Críticas a la Guelaguetza 2018

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Desde hace lustros En Marcha criticó de manera permanente aspectos de la Guelaguetza de los Lunes del Cerro. Uno de estos era el armatoste de madera que dividía en dos partes la sección A del auditorio, un camino para que los representantes de las delegaciones encabezados por su presidente municipal acudieran al famoso “besamanos” al gobernador. En el 2007 quitaron por fin ese bodrio, así como el besamanos. Aunque algunos insisten en reinstalar esto último.

 

También criticamos los largos y aburridos discursos para presentar a sus delegaciones a visitantes “nacionales y extranjeros”, entre 13 y 14 bienvenidas por función, algunas en lengua indígena y luego su traducción. Dichos discursos se han reducido notoria y felizmente. Por supuesto, sólo señalamos nuestra coincidencia con algunas decisiones para mejorar la fiesta.

 

Delegaciones innecesarias

 

Algo que seguiremos señalando es lo innecesario de presentar números evidentemente fuera de cualquier originalidad, entendiendo por esto, claro, la combinación de manifestaciones indígenas y españolas, del mestizaje, que es lo que tenemos al cien por ciento en las comunidades y pueblos, y no se diga en la Guelaguetza de julio.

 

 

Si hay tantas danzas y bailes en Oaxaca, ¿Por qué subir a la Rotonda de la Azucena ese grupo de la llamada Danza de los Diablos? Es la representación de la lucha entre moros y cristianos, y se acompaña de arlequines con máscara que andan vacilando con el público de la primera sección, no aporta nada, ni siquiera es símbolo de mestizaje.

 

El baile de la borrachita de Ixcatlán es otro despropósito. Parece cualquier bailarina de cualquier lugar moviéndose al ritmo de cualquier pachanga. No hay duda que esta presentación se basa en lo grotesco para agradar al público, tanto que, por el excesivo protagonismo de la beoda, el baile del grupo de jóvenes es desatendido. La borrachita distrae por completo, pareciera que el numeroso y formal grupo de baile, sólo fueran escenografía de la “simpática” bebedora.

 

Ahora que se ha instaurado la escenificación de cuatro presentaciones de la Guelaguetza en los Lunes del Cerro, bien se podría colocar en cada presentación a una sola de las delegaciones de las regiones, y no atiborrarlas hasta con tres grupos de baile de la misma región, como sucede con los del Istmo.

 

Por ejemplo, ¿qué tiene que hacer Tapanatepec ahí, cuando ni siquiera logran concebir la indumentaria regional? O Salina Cruz, con sus pequeñas estampas. O San Francisco Ixhuatán, con su aburrida mayordomía, precisamente, como dice la doctora Acevedo Conde, de los actos parroquiales propios de su localidad, de su ámbito micro, y no para el espectáculo en cuestión.

 

No obstante, la fiesta de este año tuvo mejoras, por lo menos Juchitán hizo un mejor papel, ya no incurrió en sus malas nuevas ideas, como eso de llevar la famosa “cumbia juchiteca” que tanto desagradó el año pasado. Ahora Juchitán cimbró a las 11 mil personas del auditorio con los breves momentos de su paseo de mujeres de luto con la canción Guendanabani, que habla de la vida y la muerte.  

 

Un adecuado breve paseo pues en la celebración se va a festejar no a condolerse, sin embargo, luego del sismo de septiembre pasado que aún tiene a ese municipio en la incertidumbre, el público estalló en aplausos solidarios y emotivos para la tierra de Francisco Toledo, Gabriel López Chiñas, Pancho Nácar, Enrique Liekens, Taquiu Nigui, Juan Stubi, Demetrio López, Víctor de la Cruz…

 

El único baile ex profeso para la Guelaguetza

 

Los organizadores deberían dar importancia a las decisiones tomadas a lo largo de la historia en el diseño de la fiesta. El caso de la región del Papaloapan, ubicada entre Oaxaca y Veracruz, que en los inicios de la Guelaguetza traía grupos de jaraneros y bailes más identificados con el folclor veracruzano, tuvo una inteligente solución hace 60 años.

