Gobierno y magisterio destruyen la Guelaguetza

Rescatar la fiesta para salvar la economía local

Cuauhtémoc Blas

 

La Guelaguetza tiene dos grandes enemigos que la arruinan: la burocracia y el magisterio de la sección 22. En este sexenio que culmina ambos grupos acentuaron su agresión contra la fiesta. Los primeros con su ignorancia manifiesta, al presumir que mejorarla era incrementar la cantidad de participantes y no la calidad de la misma; el magisterio con su violencia permanente además de su boicot directo a la celebración.

 

Si alguien quisiera rescatar la “máxima fiesta de los oaxaqueños”, La Guelaguetza, para devolverle su esplendor y calidad de antaño, sería una labor ardua, amplia. Desde 1932 cuando se realizó el “Homenaje Racial” para conmemorar los 400 años de Oaxaca como ciudad, antecedente de la Guelaguetza actual, pasando por su institucionalización entre los años 1951-1956, cuando se empieza a llamar Guelaguetza en el marco de los Lunes del Cerro, la festividad ha experimentado muchos cambios.

 

Hasta Pedro Vásquez Colmenares la fiesta no sufrió deterioros, las delegaciones de las siete regiones culturales de Oaxaca se presentaban con sus piezas de música y baile previamente seleccionadas, incluso a sugerencia del centro. La competencia inició después, en el siguiente sexenio, el de Heladio Ramírez, cuando el político Ildefonso Zorrilla Cuevas, “el filósofo” inició la moda sexenal de introducir delegaciones de los municipios donde esos próceres nacieron. Él incluyó a su natal Santa Catarina Juquila. Actualmente vemos que esa inclusión, como muchas otras, no enriquecen el espectáculo. Sobre esto trataremos más adelante.

 

Vale apuntar que con Heladio Ramírez, gobernador de 1986 a 1992, hay una ruptura de la línea de gobierno que se venía dando en Oaxaca, generalmente apegados a la aristocracia local de las clases altas. El mismo Homenaje Racial, antecedente directo de la Guelaguetza, fue concebido por un Comité Organizador cuyos miembros eran representantes conspicuos de esa clase social alta de Oaxaca, en el gobierno del Francisco López Cortés, istmeño de Ciudad Ixtepec, quien presidió dicho Comité integrado un año antes, a mediados de 1931.

 

Este Homenaje Racial fue concebido por esa clase alta que festejaba cuatro siglos de la ciudad de Oaxaca, cuatro centurias existiendo como ciudad colonial. Traer a los pueblos indígenas a rendir homenaje y sumisión a la Oaxaca señorial fue un acto de supremacía sobre esos pueblos que se postraron y entregaron sus bastones de mando a la Vieja Antequera, la Sultana, la Perla del Sur. En esos festejos las clases altas ni se mezclaron con los indígenas que llenaron las calles de la ciudad. (La Guelaguetza en Oaxaca, Lizama Quijano, Jesús. Edit. CIESAS).

 

El indigenismo de Heladio, combinado con su pesada demagogia echeverrista, inició los cambios a la festividad desde el gobierno, de ahí los sucesivos gobernadores introdujeron otros cambios y nuevas delegaciones por decisiones políticas y no artísticas. Ulises Ruiz aumentó a cuatro las presentaciones de la Guelaguetza en el Cerro del Fortín. Pero ninguno como el actual de Gabino Cué que hasta festeja cándidamente haber aumentado de manera anárquica de 36 a 56 las delegaciones participantes.

 

Guelaguetza, es la economía…

 

Para devolverle su magnificencia a la Guelaguetza haría falta un gran equipo de profesionales en coreografía y músicos competentes, más o menos a la altura de quienes trabajaron en el diseño de esta fiesta en las primeras décadas del siglo XX. Un gran equipo, pues siempre es más difícil construir que destruir, y algo más difícil reconstruir.

 

Sobre todo, haría falta una férrea voluntad política para poner orden en este importante rubro de la economía de Oaxaca, pues no se trata sólo de un bonito espectáculo, sino de todo el círculo económico que significa para el Oaxaca que en buena parte vive del turismo (o vivía) y que no son sólo nuestros empresarios con sus negocios de “viudas” dueños de restaurantes u hoteles, los ricos menoscabados por la camarilla violenta del magisterio.

 

Hay un número más grande de beneficiados por la temporada más alta del turismo en Valles Centrales que se da con la Guelaguetza, entre ellos prestadores de servicios como guías de turistas, taxistas, meseros, artesanos fabricantes de ropa, de objetos de barro, de alebrijes; una cauda de mezcaleros, de señoras que venden comida, nieves, buñuelos, dulces y un largo etcétera. Varios pueblos de los Valles Centrales reciben el beneficio del turismo: la Ciudad de Oaxaca, Mitla, Tlacolula, Matatlán, los pueblos de Etla, Zimatlán, Ocotlán, Zaachila, entre otros.

