Se suicida “guarura” del edil que baleó a indígenas

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Tuxtepec. El pasado 12 de julio, el policía municipal Enrique Ortela Ronquillo se mató después de salir del trabajo. Su muerte es sin duda dolorosa para sus familiares y lamentable para la sociedad. Sin embargo, el acontecimiento rebasa en mucho el ámbito de la privacidad por los siguientes elementos.
El hoy occiso no era un policía común y corriente. Era nada menos que guardia personal del presidente municipal de San Juan Bautista Tuxtepec, Gustavo Pacheco Villaseñor. Como tal, Ortela Ronquillo ostentaba un arma larga donde quiera que el munícipe se presentara. Esto desató desde un principio críticas de la opinión pública pues se consideraba un exceso de poder… o de miedo, nunca antes visto en la ciudad. Otros munícipes, cuando mucho mandaron a vigilar su casa y otros andaban completamente solos.

El caso es que el mismo policía, como guarura personal del munícipe estuvo implicado en los acontecimientos del pasado cinco de junio del presente año, cuando policías municipales abrieron fuego de manera indiscriminada contra cientos de indígenas chiapanecos que se manifestaban a la entrada de este municipio colindante con el estado de Veracruz. El saldo en aquella ocasión fue de tres personas lesionadas de bala por la espalda (En Marcha número 115).
Suicidio evidencia peligro social
En aquella ocasión la responsabilidad de la guardia personal fue negada rotundamente por la administración municipal. Sin embargo, la desatención de lo ocurre en la Policía Municipal vino a evidenciarse con el suicidio que, para muchos, pone de manifiesto el riesgo que corre la sociedad al tener como guardianes del orden a personas de dudosa capacidad, y peor aún, con tendencias criminales.
La historia de su suicidio, relatada en la prensa regional es esta: La tarde del domingo 12 de julio el policía municipal Luis Enrique Otela Ronquillo, de 32 años de edad, discutió con su esposa Lizbeth González Barrán. La madre de esta última, Elided Barrán Uscanga, intervino en defensa de su hija y a ambas las tundió a golpes con la cacha de la pistola. Antes, el policía soltó dos balazos al techo.
El caso es que luego de darse cuenta de la gravedad de los hechos,  el encargado de cuidarle las espaldas al munícipe Gustavo Pacheco utilizó nuevamente su arma de cargo, pero ahora en contra de sí mismo. Así, como consecuencia del balazo que se dio en la boca el policía quedó tendido —dicen las crónicas policiacas— “en un impresionante charco de sangre”.
Le rindió honores el edil
Al día siguiente, como si el policía hubiera caído en cumplimiento de su deber, el presidente municipal le rendía una guardia de honor a las ocho treinta de la mañana, en el patio central del ayuntamiento, al momento de realizar el pase de lista y cambio de guardia.
Pero el asunto más delicado, es que hasta el momento nadie del ayuntamiento o directamente de la corporación ha sabido explicar ¿qué hacía el policía con su arma de cargo al momento de encontrarse franco? Esto porque se supone que todo policía, al salir, debe dejar su instrumento de trabajo en el banco de armas de la corporación.
La otra pregunta sin respuesta es ¿cómo es posible que a la seguridad personal del munícipe se hubiera asignado a una persona que luego se demostró no estaba psicológicamente apta para portar un arma?
En Marcha advirtió a tiempo
En la entrega anterior de En Marcha, cuando se reseñó la agresión armada de los guaruras del munícipe contra indígenas chiapanecos se escribió: “de antemano, parece que la impunidad marcará el caso y nadie dirá nada hasta que (ojalá y no ocurra) una tragedia enlute un hogar por amar a gente sin escrúpulos ni preparación”. Hoy un hogar está de luto y la Comisión Estatal de Derechos Humanos sigue sin intervenir en el caso de los indígenas baleados por la guardia personal del munícipe.
Por cierto, la comisión Regional de Derechos Humanos Mahatma Gandhi envió al munícipe una misiva en la que le pide capacite a su policía pues tan sólo en la primera semana de agosto se recibieron múltiples quejas por abusos cometidos por policías contra niños de la calle y detenidos.
Al mismo tiempo, le pide que, en apego a la Ley de Transparencia, informe en qué se han gastado los millones de pesos que el gobierno ha canalizado a la seguridad de las ciudades más grandes del país entre las que se encuentra Tuxtepec.
Los lamentables sucesos recientes, dejan mucho en qué pensar, pues si bien es cierto se han adquirido patrullas y armamento modernos, estos no son utilizados por los policías contra la delincuencia sino contra la ciudadanía… y lo que es todavía más insólito: contra sí mismos.