La prueba de las urnas electorales a mitad del sexenio es sin duda una prueba para cualquier gobernador en turno. Más en el proceso actual con un gobernante que llegó al poder mediante una inédita e insólita alianza de partidos que ofreció tanto, con una fabulosa piñata electoral.
A prueba el primer gobernante que no llegó al sabroso poder con las siglas del PRI y que desplazó a éste después de 80 años; un gobierno de alternancia que prometió ser de transición a la democracia, lo que hasta ahora no ha cumplido. Hasta ahora sólo ha quedado en el quítate tú pa´ ponerme yo; en el típico gatopardismo de cambiar para seguir igual.
Hoy el PRI afronta sus primeras elecciones fuera del poder ejecutivo, lo que lo deja sin los recursos del gobierno aunque con el potencial de crítica que supone ser oposición, además de la ventaja que también supone el desgaste del poder de su opositora coalición gobernante.
La prueba de las urnas de hoy no es exactamente un referéndum pero de alguna manera medirá el grado de aceptación al gobernante en turno. Aunque referéndum y plebiscito ya están en la Constitución de Oaxaca, sólo forman parte de la simulación política actual pues las leyes reglamentarias para su puesta en marcha no se han legislado.
En teoría el próximo año podría llevarse a cabo un referéndum o plebiscito al gobernador, lo cual se antoja necesario, imprescindible por el crecimiento del malestar social ante el cúmulo de promesas no cumplidas, de hecho predomina la opinión de que “estábamos mejor cuando estábamos peor”. Empero, en la tienda política de enfrente tampoco hay mejores perspectivas, de manera que, como nos decía un ciudadano “¿La marcha es para adelante o para atrás?”.
El nuevo Congreso local tendrá la urgente obligación de hacer la legislación secundaria para que el referéndum al gobierno actual, que lo ofreció en su campaña hasta con estruendo, sea posible, así como aligerar los requisitos que hoy la sujetan al exigir tanto que lo hacen mañosamente remoto.
El Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (IEEPCO) está facultado para convocar y organizar el plebiscito pero requiere la solicitud de las dos terceras partes de los integrantes del Congreso como mínimo, o el 20 por ciento de ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores.
Otro candado que hace difícil poner en práctica este instrumento es la exigencia de que para que el resultado del plebiscito sea válido y de pleno derecho se requiere de la participación de un número de ciudadanos superior al cincuenta por ciento de la lista nominal de electores.
Esta es la tarea ahora, la exigencia de que al menos se cumpla este punto de las promesas, de los señuelos de campaña de Gabino Cué, someterse al escrutinio de sus conciudadanos que lo llevaron al poder para ver si aún lo quieren ahí o ya no.
Mientras tanto mañana tendremos una hipótesis de referéndum, aunque desde ahora se vislumbra que no podrá repetir la coalición de partidos (hoy con la excepción de lo que fue Convergencia) la hazaña de 2010: alcanzar los 25 escaños del Congreso y las 72 alcaldías con que coronó su jornada aquel 4 de julio.
El control del Congreso local es vital para cualquier gobierno, por eso llama poderosamente la atención que éste que está en funciones no se preocupara por ganar estas posiciones. Incluso hay evidencias de que trabajó en contra de quienes se supone son los suyos, los de la Alianza Unidos por el Desarrollo (PAN-PRD-PT). Pero así como está de confundido este gobierno, así están muchos de los que aspiran a ser gobierno. Oaxaca tiene ante sí un panorama poco alentador. (Ver www.revistaenmarcha.com.mx)
“Entre tantos asuntos destaca en este proceso la impreparación de la mayoría de los aspirantes, candidatos a ediles que no saben que es democracia y gobernabilidad, o a diputados que no conocen las leyes elementales y cuál será su función. Es preciso que conozcan conceptos mínimos, esenciales pues de otra manera ¿Cómo van a gobernar? Pero esta insuficiencia se da desde el nivel más alto de gobierno hasta las agencias municipales, la decadencia económica y política de Oaxaca va de la mano de la impreparación de sus representantes. El meollo del asunto es que el subdesarrollo está en la mente. Por eso estamos como estamos.”