POR BRUNO MORENO
Ya nadie les cree nada
En un helicóptero último modelo, matrícula HPONA05, viajaba un grupo de políticos felices de la vida, se acababan de aumentar dietas y sueldos. De repente un tornado los pescó y los echó abajo. Cómo perdieron contacto con los controladores aéreos, de inmediato se lanzaron en su busca. Soldados, marinos, agentes de la PGR, hasta topiles de usos y costumbres andaban ahí con su bastón de mando.
Por fin hallaron el aparato, pero extrañamente estaba vacío, nadie, ningún político adentro, tampoco cerca pues gritaron e hicieron sonar sus silbatos. Cansados de buscar, llegaron a un poblado humilde a la orilla de un cerro. Presto salió el joven y apuesto tatamandón a recibirlos. De inmediato lo acosaron a preguntas, que si vio caer una nave así y así, que si no vio caminar por ahí a unos cristianos, que si escucharon ruidos.
— Sí, los vimos hasta ya le dimos a todos cristiana sepultura, dijo señalando unas cruces de palos.
— ¿Todos estaban muertos?, ¿lo confirmaron?
— Pues algunos decían que no, pero ya nadie le cree nada a esos políticos.
Votar hasta en el infierno
No hay manera de quitarle las ganas de muchísima gente por salir a votar por El Pescado. Sus promesas son de lo más tentadoras. El ofrecimiento de que pondría a mitad de precio las caguamas bien frías, las medias y los cuartitos de chelas con botanas, corrió más rápido que una onda sísmica y levantó un torrente de abrumadora simpatía.
— ¡Por eso voy a votar por él!, gritó eufórico Giran Videncia desde “El Plebeyo del Clamato”, a donde llegó la noticia que fue recibida con hurras, vivas y dianas.
— Vas a votar si te deja el terremoto o la réplica, repuso un aguafiestas desde otra mesa.
— No importa que el jueves venga ese temblor de 9 grados que dicen, yo voy con El Pescado, arengó el eufórico.
Otro borracho —beneficiado de la sensacional promesa— sin soltar su clamato con ostión, camarón y apio le gritó a Giran.
— Si se acaba el mundo, te llevas una casilla para votar en el infierno.
— Y un litro de mezcal, reviró Videncia.
— Una pipa es que llevaras, a poco un ratito es que vas a estar ahí tu guixha, remató el borracho.