La nueva geografía municipal

Por primera vez, en la era de la real competencia electoral, concurrieron los comicios municipales con los de gobernador. Los primeros no sólo generan mayor participación ciudadana, sino también traen consigo mayor apasionamiento e involucramiento de la sociedad. El 4 de julio esta concurrencia permitió que la ciudadanía acudiera a votar; muy lejos quedó el promedio de participación en comicios municipales, que en la tendencia de los últimos 15 años era del 54 por ciento. En este 2010 en los 152 municipios de partidos políticos salió a votar el 60.6 por ciento de los ciudadanos inscritos en la lista nominal.

Aunque mayoritariamente lo hizo por los candidatos de la coalición opositora, como se muestra en el número de municipios ganados, es importante resaltar que en los resultados globales de la votación municipal emitida no se reflejó gran diferencia, ésta se redujo a menos de dos puntos porcentuales: Fue en el espacio municipal la contienda más cerrada. La CUPP (PAN-PRD-PC-PT) obtuvo ahí el 44.33 de la votación total, contra el 42.69 de la CTO (PRI-PVEM) (Gráfica 3).

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Esto obedece en parte a la emisión de un voto diferenciado, pero también al bajo impacto de las candidatas a la gubernatura de los partidos Unidad Popular (PUP) y Nueva Alianza (PANAL), pues esos partidos alcanzaron el 9.79 de los votos municipales, mientras que en la disputa por la gubernatura entre ambas tuvieron 4.71, cinco puntos menos.
En los municipios también operó el voto de castigo al régimen. En muchos casos los ediles se convirtieron en la réplica de los vicios del gobierno estatal priista. Los casos de corrupción y autoritarismo en Tehuantepec, Tuxtepec, Candelaria Loxicha y San Agustín Loxicha, documentados en En Marcha, son ejemplos. No los únicos desafortunadamente.
Y, si algo quedaba claro desde el inicio del proceso electoral, era que el ámbito municipal se convertiría en un espacio clave para ganar los comicios a diputado y gobernador. El priismo parecía entenderlo así. Por ello había ordenado a sus diligentes operadores que fungen como dirigentes del PRD y PAN, imponer candidatos débiles, a modo, para que los tricolores no tuvieran mayores problemas; en muchos casos la tarea fue cumplida eficazmente por los seudo opositores. En otros, el empuje de la ciudadanía lo impidió.
Lejos de aprovechar tal ventaja, la burbuja priista vio en las candidaturas a las presidencias municipales un negocio más. Y la venta de candidaturas municipales por parte del PRI (denunciadas por la militancia tricolor) o la imposición en las mismas, provocaron rupturas en sus bases. Acostumbrados a escenarios de división de la oposición en que se imponían con el voto duro, el priismo mostró su ineficiencia e incapacidad en elecciones realmente competidas.
Sufrió por ello un duro revés también en los comicios municipales. Perdió las principales ciudades de la entidad: la capital Oaxaca de Juárez, Tuxtepec, Salina Cruz, Xoxocotlán, Acatlán, Sola de Vega, Putla, Valle Nacional, Huautla, Ojitlán, Loma Bonita, Huatulco, entre muchos más. Ahora gobernará la cifra más baja en su historia estatal: 73 municipios (ver gráfica 4 y pág. 17). Y aunque ganó Juchitán y algunos de mediana importancia: Tehuantepec, Tlaxiaco, Pochutla, Tlacolula, Matías Romero, Pinotepa, Juxtlahuaca, Ejutla, el resto son mayoritariamente rurales, con escasa población.
La derrota por eso es más contundente, pues los cuadros priistas no tienen siquiera ayuntamientos de mayor estructura donde refugiarse.
La alianza opositora por su parte ganó en muchos municipios a pesar de sí misma. Fue evidente que a lo largo de la campaña muchos de los dirigentes del PRD y del PAN trabajaron en contra de la alianza. Acostumbrados a las prebendas del viejo régimen sin embargo, tampoco consideraron que sus bases son exiguas y se reducen ante una ciudadanía que sale a votar.
Huatulco es buen ejemplo. Ahí la fractura del PRI ante la imposición de su candidato, ponía en bandeja de plata el ayuntamiento para los partidos opositores. Pero el operador ulisista, Raymundo Carmona Laredo, quien era el encargado por parte del PRD de realizar la selección del candidato de la CUPP, intentó imponer a un desconocido. Tuvieron que intervenir un grupo de personajes de relevancia de ese centro turístico ante Jesús Ortega, dirigente nacional perredista, para que finalmente registraran a Lorenzo Lavariega como su candidato. Ni así cejó Carmona en su afán de boicotear a la alianza, pues incluso recurrió a los tribunales para intentar revertir tal decisión, ni así lo logró. El resultado: en Huatulco ganó la CUPP.
Un caso similar ocurrió en Tuxtepec, aunque ahí el operador fue Amador Jara, quien logró imponer a un candidato débil. Jara amenazó incluso con romper la coalición arguyendo que esa era una plaza perredista. Lo que no demostró, pues el 4 de julio el PAN alcanzó en los comicios municipales más de 20 mil votos, contra seis mil del perredismo. Pero, pese a sus buenos oficios, el PRI perdió.
Es de resaltar dos casos en que la imposición de los candidatos a presidentes municipales que hizo la dirigencia estatal del PAN, en plazas consideradas bastión de ese partido, motivó un voto diferenciado: Matías Romero y Tlacolula. En ambos casos, la elección a gobernador fue ganada por amplia ventaja por Gabino Cué, de la CUPP; en cambio los comicios municipales fueron ganados por los candidatos del PRI. Una lección que habrán de entender partidos y candidatos, se expresó ya una ciudadanía que reflexionó su voto y sufragó en contra de toda imposición.
En esta nueva geografía política municipal a partir del 1 de enero de 2011, el PRI gobernará 73 municipios, el PRD 51, el PAN 18, Convergencia cuatro, el PUP tres y el PANAL 4 (ver pág. 17).
En San José Estancia Grande, se realizará una elección extraordinaria, en virtud de que hubo un empate a 215 votos entre los candidatos de las dos coaliciones.
Con esta recomposición de los gobiernos locales, desde los municipios habrá oportunidad de empezar a revertir la descomposición política en Oaxaca. Una apuesta que requerirá, por supuesto, la participación activa de la ciudadanía. El voto fue definitorio para cambiar la correlación de fuerzas; se requiere ahora la vigilancia y participación constante que cuide el buen rumbo de los nuevos ayuntamientos. (VLJM).