Cambiar a la ASE para que todo siga igual

La puja del nuevo gobierno por controlar todo

Cuauhtémoc Blas

 

La Auditoría Superior del Estado (ASE) ha fracasado en su objetivo central: “proporcionar a la sociedad oaxaqueña certeza y credibilidad en la rendición de cuentas y fiscalización de los recursos públicos”. Los escándalos de corrupción del gobierno anterior, el de Gabino Cué, así como de los principales municipios de la entidad, ponen de manifiesto ese rotundo fracaso.

 

Sólo en las últimas pesquisas de la PGR se anuncia un quebranto de unos 17 mil millones de pesos de ese gobierno contra en erario estatal. Atendiendo a lo que se anuncia de manera oficial de los recursos desviados, porque hay un caudal que están a la vista sin que sean aún investigados por las autoridades.

 

La debilidad con que Gabino Cué pasó por el gobierno de la entidad, enfrascado en el desvío de los recursos públicos con su alter ego Jorge “El Coco Castillo”, relajó por completo la disciplina en las dependencias del poder ejecutivo y en los ayuntamientos de la capital y del interior del estado.
Gabino podría ser de igual índole que los anteriores gobernantes, pero su falta de carácter en el manejo del poder propició que sus colaboradores y ediles hicieran lo que les diera la gana. Habría que precisar que, por esto, no es del todo igual pues esa debilidad hizo que la entidad viviera su peor época, con pequeños tiranos que asolaron impunemente a sus municipios.

 

Botón de muestra de esa anarquía lo tenemos en Oaxaca capital desde Luis Ugartechea cuando se dio las más grande invasión y destrucción del Centro Histórico, con puestos ambulantes de todo tipo, lo que en el pasado trienio de Javier Villacaña llegó al extremo, un 500 por ciento de crecimiento de esa invasión, a juicio de los comerciantes establecidos. Ambos, además, dejaron deudas sin precedentes. Asimismo, el saqueo a Xoxocotlán y el enriquecimiento del ex edil es tan evidente como agraviante. Pero nadie vio nada. Y la relación de estos casos escandalosos es grande, están también Matías Romero, Huajuapan, Salina Cruz, Santa Lucía del Camino…

 

“Cuando él gobierna, sólo él roba”

 

Está en la historia que durante el gobierno del vendedor de la mitad del país, Antonio López de Santa Anna, ni siquiera había ladrones en los caminos porque si eran sorprendidos los ejecutaban. Se decía entonces que “Cuando él gobierna, sólo él roba”. Si algo de esto se dio en otros gobiernos de Oaxaca, que de alguna manera tuvieron así un poco a raya a los ediles, en el gobierno anterior pasó lo contrario: si el gobernador roba, todos roban.

 

Hay testimonios de la pusilanimidad del ejecutivo anterior. Nunca antes un presidente municipal se habría atrevido a responder en su defensa ofendiendo a su gobernador, como lo hizo uno de Tuxtepec, José manuel Barrera Mojica, perredista acusado de saquear y endeudar a su municipio. Este personaje harto de los reclamos de funcionarios del Coplade por sus faltantes en el erario, les espetó: “Es cierto que estamos mal, pero Gabino está igual”.

 

En Pochutla, durante una de esas inocuas y hasta inicuas Audiencias Públicas, una ciudadana llegó a donde se encontraban Gabino y el presidente municipal priista Enrique Ensaldo, para quejarse con el gobernador que el edil no le concedía derecho de audiencia. El tirano local alzó la voz para gritarle a la señora. “Ni te lo daré”. Ella miró a Gabino, quien volteo para otro lado. En tiempos de José Murat, lo menos que se hubiera llevado el atrevido sería un sonoro coscorrón.

 

Empero, no todo lo hizo mal Gabino Cué, una de sus redituables acciones para él fue el “pago por evento” a los diputados al iniciar su gobierno para que aprobaran al neo perredista Carlos Altamirano como titular de la ASE. Ponía a su mozo de estoques a cuidarle las espaldas. Por supuesto, el veterano ex priista nunca se atrevió a auditar al ejecutivo. Eso sí, el costo fue que Altamirano dejara en total descontrol el manejo del erario estatal. Ha trascendido que los infractores pagaban hasta el 30 por ciento de los faltantes por comprobar. Los auditores tenían a su jefe inmediato, pero con quien se entendían era con Carlos.

