Se le complica la sucesión a Ulises

suspirantes_ok15 de noviembre. Ulises Ruiz cumple con la formalidad de entregar su quinto informe de Gobierno a la Legislatura local. El encargado de la entrega física es su secretario general de gobierno, Jorge Toledo. Al día siguiente, el mandatario, en una ceremonia en el inmueble que durante años albergara al palacio de gobierno, y que en este sexenio se convirtiera en museo, da un mensaje “al pueblo de Oaxaca”.
Como lo marcan las reglas no escritas del sistema político priista, es el principio del fin. Tradicionalmente a partir de esta fecha el gobernador vería disminuir paulatinamente su ascendencia, liderazgo y control sobre la clase política, sobre todo por la rispidez del juego sucesorio; por eso de la fortaleza y control con el cual llegara a su quinto informe, en gran medida le permitiría definir con mayor o menor libertad a su sucesor, suponiendo que el candidato del PRI luego ganase las elecciones, claro.
Y así parecía hace un par de meses: la libertad casi absoluta del gobernador Ulises Ruiz en la designación del candidato de su partido al gobierno del estado. Como ningún mandatario anterior, las condiciones eran idóneas para controlar plenamente la lucha por la candidatura de su partido y decidir sin mayores complicaciones.
Sin embargo, en las últimas semanas las condiciones cambiaron. Tanto por yerros propios, como por la coyuntura política nacional y estatal, el proceso sucesorio del tricolor atraviesa por dificultades.

informe_de_uro_okLa resolución de la Corte y la liberación de Juan Manuel
La inesperada resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el sentido de señalar la responsabilidad “lisa y llana” del gobernador del estado en la violación de garantías fundamentales durante el conflicto del 2006, si bien jurídicamente no tiene mayores efectos, en el plano político desequilibró el escenario de la sucesión en Oaxaca.
Y es que tal decisión prendió las alertas en la dirigencia nacional del PRI y en las distintas fuerzas que se posicionan ya para contender por la presidencia de la república en 2012. De estar sólo atentos a lo que sucede en Oaxaca, pasan a la preocupación por lo que se pudiera convertir en un foco rojo para el tricolor. Y, por supuesto de la mano de ella van las presiones; poner en riesgo la elección en Oaxaca es ver disminuido uno de los reservorios de votos para la elección presidencial, algo que no se puede permitir.
De esta forma la elección sale del control omnímodo que tenía el gobernador Ruiz; ahora no sólo habrá de lidiar con las presiones de los grupos de interés locales, tiene que contar también con la venia de las principales fuerzas del priismo en la escena nacional. Más aún si, como ha señalado, sus aspiraciones son convertirse en el dirigente nacional de ese partido una vez concluido su mandato.
Además, junto con la decisión de la Corte, se presenta la resolución de un juez federal que mandata a la justicia local a liberar a Juan Manuel Martínez Moreno, preso como presunto responsable del homicidio del periodista estadounidense Brad Will. Hechos que dan la razón a la APPO y al magisterio en sus denuncias de la represión gubernamental por el régimen ulisista, lo que prácticamente hizo inviable la candidatura del señalado como el favorito para suceder a Ulises Ruiz: el controvertido dirigente del PRI estatal, Jorge Franco.
Más allá de las filias o fobias hacia este personaje, una evaluación de riesgos mostraría que tal hecho podría lograr lo que ahora no han podido las fuerzas opositoras, conjuntarse en un solo frente, no sólo de los partidos políticos sino de organizaciones sociales (el magisterio incluido), para mostrar el rechazo a ese candidato. Por tanto, su nominación tendría altos costos para su partido. Y, de acuerdo a los otros hechos que comentamos en seguida, así se parece estar evaluando.

