Ya no se realizan las fiestas de la Guelaguetza de Oaxaca en mediana paz. En 2006 no se escenificaron, recién había iniciado el célebre motín de ese año. Al año siguiente se hicieron aún en medio de barruntos de violencia. Estuvo deslucido y con poca asistencia.
En este año que transcurre no obstante se tuvo el “gran mérito” de disuadir a los dirigentes de la sección 22 para que no estorbaran la Guelaguetza en el Cerro del Fortín, esta fiesta de bailables y recitaciones pueblerinas se vio más disminuida por la serie de notas rojas locales, nacionales e internacionales sobre Oaxaca. Lo nuestro es la nota roja.
La difusión de una ola de asesinatos y delitos en la entidad en esos días compitió y hasta opacó a las consabidas noticias de la “Fiesta étnica más grande de América Latina” (sic). Un defensor de derechos humanos Herón Luciano Sixto López y un periodista, Alberto López bello en tanto cayeron asesinados, además de otras personas, como un empleado municipal hallado junto al periodista. Hasta ahora no hay información oficial de los avances de investigación de ambos casos.
Dos días antes del Segundo Lunes del Cerro matan a otras dos personas en la famosa y céntrica Casa del Mezcal. Después se anuncia que un periódico regional de la Cuenca del Papaloapan, El Piñero, es atacado por décima ocasión, sin que en ninguna de esas hayan atendido sus denuncias por parte de la Subprocuraduría de Justicia del Estado. Hasta que se hizo el escándalo, y a ver si se aclaran una sola de las agresiones.
Algo huele mal en Oaxaca. Los encargados de mantener la paz y la seguridad en la entidad brillan por su ausencia en su trabajo, pero resplandecen en el escándalo político. Hasta parece que hiciera falta gobierno. El sexenio pasado fue del dominio público que el gobernador de entonces se ausentaba dejando las decisiones en su hombre de confianza, Jorge Franco Vargas. Éste tenía todo el apoyo del gobernador pues cuentan quienes inconformes con alguna decisión de Franco acudían con Ulises Ruiz cuando se dejaba ver y le planteaban su caso, éste los escuchaba para finalmente decirle: “Ve eso con Jorge”. El mensaje era claro “Jorge soy yo”. Después vinieron los graves resultados de esta actitud, 2006 y su motín.
Hoy no hay un gobernador que ausente deje a alguien las decisiones, ¿o sí?, lo que no se ve es que tome las decisiones necesarias, al menos las que están a la vista de todos. Decimos decisiones necesarias pues no hubo la adecuada después del agravio evidente del Secretario de Seguridad Pública (SSP) del gobierno del estado Marco Tulio López Escamilla contra el presidente municipal de Oaxaca de Juárez, cuando el primero mandó a impedir la entrada de Luis Ugartechea al Auditorio Guelaguetza en la última escenificación del Lunes del Cerro de este 2013.
Lo anterior ha puesto de relevancia la rivalidad, más notoria que nunca, entre gobierno municipal y gobierno del estado. La cual se acentuó en el proceso electoral cuando sonaba que desde el gobierno querían imponer candidatos al PAN, tanto a la presidencia municipal como en la primera fórmula de la diputación de mayoría proporcional. En la primera querían a Bernardo Vásquez; en la segunda a Jaime Bolaños. En el PRD estaba para ser acomodado también en la primera fórmula de mayoría relativa Jorge Castillo.
Esos eran los planes que sonaban, pero los audio escándalos famosos habrían movido el escenario político. Castillo, protagonista estelar de esos audios, ya no pudo ser colocado y sólo Bolaños pudo subirse al carro del PRD. Por cierto, después de trascender en uno de esos audios escándalos la conversación entre Jorge Castillo reputado operador político del gobierno y el edil Ugartechea, el último confirmó que efectivamente Castillo era el designado para tratar asuntos de gobierno.
Con la difusión de estas maniobras, todo cambió o tomó derroteros imprevistos. La intervención del PAN nacional fue la que finalmente decidió sobre las candidaturas; el actual edil Ugartechea habría ganado la partida con la designación del candidato local panista Francisco Reyes. La rivalidad persistió. De acuerdo a otro audio escándalo Jorge Castillo ya tenía contratado a Hugo Jarquín, perredista “disidente”, para abrir un boquete a la Alianza Unidos por el Desarrollo y restar votos al candidato de dicha alianza. Lo que supone al gobierno de la alianza apoyando al PRI contra su propia alianza. El locuaz político Jarquín salió un rato del PRD y se lanzó con el Partido (“indígena”) Unidad Popular. Finalmente ganó el PRI con Javier Villacaña.
Por eso lo que estamos viendo hoy quizá sea resabio de esos diferendos, cuando a todas luces hay un agravio al gobierno de la ciudad de Oaxaca por parte de un mando menor (y que ni fue electo) como es el titular de la SSP que ordena ofender al representante de ese gobierno municipal, su presidente, con el argumento de que la escolta del edil estaba armada. Si hay alguna escolta que no esté armada que la despidan, para poco ha de servir.
Es ya muy claro que no hay coordinación entre los mandos de seguridad pública del municipio y los del gobierno del estado, como ha declarado otras veces el ayuntamiento, que no saben qué pasa con las cámaras colocadas en el centro de la ciudad, por ejemplo. La autoridad del ayuntamiento no es tomada en cuenta ni respetada. Lo que también está quedando claro es que tampoco hay coordinación ni buenas relaciones entre el gobierno municipal y el estatal.
Decir que ya se ordenó al subalterno ofrecer disculpas por esta ofensa (o sea ni siquiera fue de motu propio) y que se dé vuelta a la página es darle la razón a quien ofendió y ofender de nuevo al otro. De ahí que en esto tampoco nadie haya obedecido al gobernador pues tanto el presidente, regidores como los agentes municipales de Oaxaca continuaron exigiendo lo que también pide la ciudadanía: la renuncia de Marco Tulio López Escamilla.