El “error histórico” de traer a Trump

Gerardo Nieto

Resumen Ejecutivo AP 810

 

Fractura política en el gabinete; ira popular en la sociedad; desconfianza y enojo de los hombres del dinero; reserva de otros factores reales de poder y mucha distancia con Washington y la Casa Blanca. El error del 31 de agosto mostró a un Presidente dubitativo y sin liderazgo político para defender, al menos en el discurso, el concepto de soberanía.

 

Peña Nieto es un Presidente débil y sin futuro. Su equipo de trabajo registra fisuras que confirman la etapa que llegó del ciclo sexenal: agendas propias e intereses encontrados. Auténtica guerra de facciones. Nadie cuida al Presidente. El ciclo de este gobierno se cerró con la crisis del 31 de agosto.

 

Trump sube en las encuestras

 

La tarde del viernes 2 de septiembre, Fox News divulga los resultados de una encuesta que le da a Hillary Clinton y a Donald Trump, el mismo porcentaje de intención de voto: 39 por ciento. El empate se debe, entre otros factores, al efecto Peña Nieto. La reunión de Trump con el mandatario mexicano le reportó al magnate una inmediata recuperación. Ese mismo día, The New York Times publicó un sondeo en el que Trump registra 40 por ciento de preferencia electoral y Hillary 39. Si se considera que el candidato independiente en la contienda por la Casa Blanca resta votos principalmente a Hillary Clinton, entonces, un escenario probable es que Donald Trump gane las elecciones de noviembre.

 

En este sentido, haber abierto la puerta de Los Pinos a Trump fue el elemento de coyuntura que sirvió al republicano para alcanzar y rebasar a su contendiente demócrata. Si la apuesta de Peña Nieto era esa, el resultado fue excelente; si no habría que asumir las consecuencias históricas de lo que se hizo. El grupo compacto en el poder no tenía ni tiene derecho a equivocarse en el trato que le da a un personaje como Donald Trump; no le asiste la razón al jugar como lo hace con la historia y, menos a destruir, por el ego de un personaje —Luis Videgaray y la ignorancia de otro, Enrique Peña Nieto—, el futuro de México.

 

“En unas cuantas horas, el presidente colocó al país y a su gobierno, en la posición más vulnerable en que ha estado desde la era revolucionaria”1 . The Economist afirma que el mandatario mexicano ayudó a la campaña de Donald Trump, pero “…aún si gana la señora Clinton, no se lo agradecerá. Si resulta que contribuyó a elegir al Sr. Trump, muchos mexicanos jamás se lo perdonarán a él o a su partido y tampoco lo hará el resto del mundo”2 .

 

Peña perdió el rumbo

 

Con Donald Trump al lado, Enrique Peña Nieto mostró su real estatura política; se descubrió no como estadista, sino como un gobernante sin perfil y sin carácter. “Fue vergonzoso ver a Peña Nieto callado e inmóvil en su propia casa mientras Trump tomaba el control de la conferencia de prensa y escogía a los periodistas que le hacían preguntas en inglés. Trump dijo que sí habían hablado sobre el muro pero no sobre quién lo iba a pagar. Y Peña Nieto, que sabía que eso no era cierto, se quedó callado. Ese fue el día en que Peña Nieto se encogió y se convirtió en presidentito”3 .

 

Los contrapesos al poder presidencial en México no funcionan, de otra forma esto no habría ocurrido. La reacción del Congreso fue a destiempo. El daño al país está hecho. “En unas cuantas horas, el gobierno perdió su relación privilegiada con la administración Obama, demostró actuar de manera irracional y probó ser un actor no confiable. México se convirtió en el hazmerreír del mundo”4 .

 

El Presidente cayó en total descrédito. “Cuál fue el propósito de este despliegue de servilismo? (...) El gobierno de Peña Nieto transgredió las reglas del protocolo para darle a un candidato tratamiento reservado exclusivamente para jefes de Estado. La propia embajada de Estados Unidos en nuestro país desaconsejó la visita”5 .

 

Trump fijó toda la agenda

 

Nostalgia por el pasado. Eso es lo que provocó Enrique Peña Nieto. “En tiempos de los presidentes De la Madrid, Salinas o Zedillo, México tenía un sistema político premoderno, pero al menos había un sentido de Estado en nuestro trato con el vecino. La relación con Estados Unidos se negociaba desde una posición de dignidad y respeto…El 31 de agosto de 2016, la residencia presidencial de Los Pinos se convirtió en el patio trasero de Donald Trump”6 .

 

El magnate impuso tiempos y condiciones. “Christopher Campbell, agregado del Servicio Secreto en México, envió el lunes 29 de agosto a Hiram Almeida, secretario de Seguridad Publica del gobierno de la Ciudad de México, un escrito donde le informa de la visita de Trump para el 31 de agosto y le pide colaboración para asignarle escoltas”7 . Trump fijó la agenda: “La visita se hizo atendiendo los caprichos, agendas y prioridades de Donald Trump”8 . A las 21:00 del martes 30, la cancillería mexicana negó alguna fecha pactada para el encuentro, pero a las 19:30, The Washington Post informó sobre la visita. “A los cuatro minutos Los Pinos avaló la versión”9 .