La comida de unidad
En ese contexto se da la llamada comida de unidad en la que se presentan los seis principales aspirantes a la nominación priista: Jorge Franco Vargas, Adolfo Toledo Infanzón, Eviel Pérez Magaña, José Antonio Estefan Garfias, José Antonio Hernández Fraguas y Martín Vásquez Villanueva.
Si los nominados han reiterado su apego a los “tiempos y formas del partido”; si el propio Ulises Ruiz ha pedido que no se adelanten y que se apeguen a esos plazos, ¿por qué la súbita decisión de aparecer en conjunto y mostrarse ante la opinión pública?
En primera, lejos de la apertura y unidad que se pregona, la comida en mención es precisamente lo contrario.
El “novedoso” del mecanismo destinado a acabar con el “dedazo” fue establecido por primera ocasión en 1987, en la contienda por suceder a Miguel de la Madrid. Ante las fuertes presiones de sectores del priismo, el PRI abrió la pasarela a seis precandidatos. Entre ellos fue excluido Cuauhtémoc Cárdenas, dirigente entonces, junto con Porfirio Muñoz Ledo, de la Corriente Crítica. La exclusión derivó en una ruptura, en una historia de todos conocida.
De esos hechos Jorge Castañeda muestra en “La Herencia. Arqueología de la sucesión presidencia en México” que, dado que quien estaba en los ánimos de De la Madrid para sucederlo era Carlos Salinas de Gortari, siendo que éste generaba fuertes resistencias internas en el PRI y los grupos de poder, para disminuir la presión hubo de promover un mecanismo entonces inédito: la pasarela abierta de seis pre candidatos, que se mostraran ante la opinión pública como un abanico de posibilidades. En realidad no lo eran.
Para permitir la escalada del favorito, hay que protegerlo “la mejor manera de lograrlo, consistía, como siempre, en taparlo; las consecuencias del engaño fueron, como siempre, onerosas y estrechamente relacionadas con el sentimiento de traición sufrido por los candidatos vencidos y utilizados”.
Como hace 22 años, la presentación en sociedad de los seis candidateables priistas oaxaqueños, lejos está de mostrar apertura democrática o intención siquiera de abrir el juego sucesorio. Por el contrario, todo indica que es una maniobra para encubrir la nominación del favorito (Franco Vargas) o, en todo caso, para sustituirlo por otro afín (Pérez Magaña).
Lo que si indica es que la pregonada unidad no existe. No sólo se muestra en la inmediata reacción de algunos priistas, como Raúl Bolaños Cacho o Sadot Sánchez Carreño, sino en la intención misma de la nominación pública de los seis precandidatos, oficializada por el delegado del CEN del PRI, Luis Jiménez Macías. Más que la inclusión en la contienda sucesoria de los ahora precandidatos, parece que de lo que se trata es de poner una camisa de fuerza ante las cada vez mayores presiones acerca de la definición.
Sobre todo si se considera que alguno de los contendientes puede caer en la tentación de la ruptura con el partido y su incursión en la oposición. No sería la primera ni la última vez que sucede en el priismo. Pese a sus declaraciones de que no abandonará al PRI, el edil capitalino José Antonio Hernández Fraguas, en un pasado reciente se reunió públicamente con dirigentes opositores.
Pese a su conocida disciplina partidista, el senador Adolfo Toledo Infanzón, a lo largo de su carrera política ha establecido sólidos lazos con organizaciones sociales y dirigentes opositores. Tanto Fraguas como Toledo parecen no ser los más cercanos a los ánimos del gran elector, pero los más necesarios en la difícil coyuntura por la que atraviesan, por su mayor popularidad y alianzas que pueden tejer con distintos actores de la escena estatal.
Un cálculo errado del proceso y definición del sucesor, puede desencadenar una ruptura grave del priismo. ¿Se imagina el lector a alguno de estos personajes (Fraguas o Toledo) pactando, o incluso encabezando, una eventual alianza opositora? El fantasma del 88, con la ruptura en el PRI, está latente.
Es mucho lo que está en juego, muchos los intereses y las presiones. Por eso es necesario ganar tiempo; dar el mensaje de inclusión, así ninguno de quienes en la coyuntura actual tienen la fuerza para romper, puede señalarse excluido. Se obliga así a continuar hasta el final en el proceso de selección, de garantizar la lealtad al proyecto, por más que al final la decisión sea, como siempre, del gran elector; y por más que entonces, el candidato sea el favorito; o bien, que sea quien parece tener ahora el  apoyo gubernamental y de la burbuja ulisista, Eviel Pérez Magaña.
¿Engañar con la verdad? Sin embargo, aquí el “dedo elector” ya no elige libremente, ineludiblemente habrá de considerar tanto las presiones locales como nacionales. Las necesidades del PRI nacional para el 2012, la seguridad con candidatos fuertes, que puedan ganar inobjetablemente, que no polaricen ni violenten al electorado del futuro 2012. Requiere para ello, además de ganar las elecciones, que el próximo gobernante tenga la capacidad, el manejo y los hilos necesarios para garantizar la gobernabilidad; condiciones que están lejos de cumplir los delfines de Ulises.
Quinto informe
Muestra de las dificultades que tiene ya el juego sucesorio del PRI, lo es el V Informe de Gobierno. No el acto protocolario en el Congreso local, sino la reunión de la clase política priista en el Museo del Palacio, del día siguiente.
Mostrar el músculo tricolor era la intención: siete gobernadores asistieron al acto, entre ellos el del Estado de México Enrique Peña Nieto, quien puntea en la lucha por la candidatura presidencial del 2012; se hicieron presentes también ex presidentes del PRI nacional, entre ellos el mentor de Ulises Ruiz, Roberto Madrazo Pintado.
Y ahí radica precisamente la evidencia de su debilidad. No asistió ningún de los exgobernadores: José Murat, Diódoro Carrasco, Heladio Ramírez, Jesús Martínez Álvarez y Pedro Vásquez Colmenares; y en la política oaxaqueña éstos representan a grupos y fuerzas disímbolas.
Más aún. Representando a la Iglesia católica el invitado de lujo fue Onésimo Cepeda Neri, el controvertido arzobispo de la burguesía mexicana; la ausencia notable fue la de José Luis Chávez Botello, el arzobispo de Antequera.
Lo que representa la presencia de los connotados priistas de fuera de la entidad, es su interés en incidir en el juego sucesorio. Lo que significan las ausencias locales, es el descontento de las fuerzas estatales, y el hecho de que no se han tendido los puentes necesarios con estos grupos políticos.
Por si fuera poco no estuvieron los dirigentes de los grupos opositores; ni los diputados de las fracciones del PRD, PAN, PT y Convergencia.
El soliloquio ulisista en que se convirtió el informe, como la pretendida comida de los seis, mostró que las presiones de actores diversos del priismo nacional para incidir en el proceso sucesorio; así como que no se tienen ya todos los hilos del escenario estatal.

