Nuestra sociedad sufre una crisis de valores y la salud no es ajena a ello. La salud no es una mercancía y el mercado no debe definir su rumbo.
José Narro Robles. Ginebra Suiza.
Asamblea Mundial de la Salud
Oriundos de Telixtlahuaca, municipio cercano a la Ciudad de Oaxaca, los padres de Edward Luna ya sólo viven con el recuerdo de su primer y único hijo. Casa sobria, modesta, se nota el trajín del trabajo. Ambos padres trabajaban para su hijo. Parecería incoherente orquestar desde estas sobriedades un ataque gratuito a un médico hasta hace poco desconocido por ellos.
Es el dolor de la pérdida que ellos juzgan innecesaria, ¿quién se va por un brazo roto? Pero también por el mal trato que ellos acusan del médico Luis Pérez Méndez, su despotismo, su prisa por cobrar adelantado y operar al niño sin que fuera urgente.
Llaman la atención las opiniones polarizadas de la sociedad, por un lado, el poder de convocatoria de los médicos, sus relaciones sociales y familiares más amplias se sintieron en las redes de internet defendiéndolo con argumentos románticos aunque débiles: “Un médico no se levanta pensando en matar a su paciente”, no se levanta así pero sucede que se les mueren, y no pocas veces.
Varias personas daban fe personal de la generosidad del médico Pérez Méndez, de su altruismo, pero por otro lado las pruebas en su contra en este caso son fuertes y tantas que los jueces no dudaron en recluirlo en prisión para que así llevara su proceso judicial. Lo que lograron echar abajo y salió libre, por lo pronto.
Un médico jubilado con quien a menudo platicamos nos cuenta lo que vivió en su etapa activa. Cuenta de un médico con especialidad muy solicitado para que diera cursos de capacitación, quien cuando notaba la falta de un dato de su amplísimo curriculum montaba en cólera y tenían que rehacerse el tríptico o invitación. Muy empoderado ya estaba, hasta que quiso divorciarse de su esposa sin calcular el tamaño de la amistad o enemistad más grande que se puede tener ahí.
La señora dio a conocer a los medios la farsa construida durante años por el supuesto médico, ni siquiera había concluido la licenciatura en medicina. El hombre desapareció para siempre. Aquí hay de todo como en cualquier parte, sostiene el veterano galeno.
Hay casos más frecuentes—dice— como médicos que por un lado ofrecen buena cara, son magnánimos, y por otro lado encajan todo el diente, cobran mucho y hacen y deshacen. Hay de todo, no hay un gremio en el mundo que sea toda bondad. Es la naturaleza humana.