PRI, tribulaciones por el dedazo. La oposición por su sobrevivencia

uro_sucesionLa velada se había alargado. Pasaba la medianoche; eran los primeros minutos de un día clave para mi interlocutor, pues en cuestión de horas se celebraría la sesión del Consejo Político del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para definir el nombre de su candidato “de unidad” al gobierno de Oaxaca en el relevo que se haría en ese año, 1998. Al calor de unos tragos me había mostrado el detallado plan de acción para las giras “de acercamiento a las bases” que iniciaría a partir del día siguiente, según él, el diputado federal José Antonio Estefan Garfias, quien era el favorito de Diódoro Carrasco para sucederlo. “Todo está contemplado, hasta los foros de consulta ya se están programando”, mostraba.
Pese a este anticipado acto celebratorio de lo que suponía un futuro promisorio, no era una noche tranquila para él. En las últimas semanas el entonces senador José Murat había logrado construir una artificial imagen de apoyo de diversos grupos y sectores del PRI, que le permitía amenazar con la ruptura con su partido de no ser el ungido. Además, como siempre, múltiples y oscuros intereses se movían en torno a la sucesión en Oaxaca.
La definición se había complicado, por eso aunque aseguraba que había ya una decisión tomada, esperaba una llamada que aliviara su tensión. Ésta llegó pasada la medianoche. El lacónico mensaje del entonces dirigentes de uno de los suspirantes_a_gobernador_de_oaxacaprincipales organismos corporativos del PRI fue: “Esto ya valió. Es Murat”.
Busqué confirmar la noticia ahora con uno de los operadores del otro istmeño. Éste se encontraba esperando noticias también pero un tanto apesadumbrado ante la incertidumbre de estar o no en el bando correcto. “Checo y te devuelvo la llamada”, me dijo. Un par de minutos después, lleno de algarabía anunciaba: “Voy a las oficinas del senador” para improvisar algún plan de acción. En la rueda de la fortuna sexenal éste personaje sería de los beneficiarios del sexenio muratista. El otro habría de esperar un sexenio más para que, en éste, se subiera al tren revolucionario.
No sería la primera ni la última ocasión en que el delfín del gobernante en turno es desplazado en el último minuto. La correlación de intereses de los distintos grupos políticos, la influencia de los poderes fácticos, la coyuntura política, e incluso los pasos de los opositores, pesan al momento de tomar la decisión final. No de otra forma se está escribiendo la definición del candidato del PRI en este 2010. Sólo que, a diferencia de los procesos anteriores, ahora existe una oposición que, todo indica, enfrentará unida el proceso electoral.

Los problemas del PRI
En julio de 2009 todo era tersura en el tricolor. Tras ganar el carro completo en los comicios federales de diputados, como nunca el mandatario Ulises Ruiz tenía todo a su favor para dirigir su sucesión. Había obtenido el carro completo, el panismo se había debilitado en general, sus aportaciones a la causa de su partido le permitirían no someter su decisión a las negociaciones en la cúpula nacional, la oposición se veía reducida al mínimo, no había sido tocado ni por las auditorías ni por los distintos procesos iniciados en su contra.

Relevo del delfín
Situación que seguramente le dio ánimos para iniciar una jugada que consideraría magistral: dar banderazo a un hasta entonces casi desconocido personaje para que buscara también la nominación a la gubernatura, el recién electo coordinador de la nueva bancada oaxaqueña en el congreso federal, Eviel Pérez Magaña. Así podría equilibrar el desborde del dirigente estatal del PRI, Jorge Franco Vargas, hasta entonces considerado su delfín. Un juego de equilibrio de fuerzas internas.
Sólo que circunstancias posteriores hicieron que lo que parecía un plan B, una pista alterna sólo en el caso de que se complicaran las cosas, se convirtió en engañar con la verdad. La resolución de la Corte y otros yerros del dirigente priista (como el escándalo mediático por su tardía titulación de licenciado en derecho), así como el rechazo que despierta en sectores de la población lo descalificaron para ser el candidato del PRI. Siendo así las cartas de Ulises se redujeron drásticamente de dos a una. De ahí el apoyo total de la estructura gubernamental y de lo que queda de la llamada burbuja ulisista en torno al diputado cuenqueño.
Su estrategia entonces fue presentar en sociedad a los aspirantes: seis fueron los convocados. Garantizaba con ello, una cortina de humo para simular un proceso democrático que no haría sino esconder la imposición.
El problema no fue que se la creyeran o no, sino que al menos un par tiene aspiraciones de ocupar el cargo, han trabajado en ello durante sexenios y representan a disímbolos grupos de interés, como Adolfo Toledo y José Antonio Hernández Fraguas; y, por supuesto, Franco tampoco acepta verse desplazado de una carrera que creía ir punteando en los ánimos de quien decide. Además, el nuevo favorito no ha logrado ganarse la simpatía ya no digamos del electorado, sino de las bases y grupos del PRI, ni tender los puentes hacia los otros grupos y candidatos.
Con todo, podría arriesgarse a apostar por la aceitada maquinaria gubernamental-partidaria, incapaz de hacer un buen gobierno, pero eficaz para obtener triunfos electorales; y para ello cuentan con los recursos más altos recibidos en la historia de la entidad. Una estrategia que todo indica se piensa aplicar en la lucha por el Congreso y las presidencias municipales.

