Sexto Encuentro de Periodistas de Oaxaca
Cuauhtémoc Blas
El trabajo del periodista se ha vuelto el de mayor riesgo en México y Oaxaca. Y se torna más peligroso en tanto los gobiernos muestran no llevar con firmeza las riendas del poder público. En Oaxaca en este sexenio del que se esperaba una mayor atención a la libertad de expresión y al derecho a la información de la sociedad resultó todo lo contrario.
Quienes se atreven a criticar al gobernador o a sus amigos de inmediato son estigmatizados por este gobierno diodorista con alto índice de soberbia, para pasar a financiar a medios surgidos de la noche a la mañana, sin estructura ni importancia pero que se dedican a saciar el ego del gobierno dilapidador. Páginas web que reciben 30 o 50 mil pesos mensuales pero que nadie conoce.
En tanto los medios regionales y periodistas que dan la batalla por la información se les deja de lado, abandonada la defensa de la libertad de expresión consagrada en la Constitución General de la República. Pues como bien dijo Roberto Hernández de El Piñero de La Cuenca en el Sexto Encuentro de Periodistas de Oaxaca, un gobierno que no es capaz de defender ese derecho esencial es uno que no garantiza el Estado de Derecho. Y es responsabilidad de ese gobierno, agregó, que Tuxtepec sea una zona de alto riesgo.
En Tuxtepec, además de la violencia delincuencial, la clase política ha sembrado el terror en los medios, ante la debilidad de un gobierno estatal omiso en todo, cualquier burócrata se atreve a violar los más importantes derechos ciudadanos. En esta misma semana el periodista de la fuente policíaca de El Tuxtepecano Nabor Reyes fue agredido y amenazado de muerte por un “agente de investigación” de gobierno estatal, léase “oreja” de nombre Jorge Claudio de Jesús Cruz Vasconcelos. Lo menos que se podría esperar no ya de un gobierno sensible sino de uno con mínima dosis de sentido común es que removiera de la región si es que no puede despedir a sus esbirros como este funcionario primitivo.
Este Encuentro de Periodistas de Oaxaca realizado en Tuxtepec, el sexto de los realizados de manera consecutiva en distintas regiones de la entidad, es tan oportuno como necesario, la participación es intensa, fundamentada y respetuosa. Hoy domingo habrá de salir una Declaración colectiva que resumirá las demandas de los periodistas de la Cuenca del Papaloapan, Istmo, Costa, Valles Centrales, entre otros ahí reunidos.
Édgar Pérea, en la mesa de periodistas de la fuente policíaca denunció al subprocurador de la Procuraduría General de Justicia de Oaxaca de acosarlo, de pedir a la dirección de su medio que lo despidan del trabajo y de difamarlo ante el Procurador de que busca extorsionarlo con 20 mil pesos. La crítica a este funcionario tiene fundamento, sostuvo el comunicador, pues en los 8 meses que lleva en el cargo no ha resuelto nada de robos, asesinatos, golpeados, etc.
En ese marco hoy el presidente del prestigiado Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, José Rosario Marroquín hará una evaluación del tema en Oaxaca y recogerá las demandas y casos de gravedad que inhiben aquí la libertad de expresión. En tanto el periodista oaxaqueño Joel Hernández Santiago hizo una esclarecedora exposición teórica de lo central de este Sexto Encuentro llamado “Periodistas en ¿Estado fallido?”. A saber:
“¿Qué es un Estado fallido? Aquí volvemos. Resulta que este término viene usándose cada vez con más frecuencia, sobre todo en los medios de comunicación para etiquetar fenómenos como ‘ineficiencia gubernamental’, ‘vacíos de poder’ nacional o regional, falta de resultados en el sistema político mexicano... Y todavía con más frecuencia se refiere a los lugares aquellos en los que la fuerza pública civil ha tenido que ser sustituida por la militar…
“El concepto “Estado fallido” surgió en Estados Unidos en 1995. Y apareció por primera vez en un reporte de la Agencia Central de Inteligencia denominado “State Failure Task Force Report”, esto es, se trataba de identificar de forma cuantitativa qué países podrían considerarse ‘fallidos’ y, por lo tanto, como un riesgo de seguridad internacional y en particular como riesgosos para la seguridad nacional de Estados Unidos.
“Pero si esto ya se estaba cocinando desde 1995, este concepto cobró aun mayor importancia luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 1995 a Estados Unidos. A partir de entonces el Consejo de Seguridad de Estados Unidos, dependiente del presidente de este país definió a los ‘Estados Fallidos’ como países de gran riesgo para su seguridad nacional y, por lo mismo, diseñó y estableció una estrategia “integral para la intervención y la cooperación en dichos países”…
“El “Estado fallido” tiene también fundamentos teóricos. Si nos atenemos al concepto clásico de Max Weber en el sentido de que “el Estado detenta el monopolio legítimo de la violencia y además se preocupa por la seguridad de sus miembros, la gobernabilidad de sus instituciones y el crecimiento económico y social”. Noam Chomsky en 2008 aprecia el concepto de “Estado fallido” en su acepción de monopolio de la violencia –legítima- pero también del ‘fallo’ de ‘los objetivos del Estado’
(…)
“Pero también hay confusión entre Estado fallido y No Estado. Es decir, un estado fracasado o la inexistencia de Estado.
“Surge entonces una variante: los Estados colapsados, los que no pueden mantener el monopolio legítimo de la fuerza y no existe un nivel básico de funciones del Estado para el ciudadano, como es proveer de identidad jurídica, seguridad física, controlar el sistema de migración al exterior ni puede realizar sus actividades cotidianas relacionadas con el gobierno, dejando esas funciones en entidades políticas diferentes. (Charles T. Call, 2008); Un Estado colapsado o débil cuenta con instituciones cuyas funciones deficientes, pero no en su totalidad.
“Y ya estamos en un “Estado débil”, al que Francis Fukuyama (2004) identifica como aquel con “falta de funciones para actuar en el territorio; falta de cumplimiento del Estado en sus funciones jurídicas y de seguridad básicas y falta de capacidad para interceder en la vida cotidiana en el país. En un Estado débil ocurre impunidad y violencia regional; con baja funcionalidad y que tiene bajos niveles regulatorios.”
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