 

No es nada desdeñable el fortalecimiento de la economía regional que se da en esa temporada, misma que se extiende a destinos turísticos de playa como son Huatulco, Puerto Escondido, Puerto Ángel, principalmente. Sin dejar de lado el turismo que acude a las montañas de la Sierra, Ixtlán, Benito Juárez y el incipiente Pueblo Mágico de Capulálpan de Méndez, entre otros.

 

Guelaguetza, espectáculo artístico

 

Que a pesar del miedo que inculcan los maestros violentos de la Sección 22 y la deficiente organización del festival, sigan acudiendo principalmente los oaxaqueños, en menor medida turismo nacional y en mucho menor proporción extranjeros, a disfrutar de los bailes sobre la Rotonda de la Azucena en el Auditorio Guelaguetza los dos Lunes del Cerro, habla de la importancia del festejo.

 

Incluso ahora que la calidad de la fiesta ha mermado sensiblemente, no hay quien no manifieste sentir la fuerza de sus raíces oaxaqueñas y mexicanas al impacto de la música, baile y vestimenta de los grupos de oaxaqueños venidos de las regiones de la entidad. Hay que imaginar la magnitud de esto cuando la celebración era más cuidada y, por ende, de mayor calidad. No se puede dejar de decir que dicha fiesta siempre fue mestiza, como no podía ser de otra forma, acorde a la índole general, quien quiera hallar en ella la originalidad precolombina, estallará en decepción.

 

Lizama Quijano sostiene que la belleza de la Guelaguetza es indiscutible, así como que es una invención, que “muestra la riqueza porque no se puede mostrar la desnudez”, exhibe que indios y mestizos conviven en ella, lo que no se da en la realidad y esa realidad social más deprimente necesita ser ocultada. Eso ausente de la fiesta, concluye el investigador, “es lo que, a final de cuentas, ha influido en las motivaciones para construirla”.

 

Tanto Lizama como otras plumas autorizadas por su erudición en los asuntos oaxaqueños, como la del historiador Jorge Fernando Iturribarría Bolaños, han concluido que la fiesta de los Lunes del Cerro denominada Guelaguetza es un espectáculo. Más que encuentro de pueblos autóctonos, lo que las delegaciones de las regiones de Oaxaca traen a presentar cada año son lo más elegante y fino de sus festividades.

 

Incluso hay bailes creadas ex profeso para su presentación en estas Guelaguetzas, la Flor de Piña de Tuxtepec y el Jarabe Mixteco de Huajuapan, son muestras de lo que hace décadas era el compromiso y el respeto por asistir a esta celebración, pues no se incluyeron en ella con expresiones improvisadas, como es ahora común, sino con verdaderas creaciones coreográficas y musicales de gran calidad. Paulina Solís, la coreógrafa y Samuel Mondragón el músico, fueron quienes dieron a la luz a la exitosa Flor de Piña de hoy. El Jarabe Mixteco, fue creado por Cipriano Villa Hernández. Ambos tomaron ritmos, pasos y vestimenta de sus regiones.

 

Un espectáculo cuyo costo de entrada es muy alto, 950 y 750 pesos, exige necesariamente calidad, nadie paga por menos. Por eso hay quien declara que el espectáculo Guelaguetza debe ser cuidado y preservado. Vidal Ramírez Pineda, quien cuenta con una larga trayectoria en el sector cultural, sostiene lo anterior, “hay que cuidarla —dice— sin dejar de incorporar los naturales cambios que experimentan la vida de los pueblos”.

 

Ramírez Pineda, director de la Casa de la Cultura de Juchitán, observa: “Estamos viendo que hay otros pueblos que por cuestiones de tipo de político están insertándose en este espectáculo grandioso que es la Guelaguetza… pero aquí lo que se pretende es que se matice la cuestión cultural, que los pueblos con raigambre cultural puedan presentar algo que refresque el espectáculo Guelaguetza.

 

“Últimamente yo he dejado de asistir a la Guelaguetza, lo he visto por televisión y llega un momento como que cansa, como que fastidia y se tiene que hacer una selección de las mejores delegaciones con que cuenta el estado”, declaró en entrevista con En Marcha el gestor cultural. http://revistaenmarcha.com.mx/entrevista/1752-guelaguetza-en-crisis-aburrida-y-monotona-regida-por-politicos-.html

 

Para el también ex miembro del Comité de Autenticidad de la Guelaguetza, Vidal Ramírez, que se presenten cuatro delegaciones del Istmo, así como dos de Chinas Oaxaqueñas hace caer en el aburrimiento y hasta choteo, son los mismos trajes, la misma música, la misma coreografía que en lugar de enriquecer empobrece la fiesta.

 

Secretaría de Turismo, extraviada

 

Sin embargo, desde el ámbito gubernamental se hace exactamente lo contrario de lo que recomienda el experto, se incorporan nuevas delegaciones participantes, en vez de cuidar la calidad de la fiesta. De hecho esa es la política manifiesta de la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico de Oaxaca (STYDE), incrementar el número de delegaciones en la Guelaguetza.