 

Luis Videgaray quedó al frente de la coordinación de ese encuentro. Claudia Ruiz Massieu “…puso sobre la mesa su renuncia”10. La condición de debilidad estructural del Presidente llevó a su degradación: “…se puso a las órdenes de un candidato estadounidense que no ha hecho otra cosa que insultar a los mexicanos…(Trump) hizo lo que quiso, a la hora que quiso. Le abrieron la puerta, le dieron trato de presidente, le suavizaron el tono ante sus bravuconadas, asumieron los insultos, le armaron un acto de campaña, le organizaron una conferencia de prensa y hasta le dejaron comandarla: cuando Trump, en Los Pinos, decidió en qué momento darle la palabra al presidente de México, la radiografía quedó completa: todo estaba perdido”11 .

 

La mala idea de Videgaray

 

La idea de recibir a Donald Trump en Los Pinos fue de Luis Videgaray. Se quiso desviar la atención de los gasolinazos y el aumento a las tarifas de luz y otros bienes y servicios de primera necesidad. En Hacienda hablan de conocer al candidato republicano para evitar un colapso económico si él gana en noviembre. Ambos argumentos se antojan inverosímiles e infantiles. Lo más lógico es que se pensara relanzar la administración federal a partir de ese encuentro. Error de visión y de estrategia. Videgaray es víctima de su soberbia y Peña Nieto de su ignorancia. Ante las críticas, la secretaría de Hacienda precisó: “La decisión de invitar a los candidatos Clinton y Trump fue del Presidente”12. Así, Luis Videgaray se deslindó del error y endosó a Enrique Peña Nieto la responsabilidad del encuentro.

 

Videgaray es políticamente incorrecto: no puede ni debe endosarle al Presidente la culpa de su error. Hay constancia de que tanto Claudia Ruiz Massieu como Miguel Ángel Osorio Chong se opusieron a ese encuentro. En la sesión de Congreso General, el pasado 1 de septiembre, Fernando Herrera, a nombre del Partido Acción Nacional, fue duro al criticar la incompetencia y los errores de la administración federal: “Este Gobierno es profundamente corrupto y totalmente incompetente. México es noticia en el mundo por su desgracia, por su corrupción, por su dolor. Lo primero que debemos de decir, después de estos cuatro años de Gobierno, es que ese poder no puede. Peor aún, en lugar de exigirle (a Trump) que pida perdón a los mexicanos, lo metió a Los Pinos, le estrechó la mano y le tendió la mesa. México quedó humillado y ofendido. Se traicionó el sentir nacional”13 .

 

México quedó ofendido

 

Enrique Preña Nieto califica a Donald Trump como una amenaza a la seguridad nacional. Es decir al territorio y población, pero le abre las puertas de Los Pinos. Esa invitación “…y el sometimiento va mucho más allá del ridículo o la humillación. Enrique Peña Nieto abrió las puertas, empoderó y promovió a alguien que el propio mandatario califica como una amenaza para el Estado mexicano. Y abrirle las puertas a una amenaza al país se llama traición a la patria el presidente puede ser denunciado ante el Senado para sentenciarlo a pena de cárcel”14. Elisur Arteaga, doctor en 5 derecho por la UNAM concluye “hay elementos para pensar que Peña Nieto y quienes participaron en la decisión de invitar a Trump cometieron el delito de traición a la patria”15 .


En la política no hay cabida para la ingenuidad. Explicar esta acción fallida puede plantearse a partir de dos lecturas: la primera, que quien o quienes asesoran al Presidente no saben de política exterior, ni de prospectiva electoral y, menos, entienden el ciclo sexenal mexicano; la segunda, más preocupante, es que Enrique Peña Nieto esté sujeto a un desgaste acelerado desde dentro del propio régimen priista. Es decir, que haya facciones al interior del establecimiento político que colocan, una y otra vez, al presidente en una franja de riesgo permanente y de desgaste con la intención de arrebatarle el control de su propia sucesión.

 

La crisis del 31-A es un triunfo de los enemigos de Peña Nieto. Hay un antes y un después de ese aciago 31 de agosto. Lo que resta del sexenio será, lo es ya, para Peña Nieto una auténtica pesadilla. Lo que viene en buen español es la negociación con la facción calderonista del PAN de los términos de la cesión de poder en el 2018 y la reacción de la nomenklatura priista contra la tecnocracia que impone ritmos y formas a una entrega pactada del poder. Más cuando el presidenciable del grupo compacto del presidente, Luis Videgaray finalmente renunció a su cargo en evidente pago por su responsabilidad en el más grande de los errores políticos de este sexenio.