Septiembre es el mes en que miles de estudiantes inician un nuevo ciclo escolar en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. Es también cuando los distintos grupos políticos, sindicales y porriles, reinician sus confrontaciones en la disputa por los cotos de poder, el manejo de los recursos y la lucha por el presupuesto universitario.
No podía ser de otra forma este septiembre. En la conflictiva Facultad de Derecho, suman ya semanas con sus aulas tomadas, los estudiantes sin clases y las acusaciones de que el rector incumplió, para variar, los acuerdos para la convocatoria a elecciones a director. En Medicina el inesperado deceso de su director, motivó una ríspida confrontación entre los grupos afines y contrarios a rectoría para la designación del sucesor; a muy poco estuvo de los enfrentamientos y la toma de la escuela.
En el Instituto de Sociología se dio un virtual “golpe de estado” para relevar a la directora. Desde rectoría se obstaculiza la toma de nota de la planilla ganadora en las elecciones internas del STAUO. El caso de las agresiones a la periodista Ixtli Martínez se han empantanado pues “El Taquero”, autor material de este hecho, es ligado a poderosos funcionarios universitarios y del gobierno estatal.
El ciclo anterior técnicamente se perdió para quienes estudian en Ciudad Universitaria, pues los numerosos paros y toma de escuelas impidió que se dieran las clases durante semanas. Formalmente se “arregló” prorrogando unos cuantos días el fin del semestre; pero en la realidad sólo se contribuyó a ahondar más la de por sí baja calidad académica. Y este semestre que apenas inicia, todo apunta que va en el mismo rumbo.
Y a todo esto, ¿el rector dónde está?, se preguntan dentro y fuera de la comunidad universitaria. Y es que Rafael Torres Valdés, ha marcado su gestión por la incompetencia, la frivolidad y la ingobernabilidad. No por nada señalan que más bien es un vice-rector, sujeto a los caprichos de dirigentes y grupos políticos, como de asesores, compadrazgos, amigos y amigas.
Vaivenes partidistas
En el mes de agosto, cuando Gabino Cué hizo la presentación de la consulta pública para su plan estatal de desarrollo, muchos se preguntaron extrañados sobre la ausencia del rector de la UABJO, Rafael Torres Valdés en dicho acto. Y es que ahí estuvieron lo mismo el director del Tecnológico de Oaxaca, de la red de las universidades estatales y de la Universidad Tecnológica de la Mixteca, Modesto Seara; y directivos de instituciones privadas, como la UNIVAS, la Universidad Anáhuac, la La Salle. Sólo faltó el de la máxima casa de estudios de Oaxaca.
En septiembre, el gobernador electo se reunió ex profeso con directivos de los centros de educación superior de Oaxaca, públicos y privados. Nuevamente faltó Torres Valdes. Un desaire que no pasó desapercibido, pues en el boletín del equipo gabinista ni siquiera se mencionó a quien asistiera en representación de la UABJO.
Cuáles son los motivos de estas ausencias: ¿Pudor, porque apostó e invirtió todo con el candidato del PRI, Eviel Pérez, capital político e incluso recursos, como dicen sus allegados? ¿Temor, porque las corrientes universitarias que se vieron menospreciadas por él y estuvieron del lado ganador van a pasarle las facturas? ¿Incapacidad, porque acostumbrado a la grilla barata, los entuertos, la manipulación, no sabe cómo establecer un diálogo político de altura?
El hecho es que lejos de la postura institucional que merece la Universidad pública, y que exige y necesita la comunidad universitaria, en días pasados se reunió en lo oscurito con el gobernador electo, gracias a intermediarios medianos, cuando debería estar a la altura de solicitar de manera transparente y abierta un diálogo.
Clanes en la nómina
Lejos entonces de buscar una política de altura para la UABJO, Torres Valdés más bien parece preocupado en cómo igualar a los clanes familiares que se han enquistado en la nómina universitaria. Por eso promueve a compadres y familiares que le permitan crear la red de su parentela. Y es que en la nómina de la Universidad (copia de la cual obra en poder de En Marcha) se encuentran familias nucleares y más que ampliadas.
Por eso Torres Valdés intenta emular los pasos del exrector Abraham Martínez Alavés, el mismo que ante los cuestionamientos de que incrustaba a toda su familia en nómina, respondiera hace unos años con un desplegado en la prensa para admitir que era cierto, pero que esa situación se daba porque en la administración del entonces nuevo rector Francisco Martínez Neri se requería “gente de confianza”, y cómo no había muchas personas con tal característica, que mejor que sus familiares para ocupar los puestos directivos.
La esposa de Martínez Alavés María Helena Helmes Serrano, es profesora de tiempo completo en la Escuela de Enfermería. El clan lo complementan sus hijos Eduardo, secretario particular del rector; Abraham, director de REDES; Rocío, coordinadora en la Facultad de Derecho; el esposo de ésta también profesor en esa Facultad donde ha ocupado otra coordinación; un sobrino del exrector, Mateo Salatiel Cruz Martínez, es el Director de Obras y Servicios. Otra familia ampliada es de la exrectora y exdirigente del STAUO Leticia Mendoza Toro. En la nómina se encuentran sus hermanas Elsie e Inés; su hija Viviana. Además sus familiares: Karina y Mariana Melchor.
Uno más que ha tejido una amplia red familiar es el actual secretario de Administración, Silviano Cabrera, quien tiene en nómina a sus hijas Edaly y Edna; a su hijo Pedro Antonio en la Prepa 2; a su yerno Jair de Jesús. A una de sus parejas, Daluvia Pacheco, quien cobra en Bellas Artes; y a la hija de ambos de nombre Edna, asignada al Centro de Estudios de la Mujer de la UABJO. A su sobrino Francisco Martínez Cabrera, y a la hija de éste, Sofía. A sus compadres Noel Estrada Montero y Antonieta Hernández; y la hija de éstos, Liliana. A su sobrino político Roberto Gallegos Rodríguez. Y lista sigue con varios amigos que ha incrustado en la Prepa 2, principalmente.
UABJO, de reversa
Por supuesto no son los únicos. Las redes familiares son amplias y constituyen un mal endémico de la UABJO. En los mismos sindicatos las familias tienen un peso importante. El actual proceso de renovación de dirigencia del STEUABJO así lo evidenció. En la renovación de la dirigencia en que ganó la planilla azul, vinculada al dirigente que entregaba la secretaría general de ese sindicato, Gustavo Avendaño Trujillo se mostró el peso de la parentela. Pues cerca de 40 miembros del clan de los Trujillo está dentro del sindicato, un bloque importante que sumó votos.
A esta lista de familias suma Torres Valdez la propia. Por lo pronto ya tiene a algunos familiares, amigas cercanísimas y compadres en nómina.
Así las cosas la universidad marcha en acelerada reversa en materia de calidad académica, docencia, investigación. Empantanado en sus grillas, con sus ligas a los grupos del PRI, particularmente al perdedor Eviel Pérez Magaña, Torres se pierde en el laberinto creado por su incompetencia.