Sismo de 8.2, tragedia y caos en el Istmo

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Cuauhtémoc Blas

 

A las 23:49 del 7 de septiembre, con un terremoto de 8.2 grados Richter, epicentro en Pijijiapan Chiapas, la vida de los pueblos del Istmo de Tehuantepec cambió de tajo. De un momento a otro la existencia quedó suspendida de un hilo durante los 3 minutos 40 segundos que duró el sismo, el más grande y de mayor magnitud en los últimos 100 años, empezó a decirse.

 

De acuerdo al censo de SEDATU, 63 mil 335 casas quedaron dañadas en los 41 municipios de la región. Muchas cayeron, la mayoría quedó en pie pero colapsadas. Los municipios más afectados fueron Juchitán e Ixtaltepec, donde miles de casas están siendo derribadas.  

 

En ambos municipios sus palacios municipales quedaron mal, así como la iglesia y la principal escuela primaria del primero; del segundo municipio, zozobraron su puente principal y edificios recién construidos como el Gimnasio Municipal, la tercera parte del palacio edilicio del primero cayó con el sismo, lo demás será derribado.

 

Juchitán, el más afectado

 

Fue Juchitán la ciudad más afectada con 14 mil 918 casas dañadas; el municipio que, de manera proporcional, le sigue en afectación, es Ixtaltepec con 2 mil 964 casas dañadas. Pueblos pequeños fueron devastados, como el huave San Mateo del Mar, con 1 mil 800 casas dañadas, donde la ayuda llegó días después de que los municipios más cercanos ya eran atendidos. Igual sucedió con San Dionisio del Mar, cuyos habitantes salieron del pueblo para asentarse en un paraje solitario.

 

En Juchitán, Ixtaltepec, Xadani, Ixtepec, Espinal, Unión Hidalgo, las familias se mudaron a albergues o lugares más seguros,. De pronto los pueblos del Istmo se convirtieron en un gran campo de damnificados que duermen y viven en las calles, explanadas o en los terrenos donde estuvieron sus casas. Lonas y casas de campaña conformaron el paisaje. Nubes de polvo en las calles por las demoliciones.

 

El sismo dañó todas las microrregiones del Istmo, tanto a poblaciones del oriente, Zanatepec, Ixhuatán y Reforma de Pineda como a las del Norte, Santo Domingo Petapa, San Juan Guichicovi, 1 mil 70 casas dañadas en esta última, así como su viejo palacio municipal, el que de manera irresponsable la autoridad local no ha desalojado.

 

Ediles neófitos, acentúan daños

 

La impreparación de los gobernantes locales sale a relucir a cada rato, en cada municipio. En Ixtaltepec al presidente municipal, Oscar Toral Ríos, se le hizo de los más fácil destinar la maquinaria de su empresa particular de construcción y retirar todo el escombro de la ciudad, pero ordenó tirarlo en las márgenes del río de los Perros. Con ello creó otro problema, cuando haya una crecida del río y se inunde la población. Ya recibe multas y lo obligan a limpiar esa área que invadió a su arbitrario. Pero la multa y las facturas del acarreo seguramente se pagarán con el erario.

 

En la zona norte del Istmo, los vecinos del viejo palacio de San Juan Guichicovi demandan a la autoridad municipal que atienda los daños del inmueble, temen que pueda caer sobre ellos, así como los empleados que sufren ese peligro. Cástulo Escobedo Lucas, presidente municipal perredista, respondió con mandar a fumigar el palacio, cuando la demanda es de protección civil. La negligencia e impreparación de las autoridades municipales acentúa la desgracia de los istmeños.

 

La ayuda llegó de todos lados

 

Cientos de toneladas de víveres llegaron por aire, mar y tierra, buena parte de grupos y personas de otras partes del país. De manera inmediata se sintió la solidaridad de los mexicanos, convocados por las banderas nacionales que sembraban los juchitecos en distintos edificios y casas caídas. Al principio, llamó la atención que recurrieran a este símbolo civil y no a los religiosos.

 

Albergues y comedores por varias partes, personas altruistas anóninas; luminarias del arte y la música convocaban a ayudar, la mayoría pedía donaciones y difundía su generosidad. El gobierno de Oaxaca informó de 40 cocinas y 34 comedores comunitarios instalados, de los gobiernos federal, estatal y municipal, así como unas tres que mandó a instalar el pintor Francisco Toledo, con lo que le enviaban de otros estados.

 

El gobierno del estado informó que en el rubro de educación se registraron 674 escuelas dañadas, de las cuales 149 presentan daños fuertes. Asimismo, 300 inmuebles entre iglesias, palacios municipales y otros se encuentran también dañados.

