Cuando Heladio Ramírez López logró la candidatura del PRI para gobernador de Oaxaca el 4 de abril de 1986, el proyecto del grupo Oaxaca, el grupo político más fuerte de la entidad fue suspendido, podríamos decir que largamente. Aunque, por supuesto, en la disputa por el poder siempre se logran esos espacios.
Un año antes, el más conspicuo abanderado de dicho grupo, Jesús Martínez Álvarez, había sido eliminado de la contienda para ser candidato del PRI a gobernador, entonces el único partido por donde se podía ascender al poder. El entonces gobernador Pedro Vásquez Colmenares fue “llamado” a una posición federal y su secretario general de gobierno, Martínez Álvarez, colocado al frente del poder ejecutivo como gobernador interino.
Con esas maniobras política era evidente e inminente el arribo del “hermano Heladio” al gobierno de Oaxaca. El mismo que seis años atrás había perdido la nominación a manos de Pedro Vásquez. Heladio, hábil político, con una movilidad impresionante, tanto para incendiar movimientos regionales y después apagarlos, echeverrista al fin, como para relacionarse en las altas esferas de los poderosos nacionales, logró imbuirse en los intereses políticos y económicos nacionales, que ya comandaba Carlos Salinas de Gortari, para interrumpir la continuidad del poder local en el gobierno del estado.
El talante de estos gobiernos conservadores, cuyo último exponente fiel fue Pedro Vásquez Colmenares, ya no era lo que se necesitaba para afrontar a un estado cambiante como Oaxaca, donde los rezagos de décadas y hasta centurias había acentuando la miseria, y los líderes tenían una clientela que defender, mover y negociar. De otra parte donde hemos descrito el contexto de esa época tomamos lo siguiente:
Salida de Pedro Vásquez
“La salida de Pedro Vásquez Colmenares del gobierno de Oaxaca, en 1985, confirmó que el modelo autoritario de gobernar para sobrellevar en paz la miseria del estado estaba agotado. Vásquez Colmenares, con su vena autoritaria, quiso someter a los grupos políticos mediante la represión. Y aunque hubo muertos, encarcelados y perseguidos de las fuerzas más importante de la época, la Coceo y la Cocei, no sólo no pudo acabar con éstas sino las fortaleció sobremanera, al brindarles mártires y banderas, al efectuar en Juchitán la «Primera gran represión del sexenio», (así lo consignó la revista Proceso en su portada del 19 de diciembre de 1983). Cuando Vásquez Colmenares fue sustituido en el último año de su mandato, se vislumbraba que desde el centro del país preparaban otro tipo de política para Oaxaca” (Oaxaca, ínsula de rezagos, Blas Cuauhtémoc, p. 251).
Con este encargo venía el político mixteco de Santa María Ayú, fogueado en la demagogia echeverrista, interlocutor y hasta formador de cuadros de supuesta izquierda (cocei, ugocep). Su encomienda era calmar estos ánimos levantiscos, por un lado, y por otro, cercano y cobijado en quien sería el próximo presidente de la República, Carlos Salinas, abrir al Oaxaca conservador y cerrado en su economía a los mercados de la globalización. Fue en su sexenio cuando se construyó Plaza del Valle (por cierto destruyendo las mejores tierras del estado de Oaxaca) e iniciaron su arribo las grandes cadenas internacionales de supermercados.
Vale la pena plantear este contexto socioeconómico para intentar un análisis menos limitado, pues la base de las historias es la estructura, la economía, para que nuestras hipótesis no sean sesgadas por una crónica colorida, donde nuestras simpatías, afinidades e intereses sean los predominantes. “Es la economía estúpido”, dijo con tino el asesor de Clinton en sus ansias de éxito electoral. Intentar atraer aquellos contextos es esencial por aquello de que la política es de circunstancias. Así, las circunstancias del Oaxaca de finales de los 80 fueron propicias para Heladio Ramírez y adversas para Martínez Álvarez, sin demérito de sus capacidades.