La rebelión interna
Dos nuevos factores complejizaron más el escenario tricolor. Paradójicamente el primero tiene que ver con las posibilidades amplias que tienen de recuperar la presidencia de la República en 2012. Y es que un candidato débil complicaría en alto grado el proceso en Oaxaca; un lujo que no se pueden dar los aspirantes a la presidencia con tan importante reservorio de votos; más aún, el ungido por el PRI, además debe ser capaz, si gana, de garantizar la tranquilidad necesaria para que la maquinaria electoral/ tricolor/gubernamental trabaje cómodamente en los comicios de la futura y adelantada contienda por la presidencia. Y, si no puede garantizar la unidad del tricolor, como está sucediendo, las cosas se complicarían siendo gobernante.
Por eso la conformación de un grupo para oponerse a la candidatura de Pérez Magaña: Franco, Toledo y Hernández, asumen que tienen mayor experiencia y merecimientos para encabezar al PRI. Si bien el dirigente priista, Jorge Franco tácitamente sabe que él ya no podría ser el ungido, como lo indican sus alianzas y estrategias. Por eso se han perfilado el senador Toledo Infanzón, quien tiene mayor presencia y alianzas en toda la entidad; y el edil de la capital oaxaqueña, Hernández Fraguas, quien continuamente sale a declarar a los medios, dibuja su malestar hacia la posibilidad de que sea Eviel designado como candidato, al tiempo que tienen encuentros, casuales o no, con dirigentes del PRD.
El senador Adolfo Toledo también hace llamados a la “unidad”  del PRI como condición indispensable para ganar y recién hizo fuertes declaraciones sobre el proceso sucesorio “Hay que parar las cargadas innecesarias. Estamos a cuatro semanas de que se lleve a cabo la selección del candidato y pedimos a las dirigencias local y nacional, y a los liderazgos formales y morales del PRI que asuman la conducción del proceso interno, pero sin dados cargados”. Además, reconoció de coqueteos de la oposición con alguno de los aspirantes.

Los riesgos de la ruptura
En las declaraciones de ambos aspirantes subyace la advertencia de una posible ruptura si se impone a Pérez Magaña como candidato.
Mensajes que han enviado también otros personas excluidos de la pasarela. Raúl Bolachos Cacho ha sido el más protagónico; Sadot Sánchez, juega con ambivalencias. Pero ellos no son sino heraldos de los distintos grupos de poder. Tan sólo habría que recordar que ningún exgobernador (que normalmente son cabezas de grupos políticos) apoya al actual mandatario y, por tanto, mueven sus piezas dentro y fuera del PRI para complicarle la sucesión.
Pese a ello, difícilmente alguno de los seis nominados protagonizará una ruptura. Los tiempos los están rebasando; hacen de la resistencia la principal arma para alcanzar la nominación; mientras que del otro lado, se estira al máximo los tiempos para dar a conocer la decisión final. De romper sólo lo harían sí a cambio pueden encabezar la alianza opositora en contra del PRI; y los tiempos corren. La deliberada posposición de la toma de la decisión final, abona en contra de las posibilidades de la ruptura, Y, si se deciden continuar hasta el final del proceso, para entonces ya será muy tarde para protagonizar cualquier escisión, pues la alianza opositora ya tendrá firme a su candidato.
Sin embargo, la espera también permite que las presiones en contra del nuevo favorito del gobernador aumenten a grado tal que lo obliguen a reconsiderar su decisión. Ya desde la dirigencia nacional intervienen en el proceso y las pugnas se han trasladado para allá.