 

Ante la desaparición de Protección Civil se dio la omnipresencia de Ejército y la Marina, tanto para coordinar la ayuda como para disuadir disturbios y robos, se dejó notar en carreteras, calles, albergues. Finalmente, los civiles casi dejaron el gobierno en los militares, quienes fueron designados los únicos en realizar la entrega de las despensas, coordinar las demoliciones y hasta ser quienes ejecuten la obra del nuevo hospital de Juchitán que sustituya al demolido Macedonio Benítez de la Secretaría de Salud.

 

Ejército, hará los hospitales

 

Esto lo declaró el titular de la Secretaría de Salud federal, José Narro, después de que el Hospital Macedonio Benítez Fuentes fuera demolido luego de 10 años de estar en construcción y haberse inaugurado el año pasado por el ex gobernador de ingrata memoria Gabino Cué. Es claro que no confían en los políticos puestos al frente de esa institución en Oaxaca.

 

Se espera que el Ejército haga mejor papel, que no incurra en los famosos “moches” que ha distinguido a los secretarios de Salud en Oaxaca. Esta en la cárcel el pasado titular de esa Secretaría en Oaxaca, Germán Tenorio Vasconcelos. Antes estuvo Martín Vásquez Villanueva quien logró remontar con impunidad un proceso judicial ante la PGR, por malos manejos en esa Secretaría.

 

Hoy es secretario de Salud de Oaxaca un personaje considerado planificador, pasó por COPLADE y secretarías técnicas, Celestino Alonso Álvarez, cuyo palmarés presumía eficiencia. Hoy sin ser médico es secretario de Salud, y sostiene una estructura estatal de salud sin atención, no hay medicinas ni materiales para los pacientes en las clínicas.

 

Celestino Alonso, vacaciona en SSO

 

Los paros, plantones y exigencias de los trabajadores para tener con qué hacer su trabajo menudean, sin que haya soluciones. Semanas enteras están la clínicas y centros de salud sin abrir sus puertas, ante la angustia de la población demandante.

 

Es un enigma lo que hace Celestino con los millonarios recursos de la dependencia. Los recursos del programa Seguro Popular es la hora que no se aplican. Ni un paracetamol ha enviado Salud de Oaxaca a las clínicas del Istmo en esta dura contingencia después del terremoto, sostienen los empleados en Juchitán.

 

Lo más sonado de Celestino fue ir a pelear con los trabajadores de una clínica una camioneta llena de víveres y materiales de curación que quiso arrancar a sus subordinados quienes, sin embargo, lo enfrentaron y echaron abajo sus pretensiones. Fue exhibido en las redes sociales de internet en un video elocuente, igual que cuando en plena contingencia desayunó y permaneció muy relajado las felices horas en el restaurante Delys de Juchitán. https://www.youtube.com/watch?v=fW-Tt4RNrmk&feature=youtu.be

 

Comerciantes y empresarios abandonados

 

El comercio de la ciudad de Juchitán geográficamente ubicada en el centro del Istmo de Tehuantepec se encuentra muy disminuido; los locales y edificios del centro dañados; no hay para pagar las de suyo altas rentas de la zona, desde 8 mil pesos un local de 5 por 5 metros. Con escasos clientes y sin apoyos gubernamentales, muchos han optado por cerrar o salir de la ciudad.

 

Hubo una propaganda de apoyo de 10 mil pesos que al parecer de todos modos sólo quedó en eso, primero mandaron a los solicitantes al Foro Ecológico donde despachaba el Ayuntamiento juchiteco, pero de ahí los mandaron a otra parte, y les pedían documentos con fechas atrasadas y un montón de trámites.  Desistieron. Ya no se supo si el programa continuó.

 

De hecho, el INEGI reportó en su encuesta sobre la situación de los sectores económicos después del terremoto “que hasta el momento no han recibido apoyos o ayudas para atender las afectaciones presentadas, tal situación alcanza 100%”.

 

Sin orden ni planificación

 

Los daños de un terremoto de esta magnitud superan, sin duda, cualquier expectativa, la organización para atender la emergencia es un reto colosal, sin embargo, no hubo una respuesta mínimamente adecuada.

 

La Coordinación de Protección Civil en vez de ponerse al frente de la organización de la emergencia, casi desapareció de la escena. No por nada fue despedido su primer titular, el político de Miahuatlán Amando Bohórquez, colocado en ese cargo sin ninguna experiencia en el área, igual que su sucesor Heliodoro Díaz Escárrega.

 

Al llegar a 8 mil réplicas del sismo del 7 de septiembre, la desorganización persiste: la accidentada entrega de víveres y lonas a la población; la limitación de los presidentes municipales que ponen en riesgo la vida de los pobladores; el enfrentamiento entre soldados y policías federales; errores en el censo de viviendas dañadas; el tortuoso pago del programa de empleo temporal; el abuso de los servidores públicos y políticos con los apoyos para las casas dañadas; condicionar los programas de ayuda a cambio de “mordidas” (CDI en San Dionisio) y un largo etcétera.

 

Testimonios de una tragedia acentuada por el caos, propiciado por una mala administración pública estatal que nunca logró recomponerse.