Xoxocotlán, ante la pérdida de su identidad cultural

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Texto y fotos de Juan de Dios Gómez Ramírez / AIPIN Binigulazáa


“Un pueblo ignorante es instrumento
ciego de su propia destrucción”.
William Shakespeare

 

Cuando una comunidad pierde su territorio, empieza a perder su cultura. Este pensamiento puede ser verdad para pueblos que han estado asentados por varios miles de años en una región y poco a poco empiezan a perder la soberanía sobre su territorio.

 

Cruz Xoxocotlán, cuyo surgimiento e historia estuvo asociado a unos de los más importantes centros rectores de mesoamerica: Monte Albán, experimenta en las últimas décadas, uno de los más graves procesos de pérdida de identidad cultural. Las costumbres y tradiciones de los habitantes de esta comunidad, en las faldas orientales del cerro de Monte Albán, habían estado estrechamente ligadas a las culturas zapoteca y mixteca, entremezcladas desde hace unos quinientos años, con la cultura occidental impuesta por los españoles.

 

Algunas personas han confundido la cultura del pueblo de Xoxo, con las celebraciones de carácter religioso, como los “Martes de brujas”, las fiestas patronales del templo católico o la celebración de “Todos Santos” en el mes de noviembre, que se ha convertido en una romería turística. Sin embargo, la cultura y la identidad está en íntima relación con el conocimiento y la plena conciencia de la historia local, así como la valoración del patrimonio cultural y natural que posee la comunidad.

 

La reales costumbres de Xoxo

 

En realidad las principales costumbres de esta comunidad han estado asociadas a la tierra y a la protección de su territorio y sus recursos. Es decir, a través de una forma de gobierno que ha desaparecido y que la comunidad hasta hace algún tiempo denominó “Usos y Costumbres”. Organizada en esta forma de gobierno, heredada en parte con elementos prehispánicos y de leyes coloniales, logró mantener cierta autonomía política y económica de la sociedad y cultura impuesta, primero por los españoles y después por sus descendientes criollos durante la instauración de la República, hasta nuestros días.

 

El territorio permitió la convivencia y solidaridad de sus habitantes, alrededor del trabajo agrícola, la obtención de los alimentos y materia prima para la construcción de sus hogares; pero también los ingredientes para curar ciertos padecimientos, y en ello los sitios y parajes relacionados con la sacralidad, el ritual y los lugares encantados.

 

En torno al territorio se realizaron faenas colectivas para el beneficio común, como el tequio, la mano vuelta o gozona, así como la defensa física de algunos predios de la comunidad que se vieron amenazados por alguna invasión. Las autoridades nombradas en Asambleas generales de ciudadanos, tuvieron durante mucho tiempo la encomienda de vigilar el territorio, por lo que después de la toma de posesión, era costumbre realizar recorridos por las mojoneras que circundaban el municipio, para verificar su integridad.

 

Los habitantes estaban familiarizados con cada paraje del territorio, los había donde se curaba a la gente de espanto o donde debía bañarse al amanecer para aliviarse de determinados males; las señoras conocían de los usos y aprovechamientos de los árboles y las plantas, para alimentos o para preparar medicamentos. Todavía es posible encontrar algunos lugares, donde los señores sembraron árboles frutales, para que la gente pudiera disfrutar de sus frutos cuando pasaran por ahí. Cada lugar tiene su nombre y su leyenda, que hacía referencia a sus características: El Chaneque, El Palenque, El Coquito, Los Mogotes, Los Mangales, Los Anonales, La Cueva de Juan Rosas, El Paso del Francés, la Cinta de Piedra, al igual que cada mojonera.

 

Xoxo perdió su territorio

 

El pueblo fue perdiendo territorio con el paso de los años; algunas partes fue ronexpropiadas por el gobierno como la zona arqueológica de Monte Albán(1930), el aeropuerto internacional (1957), el parque deportivo “El Tequio” (1987) y la mayor parte fue vendida a particulares donde se han conformado más de 70 colonias (desde los años 60s) y a empresas privadas donde se han construido alrededor de 20 fraccionamientos (desde finales de los 90s).

 

Los hijos de campesinos pasaron a ser fraccionadores de terrenos. Prácticamente todo el predio ejidal está fraccionado, la misma suerte corrió el predio comunal. Ahora se “siembran” casas en cualquier parte del territorio. En 1980 había 7 mil habitantes aproximadamente, treinta años después la población casi alcanza los 100 mil, convirtiendo al municipio en el más poblado de Valles Centrales, después de la ciudad de Oaxaca.

 

La pérdida del territorio viene contribuyendo a la perdida de la identidad cultural entre las nuevas generaciones; la población avecindada proviene de todas las regiones de Oaxaca y el país, algunos forman núcleos del mismo origen (mixes, zapotecos de la sierra, mixtecos, etc.), reproduciendo sus costumbres. Otros se asimilan a las celebraciones religiosas católicas de Xoxo y le agregan elementos que le son propios de sus culturas. Los fraccionamientos se convierten en dormitorios cosmopolitas, sin ninguna identidad aparente.

 

En treinta años han surgido nuevas generaciones de xoxeños, de padres avecindados, que se mezclan en las escuelas con los nativos ya urbanizados, creando una moderna generación carente de historia propia. Su identidad se reduce a elementos anecdóticos que pepenan de los abuelos, que dejaron de ser campesinos hace varios años. Su articulación estriba en la pobreza y un lenguaje cada vez más urbanizado o achilangado. Se van dando cuenta que mucho de la historia nacional que les han enseñado en la escuela está manipulada por la clase gobernante, como se pudo comprobar en las celebraciones de los centenarios, sin el valor para sustentar una propia identidad.

 

Invaden hasta Monte Albán

 

La tierra de los padres sólo tiene el valor que se establece en el mercado por metro cuadrado. Pues, como se puede constatar, las pocas áreas silvestres, son susceptibles sólo para sacar leña, pastorear chivos o vacas, cazar la fauna silvestre o fraccionar para vender cuando se presente alguna necesidad. Esta pérdida de identidad es la gran oportunidad de las empresas de bienes y raíces, así como para aquellos que proyectaron desde principios de los años noventas, la posibilidad de construir hoteles turísticos y zonas residenciales al pie de Monte Albán.

 

Crece la invasión de predios en las faldas de los principales cerros de Monte Albán, sin que ninguna autoridad trate de impedirlo. Estamos presenciando un proceso de autodespojo de su territorio municipal y sus riquezas naturales.

 

La carencia de un Plan de desarrollo, que ponga freno y ofrezca alternativas a este proceso de invasión de predios al pie de la montaña, no sólo acarrea graves consecuencias para los ecosistemas y el bienestar de la población en general, sino conduce a la ruina cultural de esta histórica comunidad de origen zapoteca-mixteca, convirtiéndola en una aldea más, de la economía global.