 

Testimonio de lo anterior es que esa Secretaría presumía en su página de internet su incapacidad de distinguir entre calidad y cantidad http://www.styde.oaxaca.gob.mx/node/60, sitio ya borrado pero que puede verse en la página 19 de la revista En Marcha número 185, http://www.revistaenmarcha.com.mx/archivo/1750-edicion-185.html

 

“Hoy son más las comunidades que participan en nuestra máxima fiesta oaxaqueña”; “Durante este Gobierno ha aumentado de 36 a 56 el número de comunidades participantes en los Lunes del Cerro”. En esa lógica incorporar a los 570 municipios de Oaxaca a la Guelaguetza sería el éxito total.

 

No es extraño, entonces, que en este sexenio la celebración haya caído tanto en cuanto a la calidad de lo que se presenta en el Cerro. El Comité de Autenticidad de la Guelaguetza pasó a ser una simple figura de ornato. Al respecto Vidal sostiene: “El Comité de Autenticidad podría hacerlo mejor, ser más imparcial, pero a veces la decisión no recae en el Comité. Éste elige pero el que dispone al final es el Comité Organizador. Más bien yo creo que la decisión de orden político lo toma ese Comité Organizador, en este caso la Secretaría de Turismo.”

 

Guelaguetza 2016, la peor

 

Un fin de semana antes del primer Lunes del Cerro con la presentación de la Guelaguetza en la Rotonda de la Azucena, la Secretaría de Turismo estatal mandó a repartir miles de trípticos con el programa de la Guelaguetza y una carta de la actual titular de esa Secretaría, Ángela Hernández Sibaja.

 

Invitaba fraternalmente a los oaxaqueños a participar en esa celebración. Una cortesía inusitada pues no se había dado con anterioridad esta atención a habitantes de estos valles en colonias y fraccionamientos. Parecía inminente que el boicot del magisterio ya impactaba en la baja del número de visitantes “nacionales y extranjeros”.

 

Los porcentajes de la caída del número de visitantes o turistas a Oaxaca son dispares. En los medios de comunicación locales se llegó a manejar hasta un 50 por ciento de esa baja, los hoteleros manejaban 25 y 35 por ciento, en sintonía con la Secretaría de Turismo del estado. Empero, otras fuentes oficiales evidencian que se quedaron cortos.

 

Como otros años, el magisterio tomó de rehén también a la Guelaguetza para sus negociaciones políticas. Anunció que haría boicot a la fiesta, con lo que muchas reservaciones de cuartos de hotel fueron canceladas. De suyo las movilizaciones violentas del magisterio, con cierres de carreteras y asaltos a tiendas y oficinas, quema de vehículos y balazos en Nochixtlán con el saldo de 9 muertos, ya eran negativo para Oaxaca.

 

Finalmente, en el primer lunes del Cerro dos días antes los dirigentes de la S 22 anunciaron que no harían el boicot como muestra de “buena voluntad” en sus negociaciones, pero el daño ya estaba hecho. El lunes siguiente, en la llamada Octava del Lunes del Cerro, otra facción del magisterio que tachó de negociantes a quienes permitieron la realización del primer Lunes del Cerro, llamaron a bloquear la fiesta y efectivamente la obstaculizaron.

 

Aunque las fiestas se realicen llenando los lugares del auditorio de burócratas y acarreados, como sucedió sobre todo en la octava del Lunes del Cerro, eso no sirve de mucho, sirve como propaganda del gobierno del estado que celebra como éxito esa realización, pero no para el mencionado círculo económico. Al no acudir el turismo estatal, nacional e internacional las ventas caen, de hecho así no hay ventas, a decir de artesanos y cocineras. “Esa gente no tiene gusto” por la Guelaguetza, y las ventas bajan en algunos casos hasta casi nada, como se quejaron los artesanos que cada año acuden a vender.

 

Guelaguetza, sus enemigos

 

Así, vemos que la “Máxima Fiesta de los Oaxaqueños” tiene dos grandes enemigos que la destruyen: la burocracia del gobierno estatal y el magisterio de la sección 22. En este sexenio que culmina ambos grupos acentuaron su agresión contra la fiesta. Los primeros con su ignorancia, al presumir que engrandecer la Guelaguetza era incrementar, sin ton ni son, la cantidad de delegaciones participantes y no la calidad de la misma; el magisterio con su violencia permanente además de su boicot directo a la celebración.

 

Rescatar esta celebración, vital para la economía de los Valles Centrales, exige atender estos dos frentes, poner orden en la burocracia que administra la Guelaguetza y, lo más difícil, acabar con la anarquía y violencia del magisterio oaxaqueño. Al final, poner orden en esto último es condición sine qua non para el crecimiento de cualquier dinámica económica en Oaxaca.