Primera parte
Cuando el 8 de diciembre de 1986, el entonces FUDT´ (Frente Único Democrático De Tlacolula-Coalición Democrática-Partido Socialista Unificado De México PSUM, Partido Revolucionario de los Trabajadores PRT y Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo COCEI) derrotaron al PRI mediante un referéndum, que le dio el triunfo a la Coalición Democrática a razón de 4 por 1 ( referéndum, acuerdo político y postelectoral) en el municipio de Tlacolula de Matamoros, los analistas políticos pronosticaron que la coalición había allanado el camino para mantener el poder y gobernar el municipio durante por lo menos dos décadas.
Y más que un camino abierto el FUDT, había pavimentado un bulevar, puesto que esa victoria del 86 había sido contundente, abultada, apabullante, sin embargo los sueños de gobernar durante un largo tiempo el municipio se fueron desvaneciendo poco a poco, veamos por qué.
Durante el primer trienio comienza a gestarse la desilusión y el desencanto ya que el “proyecto” de gobierno ni siquiera aguantó los primeros diez años. ¿Cómo explicarnos estos acontecimientos?
Para quienes participamos en esta mini revolución en el Tlacolula rural y mayoritariamente campesino de hace 25 años, existen muchas explicaciones y con toda seguridad cada uno de los que fuimos dirigentes del movimiento político social y popular de aquellos años tiene una respuesta, esta es la mía.
1.-La política y la guerra de los egos
A pesar de que el FUDT y posteriormente FUDT-PRD seguía manteniendo sus triunfos electorales en la cabecera municipal, nunca pudimos ganar en las Agencias Municipales: San Marcos Tlapazola, San Luis Del Rio y San Francisco Taniveth y el margen de ventajas electorales en la cabecera no alcanzaba para remontar la abultada votación adversa de las Agencias, que de esa manera le daban el triunfo al PRI. Así como también nunca terminamos de darle una forma y un fondo acabado a un verdadero proyecto de gobierno municipal. Nos perdimos en largos e interminables debates políticos e ideológicos. A todo esto se le sumaron las constantes inercias históricas y de tipo sectario asumida por el líder máximo, Carlos Ignacio Aguilar Castellanos y la de sus acríticamente incondicionales, hacia propuestas concretas; primero, acerca de cómo debería funcionar el FUDT, de qué tipo de estructura organizativa debería tener; y segundo de cómo deberían darse sus relaciones políticas de alianzas con los partidos de izquierda. Por encima de las razones y argumentaciones de tipo filosóficas, ideológicas y comunitario-solidarias, prevaleció una especie de guerra de pequeñas vanidades intelectuales entre el líder máximo (el líder siempre quiere imponer su razón aunque no la tenga) y otros dirigentes, principalmente en la etapa inicial del movimiento popular, aunque tiempo después otros compañeros de lucha tomaron conciencia de esta situación. Con el paso del tiempo y a partir de 1987 se impuso una estructura organizativa de tipo vertical y autoritaria para el FUDT y las relaciones con los partidos políticos de izquierda, especialmente con el PRD fueron de tipo clientelar al principio, aunque tardíamente se empezó a dar de manera orgánica a través de la estructura del PRD. (Continuara)