La indefinición interna
El otro factor que incidirá, quiérase o no en la decisión priista, es la concreción o no de la alianza opositora del PAN-PRD-PT-Convergencia. Si van por separado PAN y PRD: “hasta una vaca podría ganar siendo candidato del PRI” (Murat dixit), pues la maquinaria avasallaría al dividirse el voto opositor. Unida la oposición tornaría en una competencia real la disputa por la gubernatura. Eso lo sabe el PRI, por eso la andanada de descalificativos que han lanzado desde su dirigencia nacional, en todos los niveles y usando su posición mayoritaria en el legislativo para presionar al PAN a declinar su intento por ir unido al PRD en varios estados, Oaxaca entre ellos.
Si la alianza se concreta tendrán que optar por el candidato que tenga mayores probabilidades de triunfar y asumir el control de la entidad, algo que difícilmente pueden garantizar Eviel Pérez o Jorge Franco.
Por lo pronto la sucesión salió de las fronteras estatales. Se dirime ya con la dirigencia nacional e inciden en ella los grupos políticos que en 2012 disputarán la candidatura a la presidencia. Y en ésta, el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, quiere jugar un papel protagónico por lo que disputará la dirigencia del PRI nacional. Sólo que, si el proceso sucesorio en Oaxaca se descompone más, si su candidato pierde, si la elección se dirime nuevamente en los tribunales o sí siendo su sucesor un  priista este no logra la estabilidad de la entidad, de la mano de ello perdería también cualquier posibilidad de encabezar al priismo. Ahí también pueden buscarse las razones para la tardanza: en la resistencia interna a aceptar a su candidato y en los costosos riesgos que representa una imposición de esa naturaleza.
Por tanto, aunque parezca que la decisión está tomada, la indefinición sigue y habrán de hacerse negociaciones y alianzas antes de cubrir con las formalidades que tanto gustan a los priistas: lanzar la convocatoria y hacer su simulacro de elecciones; si al momento de hacer lo primero no hay arreglo, se puede presentar un cisma dentro del tricolor. Estas son las fuertes tribulaciones del partido tricolor.

II. Lucha por la supervivencia en la oposición
Del lado opositor no son menores las presiones en contra de la concreción de la alianza. Sin embargo, es prácticamente un hecho que ésta se realice. Y lo es por una cuestión de elemental supervivencia política. Por separado PRD y PAN podrían desaparecer del mapa político estatal, con fuertes implicaciones para su presencia nacional. Su cada vez menor capital político, la falta de cuadros para ser nominados candidatos, sus pugnas internas, las componendas con el gobierno de sus distintas tribus, se han reflejado en las tendencias electorales en las que van a la baja. PC y PT tienen escasa presencia y podrían conservarla, no más.
Eso lo saben sus dirigencias nacionales; como saben también que si son avasallados en los comicios que se han de efectuar en 2010 en 15 entidades del país, pondrían en bandeja de plata el retorno del PRI a la presidencia de la república en 2012. Una situación que no se pueden permitir. Así como hemos señalado en otras colaboraciones a la oposición “no los une el amor sino el espanto”, parafraseando a Borges.
Si a ello sumamos que efectivamente en los últimos dos sexenios se ha incrementado la descomposición política (de la cual son corresponsables todos los partidos y la clase política en su conjunto) y se han asentado prácticas autoritarias, se tienen las condiciones y el argumento idóneo para coaligarse en contra del régimen.
El candidato, el problema
Pero, ya entrados en el pragmatismo, hay un tema que atora la alianza: la definición del candidato. Para ello surgieron distintos nombres: Pablo Arnaud y Huberto Aldaz por el PAN, Carlos Altamirano por el PRD, Gabino Cué por Convergencia e Irma Piñeiro por el PANAL, entre otros. Otra vez, la alianza sólo representa la posibilidad de entrar en la contienda para disputar en serio la gubernatura, no es garantía de triunfo, por tanto habrán de ir abanderados por la persona que les garantice capitalizar al máximo su presencia en el ánimo electoral.
En la coyuntura, más allá de filias y fobias, sólo uno cumple con ese requisito ineludible: Gabino Cué Monteagudo. Su campaña de hace seis años por la gubernatura, hace cuatro por la senaduría, y las giras que emprendiera con López Obrador por la entidad, lo hacen el más conocido y con más simpatías entre los opositores. Sólo una ruptura importante en el PRI (léase Toledo o Hernández Fraguas) podrían desbancarlo, pero a medida que transcurre el tiempo esa posibilidad se hace remota. Entonces, declaraciones aparte, difícilmente se arriesgarán a ir con otro que no sea Cué. La disputa por las cuotas se centra entonces más bien en las candidaturas a diputados y a presidencias municipales.
Si bien la polémica se ha centrado en la relación de Gabino Cué con Andrés Manuel López Obrador, el controvertido excandidato presidencial, en los términos puramente pragmáticos que se están manejando, lo que se pretende aprovechar es la suma de los simpatizantes de AMLO, con los que tienen una posición más moderada. Buscarán capitalizar el voto anti PRI de todo el espectro ideológico.
Tan en juego esta la sobrevivencia de estos partidos políticos, como organismos con posibilidades reales de acceder al poder en Oaxaca y el país, que lo han entendido hasta los siempre prestos a oponerse a cualquiera que ponga en riesgo al régimen, como son gran parte de los dirigentes, representantes, tribus y corrientes de esos partidos; su resistencia fue menor a la que presentaron en 2004.