Gobernadores caídos
Desde la caída de Manuel Zárate Aquino el poderoso grupo local había entrevisto su languidez, Zárate Aquino, tan letrado como represor, era representante de la aristocracia local, pero esos nuevos tiempos de que hablamos ya estaban aquí. Sin embargo, faltó entender las nuevas realidades y el uso de la fuerza fue la constante. Quizá aún permeaba entonces el poder que años antes esa aristocracia local había desplegado, a saber:
“Las muestras de sus alcances (de ese grupo) quedaron reflejadas en las caídas del gobernador Edmundo Sánchez Cano, 1947, y la de Manuel Mayoral Heredia, 1952, ambas impulsadas directa y abiertamente por los ricos comerciantes, quienes, por sus relaciones -incluso de parentesco- con los miembros del Instituto de Ciencias y Artes, lograron el apoyo de éstos. Asimismo, con el argumento de la defensa de los intereses locales, por ejemplo el rechazo a gravámenes que ambos gobernantes quisieron implantar, gente de los mercados, y también la población en general, se unieron y participaron en ambos movimientos.
“Los dos gobernantes depuestos coincidieron en el rasgo principal de sus regímenes: iniciar la modernización de la entidad. Para ello optaron por implantar nuevos impuestos, sólo que la respuesta de la clase alta local no pudo ser más espontánea, al pronunciárseles en contra por partida doble: no aceptaron pagar más impuestos y menos para modernizar nada, puesto que su bienestar se basaba precisamente en lo contrario.
“No obstante que ambos fueron hombres fuertes del presidente de la república en turno: Sánchez Cano, emisario de Manuel Ávila Camacho; Mayoral Heredia, de Miguel Alemán, el pueblo logró derrocarlos. Los dos fueron sustituidos por personajes vinculados a las élites locales: por el primero asumió Eduardo Vasconcelos, oaxaqueño miembro de la clase rica local; por el segundo, el general Manuel Cabrera Carrasquedo”. (op. cit. pag. 248).
Heladio y Diódoro intervienen
La incursión de Heladio Ramírez López y su sucesor Diódoro Carrasco Altamirano en el manejo del poder estatal no fue cosa menor en esta dinámica, aunque siempre, por supuesto, circunscrito a las disputas por el poder, su reparto y beneficio personal y grupal, no con los ojos puestos en el bienestar del pueblo. Pero esto de ninguna de las partes, ni siquiera de los grupos de supuesta izquierda, hoy incorporados al gobierno del cambio, junto a quienes antes los combatieron y reprimieron, hasta que llegaran los otros, Heladio y Diódoro a felizmente “maicearlos” en abundancia. El troglodita José Murat hizo lo mismo, pero el atorrante Ulises Ruiz ni siquiera eso supo hacer y dio golpes tan duros a Oaxaca que aún no nos reponemos, pero esa es una historia aparte.
La cuestión interesante es que Jesús Martínez Álvarez, aun cuando fue el conspicuo abanderado del conservador grupo local, no ha sido lo que acá se da en llamar “político ratonero”, pues amén de sus incursiones en la Cámara de diputados federal, ha sido Secretario General de gobierno y del Sistema de Transporte Colectivo (Ruta 100 y Metro) del Distrito Federal, entre otros cargos notables en la década de los 90. En dichos cargos ha tenido participación destacada, lo que ya no se le pudo ver en Oaxaca como gobernador ante el veto histórico que Heladio Ramírez le endilgó al establecer una prohibición constitucional para que quienes hayan sido gobernadores interinos pudieran serlo de manera constitucional alguna vez.
Leyes a capricho
Una ley evidente y abiertamente caprichosa, dedicada personalmente a quien le entregara a Heladio en 1986 el gobierno del estado como gobernador interino: Jesús Martínez Álvarez. Se podrá criticar el papel de políticos y grupos, así como de políticas públicas erradas, sin embargo “despojar legalmente” a alguien de sus derechos políticos es a todas luces una aberración. Ahora que la diputada Marlene Aldeco Retana, hija de Carlos Aldeco Reyes, cercano colaborador de siempre de Martínez, propone a la LXI Legislatura revertir esa ley heladista y que sólo los interinos puedan volver a ser gobernadores de Oaxaca, dejando fuera a los otros, suena a lo mismo.
