Mario Robles, el galardonado

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mario_robles_premio_caricaturaActor siempre en medio del fragor de la batalla y las agresiones de quienes no soportan la crítica del cartonista, Mario, el caricaturista exitoso, incluso, podría ser también protagonista de una buena serie gráfica. Su vida, su manera de vivirla y la forma de contarla —ora sí que “vivir para contarla”. Más éxitos que dinero, eso sí: Mario Robles Patiño es un personaje.
Su galardón más reciente, el premio internacional de caricatura, “Cartoonists Rights Network International 2009” que le entregó una f;ndación norteamericana en Seattle, Washington, Estados Unidos. Hasta allá viajó el oaxaqueño a recibirlo, casi en la frontera con Canadá.

La crítica recompensa
El Premio Internacional de caricatura que Mario Robles recibiera en Washington este 3 de julio era para festejarse. Fiel a su talante popular llevó a sus invitados a “El Jinete”, legendaria cantina de don Lino Lavariega, ahora atendida por su hijo Melitón, en el ex “pueblito”.

 


Sólo el caudal de talento que se carga puede explicar sus golpes de éxito. También las circunstancias, claro está, la oportunidad histórica. La posibilidad de ser crítico a ultranza. “Independientemente de cualquier consideración —dijo Ismael Sanmartín esa tarde— la crítica, la denuncia, recompensa”.

Vena popular
De postura anti-intelectual Mario defiende a sus trovadores populares que desfilan por ahí con sus desvencijadas guitarras en ristre, a la caza de cumpleañeros o despechados,  que parecen lo mismo por las canciones tristes que exigen. “No estoy contra lo popular —dice alguien a Mario cuando un trovador acaba de destrozar una canción al omitir un párrafo —, sólo no aguanto a quienes cantan mal”. Pero, un poco como el personaje de la novela de Rulfo, el galardonado estaba en plan de perdonarlo todo.
La felicidad propicia la indulgencia y desborda el talento. Canciones e historias al por mayor se dejaron escuchar: algunos poemas de antaño, incluso de la época revolucionaria. Pepe Hernández con su buena voz actuó sus canciones y fue el encargado del discurso oficial de la Asociación de Periodistas de Oaxaca. Asimismo, destacó la importancia, la relevancia de este premio singular que recibe por primera vez en la historia un oaxaqueño y un latinoamericano. Aplausos y vivas, salud y chocar de copas.

Un poco de historia
El ya veterano caricaturista oaxaqueño, también premiado muchas veces en Oaxaca, platicó ahí parte de su historia: se inició en el dibujo en el ambiente familiar, su padre fue rotulista y de ahí nació su gusto por lo artístico. Siempre fue “El niño de la letra bonita”. Tenía 12 años al morir su padre, y su madre inició un negocio de venta de vajillas a domicilio, no obstante recibir una renta por una casa de su propiedad en Morelia.
Mario acompañaba a su madre a todos lados, y gustaba de dibujar a Pinocho en la parte de atrás de los recibos y pagarés que firmaban los clientes. Esto les acarreaba llamadas de atención de los empleados de la casa proveedora. “Pero yo dibujaba y dibujaba por todas partes”, cuenta Mario divertido.
Destaca una anécdota: “Una vez llegamos a la casa de una familia rica, donde ofrecimos nuestra vajilla. Yo las extendía todo lo más ampliamente posible; las tazas de té y de café separadas de sus platos con la idea de que los clientes vieran que eran muchas más las piezas y se animaran a comprarlas. De pronto me llamó la atención un grupo de niños de mi edad que jugaban cerca. Me acerqué y me enteré del juego llamado ‘Turista mundial’. Cuando mamá cerró el trato le dieron 30 pesos de anticipo, ella los acomodó en su cartera que usaba en el pecho y me llamó para irnos. Nos despedimos contentos, 30 pesos entonces era buen dinero. Pero al alejarnos de pronto nos llamaron, yo pensé que ya no querían la vajilla y habría que devolver el dinero, ni modo. No fue eso, los niños me entregaron de regalo el ‘Turista mundial’. Desde entonces combiné mis dibujos con ese juego”.