 

Borrar a la ASE, poner a los suyos

 

Actualmente se discute en el Congreso de Oaxaca sobre la pertinencia de crear otro órgano fiscalizador que sustituya al actual. Parecería una buena medida en tanto los resultados de la ASE han sido muy negativos. A todas luces no ha cumplido con al menos inhibir la corrupción en municipios y dependencias del gobierno.

 

Sin embargo, al entrar a detalles lo anterior no servirá de mucho, tanto porque no se apunta a revisar las fallas del principal elemento del trabajo de la ASE, como es la fiscalización eficiente con jefes y auditores honestos, como porque la creación de otro ente fiscalizador responde a la búsqueda de control del nuevo equipo gobernante.

 

Políticas públicas en retroceso

 

Con las políticas públicas para lograr una mayor democracia en el país, con el reforzamiento de la transparencia en el manejo de los recursos públicos, se impulsó la creación de instituciones de control y fiscalización nacionales y estatales.

 

Una de estas políticas fue dotarlas de autonomía, para que tuvieran la menor injerencia posible de sus órganos creadores, así como legislar para que los miembros de esos entes duraran en el cargo más años que quienes los creaban. De esa manera tendrían, se esperaba, mayor independencia al trascender a sus creadores.

 

Pero igual que en otros aspectos de la vida política nacional, la simulación ha sido la tónica. Se instituyen de esa manera los órganos fundamentales para tratar de mejorar los procesos democráticos y las necesidades de transparencia que reclaman las sociedades, pero no llegan a cumplir esos objetivos.

 

Una vez ganadas las elecciones e instalados los nuevos gobiernos, éstos envían a sus legisladores a derogar leyes y decretos para desaparecer esas instituciones, no para crear mejores sino para legalmente poder nombrar a sus leales, a sus incondicionales. Fue el caso de la reforma electoral que creo al INE y al IEEPCO en Oaxaca.

 

Echan abajo y para atrás lo avanzado. El centro federal se apropió de nuevo del control de la organización de esos procesos, nombrando hasta a los consejeros electorales de los estados de la República. Y ya vimos con qué tino, nombró a quienes no tenían ni experiencia y, a veces, ni sentido común para ejercer eso cargos relevantes.

 

Los consejeros que habían nombrado los legisladores de Oaxaca apenas llegaron a la mitad de su periodo, así “legalmente” fueron removidos. Si lo que se argumentaba era lograr mayor autonomía de dichos consejos respecto de sus gobiernos locales, esto no se dio.

 

La ignorancia, así como subordinación que mostraron desde el principio quienes presiden el órgano electoral en Oaxaca, fue como nunca. Y ahora más con un gobierno cuyo viejo estilo es poner en total subordinación a esos funcionarios.

 

La ASE para los amigos

 

De esa misma manera es como se planean los cambios en el sexenio actual. La primera institución sobre la que arremeten es la ASE. No se revisa la estructura, ni la manera de hacer de verdad eficiente su función, se trata de tener el control de un área que conoce cómo se manejan los recursos públicos y puede castigar u omitir infracciones. Un área, además, muy redituable al negociar auditorías.

 

Nadie busca cumplir lo que exige la ley a quien ostente el cargo de Auditor Superior, debe ser, además de un profesional en el tema, “un experto en materia de control, auditoría financiera y de responsabilidades” (Artículo 65 bis de la Constitución de Oaxaca). Altamirano, sin cumplir esos requisitos legales, fue parte del reparto de cuotas que le tocó al PRD el sexenio pasado, y ahora que un solo partido domina lo quieren todo e igual, a nadie importa cumplir las leyes, ni a quienes las hacen.

 

Por eso, quienes suenan para ocupar el lugar que dejará Carlos Altamirano y familia en la ASE son dos personaje de la vieja guardia muratista, Guillermo Mengchú, ex secretario de Finanzas y Adolfo Toledo Infanzón, titular de COPLADE en el gobierno de José Murat.