Candidato vs maquinaria
La cuestión estriba entonces si la alianza opositora representará una conjunción de esfuerzos y capital político o sólo constituirá una unión de membretes como sucedió hace cuatro años. En 2004 el manejo que hiciera el círculo cercano al candidato, confrontó y excluyó otros liderazgos. Y los compromisos con el régimen de tribus perredistas, panistas y convergentes, así como sus pugnas internas, propiciaron que, lejos de promover el voto, patentizaran la división e incluso llamaran a votar de manera diferenciada: por la alianza en algunas posiciones, por el PRI o el PUP en otras.
Por eso, en mucho el futuro de la alianza, más allá de su constitución formal, es la decisión política de trabajar por ella. La definición de los candidatos a diputados y presidentes municipales, mostrará si hay interés en ello o bien prevalece el sectarismo y el reparto de cuotas. En mucho, en los municipios se juega la elección estatal.
Si sucede así nuevamente habrá de enfrentarse no una alianza opositora, sino a un candidato a quien han prestado su membresía todos los partidos. En 2004 ello resultó en que lejos de aquel postulado que señala que una alianza multiplica votos, únicamente se sumaran, los cuales –prácticas fraudulentas aparte— no alcanzaron para derrotar al PRI.

¿Y los oaxaqueños?
Ausente de estos escenarios está la sociedad oaxaqueña. Presa de la descomposición de la clase política en su conjunto (partidos, organizaciones, políticos) ve lejana la posibilidad de cambio que se requiere en esta crisis que parece endémica en Oaxaca. Cómo estarán las cosas que el slogan que ha adelantado el PRI con la propaganda gubernamental que ya inició es “sigamos transformando Oaxaca”.
Para los partidos y candidatos todo se reduce a considerar a los ciudadanos como una clientela electoral; a algunos les ofrecerán despensas y comprarán o coaccionarán su voto con programas sociales, servicios, contratos, concesiones. A otros los intimidarán. Pero no parece existir la voluntad de formular una agenda que atienda los problemas torales de la entidad.
Así, ni unos ni otros garantizan la posibilidad real de transformación; para que ésta sea posible, más allá de quien resulte triunfador en las elecciones, se requiere del empuje organizado de la sociedad; de la presentación de temas concretos; del condicionamiento, castigo y premio a través del voto. Hay que obligar a la clase política a que adopte la agenda que requiere Oaxaca y, si no hay voluntad para hacerlo, usar el voto como herramienta para expulsarlos.
Corren los tiempos, en breve se habrán dilucidado las dudas sobre quiénes serán los candidatos. Las decisiones hablarán en mucho si continúa la ruta de la descomposición político-social o hay visos en que esta, ¡por fin!, al menos se detenga.
vicleonjm@hotmail.com