En el periodismo
Después habló de su incursión en el periodismo, sus avatares con Sergio Loyo Muñoz en “El Informador”, mejor conocido como “El Fogonazo”. “Mi gran amigo Loyo, un personaje de verdad”, dice Robles. Con él trabajó siempre que lo llamó a su lado. Al cerrar “El Fogonazo”, fundó Loyo la revista “Ojo político”, donde también fue llamado a colaborar y de ahí la revista derivó en el diario “El observador”, donde trabajó con él hasta su muerte.
Cuenta Mario que Loyo siempre fue respetuoso de su trabajo como caricaturista, como veía que resistía un día le preguntó a su director por qué no le pedía caricatura por tema, a lo que éste le respondió: “Para qué, si siempre haces lo que quieres”.
Recuerda entre sus directores a Benito García en “El Imparcial”, exigente y enojón, quien siempre manifestaba admiración por “cuán tonta es la juventud de ahora”. Trabajó también en el “Diario de Oaxaca”, donde cada día tenía que inventar algo para evadir hacer una aburrida tira cómica que le pedía su director.

Huelga y “Corneta”
Del “Diario de Oaxaca” sacó sólo experiencias amargas. El diario estalló en huelga. El dirigente fue Isaac Olmedo. No había ingresos. Para mantenerse —relata el caricaturista— hizo un folleto que tituló “La Corneta”, era de puros problemas urbanos con textos e ilustraciones, financiado con anuncios comerciales. Recuerda que “Tomasín”, Tomás Bravo, el exitoso cantinero, nunca le falló.
La aventura de huelga duró ocho meses, entre 1986 y 1987. Al cerrar la empresa inician una cooperativa con el Diario “El Gráfico” y con el mismo Isaac Olmedo a la cabeza en 1988. Fracasó la cooperativa pero siguió el diario como propiedad privada del mismo Isaac.
Nadie más ganó algo, por el contrario, las puertas se les cerraron a casi todos, pues ya estaban identificados por los otros editores como rebeldes y no se arriesgarían a “contaminar” sus redacciones para que agitaran a sus trabajadores, cuenta Robles Patiño. Un compañero prensista terminó trabajando de policía, relata.

“Carteles” y “El Observador”
Él seguía con “La Corneta”, pero en eso lo llaman de otras redacciones. Claudio Sánchez Islas, al frente de “Carteles del Sur” que fundara su padre Nestor Sánchez, le encarga caricaturas para el periódico. Después se integra plenamente con Loyo a “El Observador” por cuatro años. “Sólo una vez pedí trabajo en mi vida —dice—, después siempre me han invitado a trabajar”.
En 1992 Loyo cayó desmayado en una gira del gobernador Heladio Ramírez, quien ofreció su avioneta para trasladarlo a una clínica. Después lo llevaron a Estados Unidos. En septiembre de 1992 —relata nuestro personaje — murió el gran Loyo Muñoz. Fue cuando pidió vacaciones y se fue 15 días.
Al volver se encontró con que le habían levantado acta de abandono de empleo, pero no le dio importancia, ya no estaba Loyo, renunció y se fue al Bar Jardín donde se encontró con el popular Coello quien lo puso en contacto con el notario José Manuel Gómez Albores, quien lo lleva al diario “Noticias”  donde fue contratado de inmediato, era diciembre de ese mismo año —donde continúa laborando y en donde publicó lo que en EU consideraron digno de reconocimiento.

En el “Noticias”
De pronto se encontró en el diario oaxaqueño de mayor circulación. Al entrevistarse con el director del cotidiano, Mario preguntó por el tradicional día de descanso. El director le dijo: “No hay tal día, éste es un diario, salimos todos los días”.
Y así comenzó, era el inició de la segunda época de “Noticias” a la partida de Martínez Bastida. Al reafirmarse el diario en el mercado, volvió la normalidad y le tocó descanso los sábados.

Otra “huelga”
En julio de 2005 las semanas de trabajo y sábados de descanso en el periódico se vieron interrumpidas por otra “huelga”, ésta simulada por gente extraña al diario dentro de la disputa por acallar al medio por parte del gobierno. El caricaturista estuvo a la altura del pleito, crítico tenaz, igual cuando más tarde inició el movimiento de la APPO-magisterio que durante casi seis meses tuvo en vilo a la entidad en el 2006.
De esa época, precisamente, de la época más crítica de Oaxaca en los últimos tiempos y también más crítica en todos los sentidos del periódico “Noticias”, son las caricaturas distinguidas en Washington. “Desde entonces el comité de ese premio sabía de mí”, dice Mario, pero lo recordaron ahora que “me mandaron al golpear con un sicario”, agrega. No es mucho lo que comenta Mario de 2006.

El premio
Ciertamente, la crítica recompensa y premia, tanto con el reconocimiento de los lectores como de quienes desde las metrópolis del mundo se dan tiempo para otear el trabajo esforzado, peligroso, valiente de los periodistas más vinculados a los lectores, quienes con unos trazos ofrecen las críticas más agudas, demoledoras a veces: los caricaturistas como Mario Robles Patiño.