en votos, no se ha dado. Y aunque la endeble posibilidad de alianza PRD-PAN se diera faltarían los votos de MORENA para acercarse al triunfo. Ese casi 14 por ciento de votos obtenidos por el partido de López Obrador en Oaxaca, resta la posibilidad de éxito de la llamada alianza “agua y aceite”.

 

Sólo como ejercicio en números, tenemos de la elección federal de este 2015 en la entidad al PRI con el 30.02 por ciento del total de votos. Su aliado el partido Verde con 4.24 por ciento, y otro posible aliado el PANAL con 3.53 por ciento. Juntos tendrían 37.79 por ciento de votos.

 

El PRD obtuvo 21.21 por ciento de la votación; el PAN 10.17; Movimiento Ciudadano 2.86 por ciento y PT 2.68 por ciento. Lo que arroja un total de 36.92. Aunque podría descender a 34.24 por ciento si el PT va en alianza con el PRI, como hace 12 años cuando apoyó la candidatura priista de Ulises Ruiz Ortiz, habida cuenta hoy de la inexistencia de un candidato fuerte y echado para delante como hace seis años lo era Gabino Cué Monteagudo.

 

Coyuntura del PRI

 

La coyuntura actual apunta a favorecer al PRI, pues la negativa de Andrés Manuel López Obrador de sumarse a la alianza PRD-PAN quizá le reste más votos a dicha alianza, por la fuerte presencia de ese personaje político, López Obrador, y el crecimiento natural de su partido. Salomón Jara, el gallo de Obrador, es candidato débil, cuestionado y hasta rechazado, está lejos de ganar la elección, pero sí de restar a la actual coalición o al PRD.

 

Empezó a sonar la posibilidad de que Robles Montoya, desdeñado extrañamente por su partido el PRD, sea el abanderado del PAN a la gubernatura, merced a su alto posicionamiento en las encuestas.

 

Robles-Cué, distanciados

 

Este personaje es quien lleva más tiempo de recorrer el estado con miras a la sucesión de Gabino Cué. Lo ha hecho, empero, sin el apoyo del gobernador Cué de quien fuera eminencia gris en sus exitosas campañas, y durante los primeros años de su gobierno.

 

Distanciados, Robles ahora no sólo no cuenta con ese apoyo sino hasta tiene en contra la voluntad de Gabino de quien se dice ha pedido a la jerarquía nacional del PRD que vaya cualquiera de candidato menos Robles Montoya.

 

El auto nombrado “Tigre Robles” se ha ido a la yugular del gobierno de Cué, acusándolo de corrupción y malos manejos. Primero acusó al personero de Gabino, al Jorge Castillo, como el principal corrupto y corruptor del gobierno del “cambio”. Después tachó al gobierno de Cué de traidor.

 

Ha ido lejos en esto Robles Montoya, pues no sólo realiza denuncias en los medios, sino que interpuso una demanda ante la PGR en contra de castillo por presuntos actos de corrupción. Luego contra Alberto Vargas Varela, Secretario de Administración, por lo mismo y además conflicto de intereses. Ambos están convertidos en millonarios. Finalmente, encarrerado el senador Robles Montoya pidió la renuncia de esos funcionarios y del gobernador Gabino Cué, quien no da un manotazo en la mesa -como pidió el acusador- para detener este saqueo a Oaxaca.

 

Las encuestas no bastan

 

Sin el carisma, ni arraste, ni apoyos de partidos y grupos regionales que hace seis años tenía Gabino Cué, a pesar de puntear en las encuestas el Tigre Robles sólo con el PAN o algún otro partido menor, o como independiente sus posibilidades de éxito se avizoran cuesta arriba. Empero, restaría de manera importante votos al abanderado perredista. Sobre todo si ese abanderado es el rezagado José Antonio Estefan Garfias, o pero aún el desconocido Gerardo Gutiérrez Candiani.

 

No es éste el mejor momento de la llamada izquierda en Oaxaca y sus alianzas. Los problemas con el PAN son fuertes, en tanto el PRD merced a su mayor porcentaje de votos reclama las principales plazas como el municipio de Oaxaca de Juárez, que ha sido bastión tradicional de Acción Nacional, por ejemplo.

 

Para asegurar la derrota del PRI, necesitarían de un trabajo de conciliación mayor, en donde los aliados de antaño retornaran al redil oposicionista, y ofrecer de nuevo un frente común para alzarse con la victoria nuevamente. Panorama que se ve difícil hasta ahora.