La lucha por el presupuesto
Con todo, hay otros factores que también van a incidir en la toma de la decisión final del aún gobernante. En 2010 Oaxaca recibirá el mayor presupuesto de su historia, merced a las negociaciones logradas en el Congreso federal, el peso de la fracción priista y los acuerdos con otros gobernantes, como el propio Peña Nieto. Además, prácticamente fueron rotos todos los candados que se ponían para el ejercicio de los millonarios recursos que se reciben de la Federación.
Arcas llenas y sin reglas para transparentar su ejercicio y regularlo, nos habla de que habrá muchos recursos para la campaña priista. Esa puede ser una decisión fundamental para designar a su favorito, aún cuando la coyuntura le sea adversa; con dinero en política se compra casi todo.
Si bien, para traer esa cauda de recursos a Oaxaca, hubieron de negociar con varios dirigentes del priismo: Beatriz Paredes, Peña Nieto, Carlos Rojas, ¿bajo qué condiciones?, difícilmente la de la apertura total hacia la decisión sucesoria de Ruiz.

El impasse opositor
Pero, mientras están agitadas las aguas en el priismo, los partidos opositores parecen haber entrado en un letargo. Cierto, hay definiciones formales de que la alianza va; se han reunido ya las dirigencias estatales y todo indica que el ánimo de sus dirigencias nacionales es que se concrete la alianza PAN-PRD-PC-PT-PANAL. Solitario Andrés Manuel López Obrador placea a Gabino Cué, pero sin la cobertura institucional de los partidos, algo fundamental para generar cuadros, estructura, movimiento.
Lo que si prevalece es el fuego amigo. Como las descalificaciones hacia esa posibilidad que hace Amador Jara y Jesús Romero López, dirigente estatal y diputado, del PRD, respectivamente. Esta claro que ahora, como siempre, sirven a los intereses del priismo.
Fuera de las negociaciones en las cúpulas los esfuerzos opositores no se ven. Se suspendieron los foros que pretendían realizar PAN y PRD; sólo se efectuaron los impulsados por los excandidatos a la diputación federal Francisco Martínez (PRD). Javier Ugartechea (PAN) y Maurilio Mayoral (PC), pero sin la respuesta que se esperaba de partidos y organizaciones.
Así no hay la actividad que se requiere para enfrentar un proceso tan complejo como el 2010, con un aparato priista que está ya en plena marcha con cuantiosos recursos. Y el tiempo apremia. La sola definición de la alianza no basta para ganar elecciones; ni tampoco la selección de candidatos a todas las posiciones en juego (gubernatura, Congreso local y presidencias municipales). Hay que hacer un trabajo intenso en las bases, en la conformación de un equipo electoral, en la construcción de acuerdos y consensos.  
En este contexto, iniciará el 2010, un año complejo para los oaxaqueños. Como siempre los costos de los acuerdos y rupturas de los políticos, serán pagados por los ciudadanos.
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