De ahí que quizá los cambios con pasado que están llegando a Oaxaca puedan revivir aquellas viejas disputas, por más que el único personaje con grupo aún para esas disputas, Diódoro Carrasco Altamirano, participe también y con fuerza en el gabinete actual, con personeros como Gerardo Albino González, nombrado secretario de Desarrollo Social al mismo tiempo que Jesús Martínez, secretario General de Gobierno. Albino es cercanísimo a Diódoro desde que en el último tramo del sexenio de éste se incorporó al COPLADE, y al tomar posesión el ex gobernador de la Secretaría de Gobernación federal con Ernestos Zedillo, una de sus primeras designaciones fue, precisamente, el de Albino como titular del Sistema Nacional de Protección Civil. La Secretaría estatal ahora en manos de Albino es inmejorable para potenciar la candidatura de Diódoro a Senador por el PAN.
¿Más cambios?
Un nuevo panorama se perfila para la entidad, pues recientemente el gobernador Gabino Cué anunció una restructuración precisamente de la Secretaría General de Gobierno, donde el personaje de gran peso político que nos ocupa, Jesús Martínez, despacha rodeado de sus antiguos adversarios: coceistas y dirigentes regionales. Infinidad de líderes hasta de medio pelo de todos los partidos y grupos que lograron cobrar su factura coalicionista.
Si ese anuncio del gobernante confirma los rumores de que quienes cobran esas facturas se van a cerrar carreteras de nuevo, el futuro inmediato se tornaría preocupante. Quizá haya algún arreglo. Eso para que dichos noveles funcionarios estén en paz, pues tampoco sirven mucho en esos cargos, ni como negociadores ni como administradores públicos. Lo de ellos es otra cosa.
Martínez, personaje central
No cabe duda que Jesús Martínez Álvarez es un personaje central de la vida política oaxaqueña, también ex presidente municipal de Oaxaca, ha recibido una atención especial y enjundiosa. En octubre de 1990 Heladio Ramírez, instruyó a sus diputados para cerrarle la puerta con una reforma al artículo 75 de la Constitución de Oaxaca. Así quedó desde entonces.
Ley para inhibir a Jesús Martínez:
“Artículo 75.- El ciudadano que substituyere al Gobernador Constitucional, en caso de falta absoluta de éste, aún cuando fuere nombrado por el Senado, no podrá ser electo Gobernador para el periodo inmediato. Tampoco podrá ser reelecto Gobernador para el periodo inmediato el ciudadano que fuere nombrado interino en las faltas temporales de Gobernador Constitucional.
“El ciudadano que haya ocupado el cargo de Gobernador del Estado, por elección ordinaria o extraordinaria o con el carácter de interino, provisional o sustituto, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a ocupar el cargo de Gobernador en cualquiera de sus modalidades”.
Propuesta de Marlene Aldeco:
“Artículo 75.- El ciudadano que sustituyere al Gobernador Constitucional, en caso de falta absoluta de éste, aun cuando fuere nombrado por el Senado, no podrá ser electo Gobernador para el período inmediato. Tampoco podrá ser reelecto Gobernado para el período inmediato el ciudadano que fuese nombrado interino en las faltas temporales de Gobernador Constitucional.
“El ciudadano que haya ocupado el cargo de Gobernador del Estado, por elección ordinaria o extraordinaria, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a ocupar el cargo de Gobernador con el carácter de interino, provisional, sustituto o en cualquiera de sus modalidades.
En eso estamos. Y próximamente se hará más intensa, seguramente, la dinámica política de la entidad, de por sí ya caliente en vísperas del año electoral 2012 que se avecina a pasos agigantados.