 

Habida cuenta que la Guelaguetza es la presentación del folclor oaxaqueño, se diseñó de manera especial un bailable que desde entonces representó a esa región en la Rotonda de la Azucena, Flor de Piña. Por cierto, con sus características modernas y el uso de recursos occidentales del can can, es con quien el público se identifica y al que corea más.

 

Este bailable es el único creado exprofeso para su presentación en la Rotonda. La música fue compilada y arreglada por eminentes músicos de Oaxaca y la coreografía y bailes por Paulina Solís. Entonces, si ya hubo una salomónica solución, ¿para qué retroceder sin necesidad alguna?

 

No trae Loma Bonita nada indispensable

 

No trae Loma Bonita nada parecido a la Danza de la Pluma o el Jarabe Mixe, para tener que ser incluida. Finalmente, una sugerencia, dado que el bailable Flor de Piña fue creado ex profeso para la Guelaguetza, que no puede ni reclamar una originalidad antiquísima, que es más o menos nuevo, ¿no podría Loma Bonita presentar la misma Flor de Piña, pues procede también del alto Papaloapan Oaxaca? Además, siempre ayudaría una sana competencia, similar a la de Juchitán con Tehuantepec; o los pueblos del Jarabe Chenteño o Ejuteco, San Vicente Coatlán y Ejutla de Crespo.

 

En bien de la fiesta, los de Tuxtepec deberían dejar de oponerse a que otros municipios traigan Flor de Piña. Finalmente, ese bailable fue una creación colectiva, con lo esencial, la música, instrumentada bajo la dirección del maestro Samuel Mondragón, destacado miembro de la aristocracia cultural del Valle de Oaxaca del siglo pasado. Hay que trascender egoísmos pueblerinos y localismos bucólicos.

 

La mala nota la dieron los corruptos del gobierno

 

Finalmente, la ambición de los hombres del actual gobierno dio la nota más negativa. La que antes daba la Sección 22 al boicotear la Guelaguetza, ahora en uno de los buenos efectos peje, los maestros dejaron libre la fiesta. Desde una semana antes de la temporada la ciudad de Oaxaca lucía pletórica de visitantes, como pocas veces.

 

Pero funcionarios, taxistas y prestadores de servicios se encargaron de suplir las notas de escándalo de los profes. Algunos taxistas al aumentar hasta en más de 300 por ciento el cobro de sus servicios; y quienes venden comida en mercados y tianguis también aumentaron sus precios en similar proporción. Sobre todo, algunos de los del mercado de comida instalados en la Plaza de la Danza.

 

Como siempre los delincuentes de cuello blanco, los funcionarios fueron los que se vieron más voraces. El encargado de la SECULTA Oaxaca, Ignacio Toscano aún sigue en el cargo cuando ya se le comprobó su mentira de haber gastado más de 9.7 millones de pesos en pago a artistas que actuaron en la temporada.

 

El millonario affaire Lila Downs

 

La Seculta y el Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (IAIP) informaron que el monto total para el espectáculo de Lila Downs fue de 2 millones 664 mil 667 pesos, por su actuación el 27 de julio en el Auditorio Guelaguetza. Pero la cantante contradice lo anterior con documentos oficiales presentados por Paul Cohen, director artístico de la artista, el costo del concierto fue de 1 millón 154 mil 861 pesos. Más de un millón y 500 mil pesos dejaría aquí sin justificar la SECULTA.

 

Con todo, Lila, la sensible cantante oaxaqueña no deja de cobrar altísimos emolumentos por una tarde de musiquita en el Auditorio Guelaguetza, un millón y medio para entregarse en cuerpo y alma en sus canciones a su gente, no está nada mal para ella. Por tan altísima suma habría quien entregara más que eso.
Mala suerte que este affaire haya evidenciado también a tan crítica pero comercial interprete de todo tipo de música, ya nomás le falta cantar las de Juan Gabriel a Lila.

 

Toscano, salió bueno para la tranza

 

Las acusaciones contra Ignacio Toscano, ex director de Instrumenta Oaxaca, con el que cobraba por su numerito pingües recursos, van al alza. En total este personaje erogó unos 12 millones para el pago de artistas y grupos musicales, entre éstos Armando Manzanero y los cultísimos Ángeles Azules.

 

Estos últimos fueron lo mejor pagados, casi 3 millones costó su numerito. De todas maneras, las cifras no cuadran, pues la mayoría de artistas recibió bajos montos de pago. Los conciertos del Cecam y de Antigua Metrópoli costaron 92 mil 800 pesos y 104 mil 400 pesos, respectivamente. Incluso Manzanero cobró apenas unos  400 mil pesos.

 

Nathanael Lorenzo reclama al gobernador

 

Nathanael Lorenzo, director del Instituto Calmecac, en una carta dirigida al gobernador y a Toscano escribió: “Mientras nuestras delegaciones, que son los artistas directos que vienen a dar el espectáculo principal, y la cara más étnica al mundo, se las arreglan como sea, buscan como solucionar sus propios gastos, ustedes les pagan millones a artistas de plástico y charol”.

 

Lo anterior contrasta con los 40 millones de pesos que declaró el gobernador Alejandro Murat, que fue lo invertido para la realización de las fiestas de la Guelaguetza, en esta temporada 2018, 10 millones más de lo que se gastaba hace unos años. ¿Y ni así alcanza? ¿Pues qué hacen con el dinero?

 

“Colchagate” de Rivera en Turismo

 

Ya vimos que el secretario de Turismo, Juan  Carlos Rivera Castellanos, también participó en el dispendio con los excesos en la atención a sus distinguidos invitados, lo que trascendió con el servil “colchagate” de bienvenida. Si así dio las colchas, ¿qué más no daría? El tipo disfruta a plenitud saludar con sombrero ajeno, con el dinero de los oaxaqueños.

 

Irresponsables, los funcionarios del gobierno realizaron cualquier cantidad de desatinos, cancelaron la presentación de la soprano oaxaqueña mixe María Reyna, quien daría un recital el 28 de julio en el Pañuelito; así como la presentación del libro “Oaxaca desde adentro” del fotógrafo Diego Huerta, quien también reclama el pago de su trabajo fotográfico. Seculta también canceló de última hora la presentación de Rodrigo Petate acompañado de la Orquesta Filarmónica 5 de mayo de Puebla que debió realizarse el 21 de julio en el Teatro Macedonio Alcalá.

 

Los mentirosos funcionarios argumentaban que los artistas habían roto el compromiso, lo que fue desmentido por María Reyna que para ello se presentó ese día en el foro El Pañuelito a cantar a capela y dejar claro que ella no fue la irresponsable. Pillados por completo, Toscano y sus colaboradores o cómplices ahí siguen, ni siquiera fueron despedidos. ¿Contarán con permiso para hacer y deshacer?

 

Lo más grave: desvincular al pueblo de la Guelaguetza

 

Empero, lo más grave de todo fue una decisión tomada indudablemente al más alto nivel por el organizador de la Guelaguetza, por el gobierno del estado. Haber dejado fuera de las cuatro funciones de los Lunes de Cerro a la mitad de los oaxaqueños que hasta el año pasado tenían acceso gratuito en la sección C.

 

Más de 3 mil oaxaqueños que desde la madrugada hacían cola para lograr un lugar en el Auditorio se quedaron sin acceso en cada una de las cuatro funciones, en total sumarían 12 mil, y sólo les dejaron la última y más lejana sección, la D.

 

Esta decisión oficial no deja ninguna duda sobre la falta de interés en buscar detener el proceso de desvinculación de la sociedad actual con los Lunes del Cerro. En realidad, mandaron a los invitados menos especiales a la sección C para vender más lugares de la B. Incluso, si la gente local no se apresuró a comprar boletos al iniciar la temporada, ya no pudo hacerlo pues éstos fueron vendidos a las agencias de viajes que sólo los vendían a quienes les compraban sus paquetes de viajes.

 

Aparte de la ocurrencia de obtener mayor rentabilidad con la venta de lugares patrimonio de los lugareños, no hay a la vista ninguna política pública definida para una fiesta basada en el folclor local, celebración cada vez menos atendida por las nuevas generaciones. Y como colofón se les cierran las puertas por un poco de dinero más para el gobierno. El eslogan oficial “Guelaguetza 2018, Oaxaca en el corazón” debió ser: “Guelaguetza 2018, a verla por televisión”.